Los efectos de los rumores pseudocientíficos, la desinformación intencional, las construcciones conspirativas solo contribuyen al desorden de la información.
Más que nunca, se requiere que los medios masivos nos brinden información confiable y en tiempo real en este ansioso contexto que genera la crisis de salud global. Muchas de estas “noticias” se han propagado con la velocidad que el mismo Corona Virus lo ha hecho por el mundo entero hasta decretarse una pandemia mundial. Que la policía en China mata a los contagiados, que el virus no resiste el calor, que se puede tratar con cocaína, que se trata de un complot farmaceútico para vender más vacunas o un virus esparcido por Bill Gates son algunas de los trascendidos que tienen repercusión en todo el mundo gracias a la capacidad de viralización de las redes sociales. Pero lo más peligroso, más allá de compartir por ejemplo noticias respecto de la vacuna o que la cura ya estaría en manos de los gobiernos, es que repliquemos sin contrarrestar fuente alguna las teorías conspirativas, ya que estas calarán hondo entre los ciudadanos que por razones comprensibles ya han colmado su paciencia. Bajo este contexto distinguir la verdad de los hechos resulta determinante.
La más delicada que he podido encontrar es una historia acerca del Event 201, un evento que tuvo lugar en Nueva York el pasado 18 de octubre, mismo día que aquí explotaba el descontento social. En dicho encuentro, varios adinerados participaron de un simulacro frente a una pandemia brutalmente parecida a la desencadenada el 31 de diciembre de 2019 en Wuhan, China.Es una paradoja tremendamente grande el hecho de vivir hiperconectados y tan desinformados como hoy en día lo estamos.
Como en esta historia y muchas otras difundidas el mero hecho de existir una coincidencia es suficiente excusa para comenzar a hilvanar una serie de antecedentes que por sí solos no serían necesariamente noticiosos. ¿Es posible que un determinado gobierno haya sabido de esto antes? Pues, lo natural es que sí lo supieran, al menos para eso existe la inteligencia y el desarrollo científico. ¿Eso los convierte en responsables de una pandemia? Por el hecho de saberlo simplemente No. Otros llegan más lejos haciendo ver que Hollywood ya lo sabía pues muchas películas de desastres nos hablan de gripes con alto contagio y que se vuelven incontrolables ¿Es eso un hecho de que nos esconden algo? El nivel de desconfianza de los ciudadanos ha hecho que este caldo de cultivo explote, por lo demás siempre la literatura y la ciencia ficción han ido un paso adelante, en esta y otras materias. ¿Entonces Julio Verne tenía acceso a información privilegiada de los gobiernos? ¿Habrá sido un autor que bajo un pseudónimo nos iba advirtiendo del futuro en las manos de gobernantes sin alma? No es que el hecho de tener redes sociales y que cualquiera pueda propagar mentiras no sea interesante de analizar, pero los invito a reflexionar en torno a por qué los ciudadanos son capaces de compartir tan sueltos de cuerpo una serie de historias falsas. Es la desconfianza. Allí radica la posibilidad de viralizar las tan mentadas fake news, las que lamentablemente llegaron para instalarse en una realidad social quebrada por la desconfianza.
Frente a esta pandemia, la única “coincidencia” es que desde hace 13 años, estaba escrito en la literatura científica el génesis de la actual epidemia; sin embargo, no se tomaron en cuenta las recomendaciones de los científicos, así como desde hace 20 años los científicos nos vienen advirtiendo del cambio climático y los gobernantes han hecho caso omiso de las recomendaciones. ¿Y qué se viralizó? Memes de Greta. ¿Por qué le cuesta más a las personas comprender que este episodio y muchos que vendrán son en gran parte por el avance del ecocidio que hemos hecho con el medio ambiente y sus repercusiones? ¿Es más sensato creer entonces que esto es castigo divino?
En EE.UU. en pleno proceso de elecciones en 2016 conocimos el caso llamado pizza gate que terminó con un fanático portando armas para “salvar” a unos niños del sótano de una pizzería en NY donde se suponía que abusaban de ellos los demócratas partidarios de Hillary Clinton. Además en otro hecho conocido un usuario de Facebook logró engañar a los votantes conservadores respecto de un candidato ficticio para conseguir la elección de su candidato, hechos muy bien retratados en el documental After Truth del director Andrew Rossi.
En Chile los políticos también tienen acceso a la virulencia de sus apostolados, y cómo no vamos a estar preocupados si las nuevas reglas para las campañas utilizarán los medios digitales como el gran difusor de sus “ideas”, luego de Cambridge Analytica parece ser al menos de preocupación para los ciudadanos.
Estamos expuestos más que nunca a la proliferación de mentiras y en eso la TV tiene aún mucho que contarnos. Hoy, con el confinamiento a nuestros hogares, por mucho la TV regresó a los hogares y ese medio que daban por muerto renace como un importante difusor de noticias. Lo grave es que por estos días podemos constatar que el periodismo televisivo en Chile es por o menos decir mediocre. Al viejo juego de la objetividad por mostrar dos caras de una misma moneda existe el hecho consumado que no se buscan fuentes de información más allá de las oficiales ¿y qué es el periodismo sino contrarrestar dichas fuentes? Sobretodo con fuentes oficiales que sostienen que un virus mutará en buena persona. Socorro.
Las personas con un teléfono inteligente en sus manos no solo pueden hoy por hoy actuar como reporteros en presencia de un hecho, sino también pueden actuar como un editor de un medio de comunicación al facilitar o no la propagación de una noticia falsa. Por ello, la responsabilidad al compartir un hecho por mucho a que te haga sentido es vital para la democracia. Suena tremendo, porque es así de tremendo. Ya que la falsedad se difunde más lejos y con más interacciones que lo estrictamente cierto.
Esto me lleva a reflexionar en torno a qué es lo que vemos en nuestras pantallas. Obviamente estamos viendo lo que queremos ver. Noticias, memes e historias que aparecen por el resultado de nuestro propio comportamiento en “me gusta” y otras categorías según corresponda a la red social que utilicemos.
Pero no es un hecho absolutamente de nuestros días, la capacidad de los medios de comunicación de hacer circular rumores de pasillo es tan vieja como la prensa misma y para qué hablar de que la agenda está plagada de pretensiones políticas y económicas. La credibilidad está en juego. Pues, así como nos puede tardar años construir una imagen de veracidad, esta se puede ir al tacho en un tweet de 140 caracteres o peor, alguien con la intención de destruirnos puede hacerla circular desde un perfil falso y conseguir su objetivo a un solo clic de distancia.
En este ciclo de noticias en constante cambio, los periodistas cumplen una función social esencial y vital. Hay mucho en juego como para ser tan irresponsables a la hora de utilizar una herramienta tan poderosa como la comunicación en la era de la información. Es una paradoja tremendamente grande el hecho de vivir hiperconectados y tan desinformados como hoy en día lo estamos. Piense siempre antes de compartir lo que sostienen grandes científicos: Afirmaciones extraordinarias requieren de evidencia extraordinaria. Frente a este fenómeno no será la tecnología la encargada de entregarnos una solución sino una vez más educar la conducta humana. Sea responsable y corrobore lo que comparte. El daño es grande y sin quererlo podría estar jugando el juego.
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