El famoso diseñador de la alta costura francesa John Galliano ha sido expulsado de la casa Christian Dior por sus reiterados dichos racistas y antisemitas, y se ha ganado la antipatía de gran parte de la opinión pública en estos días. Como este es un fenómeno recurrente entre cierta elite de la sociedad europea, no es raro que, de tarde en tarde, aparezcan estos personajes con brutales arranques de furia racista, lo que hace pertinente echar un vistazo, precisamente a la personalidad de este artista del diseño, para intentar arribar a ciertas conclusiones sobre el origen y desarrollo de estas tendencias.
No se trata de un joven veinteañero en etapa de maduración, sino de un hombre hecho y derecho que supera ya los cincuenta años, y cuya influencia social penetra un vasto mundo de la cultura. Desde luego, John Galliano es el prototipo perfecto del necrófilo descrito a partir de los descubrimientos freudianos de la primera mitad del siglo XX, y las teorías de Eric Fromm años más tarde. Amante de la muerte y de sus ejecutores más violentos (léase su amor por Hitler), Galliano padece, sin duda, de un desarreglo psíquico que lo coloca en un rango potencialmente peligroso para el normal desarrollo de la convivencia civilizada. No en balde, el diseñador fue sorprendido diciéndole a dos mujeres francesas, a las que, presumiblemente, tomó como judías: "Gente como ustedes estarían muertos hoy – sus madres, sus antepasados serían metidos a la cámara de gas" (sic). A esto se agregó un video en el que asegura “amar a Hitler”, lo que trajo una explosión de reacciones en su contra que terminó con su despido definitivo de la casa Dior.
Debido a que ha negado tajantemente todos estos hechos y que sus acusadores afirman que estaba algo ebrio cuando ocurrieron, parece ser que este hombre iluminado del arte, tendría una nebulosa mental que lo haría olvidar sus agresiones verbales con la misma facilidad con que oculta su verdadera naturaleza, al amparo de su formidable capacidad creadora.
Es notable comprobar cómo este necrófilo posee todas las características que dibujan la enajenación de los amantes de la muerte, tales como los dictadores o asesinos más crueles. Si bien es cierto no ha cometido crimen alguno, lo concreto es que si no fuera porque transforma -sin saberlo- sus energías destructoras en un desborde generoso de acción productiva, es probable que bajo otra condición ciudadana, lo viéramos enarbolando pancartas contra los inmigrantes o encabezando movimientos fascistas en cualquier calle de Europa.
Desde luego, siguiendo los códigos de la necrofilia, su color favorito es el negro; amante del orden hasta las últimas consecuencias, su arte se basa en los datos que ostentosamente le ofrece la antigüedad clásica. Como genio del diseño de la alta costura, su amor por el retrato de los períodos históricos, constituye el sello de su estilo, que mira al pasado como si quisiera levantar a los muertos de sus tumbas. Tiene un amor genuino por la belleza física, la que él contrasta violentamente con la fealdad concurrente de un entorno normal, y a la que es capaz de rechazar en público. Posee un rostro severo y ceñudo que se expresa en una constante mueca de desprecio que, inequívocamente, transita hacia el fastidio, como si estuviese oliendo heces. Así, y vistiendo de negro, fue detenido por sus declaraciones antisemitas.
Todos estos elementos descriptivos de la personalidad de John Galliano, concurren a la exposición de lo que los psicoanalistas denominan necrofilia, a la que se suman el narcicismo y una suerte de fijación incestuosa en la madre. Aunque dichos elementos pueden estar adormecidos en el artista, conforman una aproximación psicológica inexcusable. Las crónicas dicen que su interés por la moda nació bajo la insistencia de su madre –el hilo conductor de una estructura anómala, una andaluza llamada Anita, que se desvelaba por que su hijo vistiera de modo impecable los días domingo. Después lo llevó a elegir su destino como diseñador, con todo el peso de su influencia (se sabe que la inclinación a la barbarie viene cabalgando desde la niñez).
El supuesto narcicismo de Galliano estaría demostrado en el deleite que le provoca su propia obra – como espectador en las pasarelas-, en un acto maravilloso de transposición de su ego. Eso sugieren las escasas noticias sobre su evolución como persona, lo que apenas alcanza para dibujar el enigma de una estructura mental que hoy, no constituyendo una rareza, nos perturba –y nos asusta como ciudadanos del mundo.
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Comentarios
17 de julio
Jaja, que polemica la afiamrcion del Milito bueno. Quizas hay tendencias infernales en el escriba, pero uno gano solito la final de una Champions y al otro se lo conoce como el Mariscal del quirofano
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17 de julio
Bárbara: debe haber un error. ¿Si me lo aclaras? Entre finales de Champions y quirófanos para mariscales estoy completamente perdido.