Siento que de a poco ha ido cambiando la mirada hacia las personas trans, con esto podría decir que se han dado pasos importantes para visibilizar nuestra realidad y para considerarnos como sujetos plenos de derechos. Se ha ido tomando conciencia de que las vulneraciones sociales, estigmas, discriminación y marginación que vivimos a diario, son efectivamente violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, pese a este escenario que parece ir mejorando, hay que considerar que la patologización de las personas trans persiste en muchos casos, lo cual es un factor relevante de limitación social que no permite dar el valor que corresponde a la identidad de género, como un elemento básico de nuestra existencia.
Como piso mínimo, desde la perspectiva de los derechos humanos, creo que necesitamos seguir avanzando en los siguientes puntos:Somos aún uno de los grupos más vulnerados que está inmerso en una sociedad que cuenta con algunos sectores que niega con violencia nuestra existencia.
- Derecho a la identidad: Administrativo y no patologizante, para adultes, niños, niñas y adolescentes, ya sea binaria o no binaria (Contemplando la posibilidad de tener género neutro o no definido).
- Respeto de la situación matrimonial: Evitar el divorcio forzado de las personas trans que realizan el cambio de sexo registral.
- Derecho a la salud: Poder acceder a un servicio de calidad tanto para los tratamientos hormonales y/o reasignación de sexo con cobertura de seguros de salud.
- Derechos Económicos y Sociales: Acceso al empleo y estabilidad laboral.
- Derecho a la Vida: La población trans está expuesta a todo tipo de violencia social e institucional; la cual va desde la hostilidad, el acoso, el abuso verbal, la violencia física, las agresiones sexuales, suicidio y crímenes de odio que se convierten en asesinatos.
- Personas trans refugiadas y migrantes: Muchas personas trans usan la migración como escape a la violencia, discriminación y represión que viven en sus países de origen.
- Derecho a reunión y libre expresión: Protección frente a las agresiones de todo tipo (Principalmente las que se difunden en los medios de comunicación, amparadas en el derecho a libre expresión)
- Derecho a la educación: Con énfasis en el respeto a la diversidad y en una educación no sexista.
- Derecho a acceso a programas de asistencia social.
En el contexto actual mundial, donde hay ciertas experiencias en las cuales las personas trans se han integrado de manera transversal a la sociedad; siento que si bien en Chile ha habido un avance en la visibilización de nuestra realidad, somos aún uno de los grupos más vulnerados que está inmerso en una sociedad que cuenta con algunos sectores que niega con violencia nuestra existencia. Además, desde lo institucional se sigue lidiando con el reconocimiento legal al no existir una reglamentación que haga expedita la auto determinación de la identidad de género, siendo estas discordancias identitarias el principal impedimento en nuestro sano ejercicio de los derechos humanos.
No es un hecho menor, que el Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Hacia la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) ha recomendado al Estado de Chile que apruebe la Ley de Identidad de Género y el Matrimonio Igualitario, que aplique reformas a la ley anti discriminación, que considere a las mujeres trans dentro de la categoría de femicidio y que aclare los alcances de violencia intrafamiliar LGBT; constituyendo todo esto un piso mínimo que debemos considerar para prosperar como sociedad, la cual hasta ahora sigue estando al debe en este tema.
Es nuestra misión exigir un compromiso social (tanto colectivo como individual) que nos permita avanzar en el respeto a los derechos humanos y es un deber del Estado reconocer la discriminación como un enemigo del desarrollo y de la dignidad de las personas. No dar protección e igualdad de oportunidades desde el contexto institucional es una peligrosa contradicción entre los principios de la democracia y la realidad socio política moderna, necesitamos que las leyes sean letra viva; tan vivas como nuestras existencias; donde no somos entidades monolíticas sino que somos almas flexibles y fluidas en una lucha por romper los cánones patriarcales que dictan lo aceptable.
Como personas trans es evidente que no nacimos en cuerpos equivocados, sino en una sociedad equivocada. Muchas veces he pensado en que la ayuda no debe ir de ellos a nosotres; sino de nosotres hacia los demás, ayudarles a transitar a un estado mayor de empatía social y hacerles entender que nacimos también para ser felices y no sólo para luchar.
Debemos rechazar los conceptos de ideologías; por necesidades de vida, donde no existe una única manera de ser hombres, mujeres o personas; estamos en una era de postmodernidad, viviendo en los márgenes y enfrentándonos a verdaderas revoluciones sociales, donde la deconstrucción es necesaria para emprender este nuevo viaje.
Somos trans, no estamos enfermos, respiramos valentía, libertad, empatía y coraje en una época que es dura; pero, sabemos que el futuro nos pertenece; iniciamos una revolución que partió en nuestros cuerpos y que -sin duda -terminará cambiando el mundo.
Enid Faúndez, Activista trans feminista
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