A continuación se presentan algunas nociones de esta corriente y posteriormente una apreciación personal; la idea, no es hacer una tesis o un estudio académico; sino, afrontar el desafío de llevar esta teoría a una praxis real y simple; principalmente el “transfeminismo” no es un feminismo propio de las personas trans; sino, que es un movimiento en red que aglutina las situaciones “tránsito” y que se ven afectadas por la violencia “CIS-Heteropatriarcal capitalista” (*1); ya sea, estados de tránsito de género, migración, mestizaje, de vulnerabilidad, de personas racializadas, diversidad funcional, de clase, etc. y que históricamente han sido la parte secundaria del feminismo blanco dominante y excluides del ejercicio de la política social; esta aglutinación tiene como objetivo re-politizar les sujetes-cuerpas disidentes, en resistencia al modelo discursivo institucionalista de las ONG, del estado y del sistema mismo.
Principalmente esta corriente resiste y lucha contra la violencia del colonialismo, que tiene como principal objetivo eliminar las poblaciones de sujetes “indóciles” y en cuyas intersecciones se presenta una ruptura estructural de las formas que el sistema pretende imponer como normalización. Cabe señalar al respecto; que el capitalismo requiere una región “igualitaria o asimilada” para su inserción y fácil desarrollo; no obstante, debemos entender que el capitalismo no es sólo un sistema económico; sino, un sistema de desmovilización de escenarios de lucha y que se apoya en el “género” y la “desigualdad social” como elementos de subyugación.
Las situaciones “tránsito”; por ejemplo, los refugiados, migrantes, precarizados, indocumentados, sin educación formal, analfabetes; sufren en si las mayores consecuencias de la violencia globalizada y que se acentúa si son cuerpas feminizades.
En cuanto a una apreciación personal; debo reconocer que no existe una única manera de definir al transfeminismo; dado su aspecto de constante mutación, movilidad y principalmente por el concepto de sujeto político “multiforme” e “in encasillable” y es en ello, en donde radica sus mayores fortalezas; es más que un mero gesto disidente o de adopción estética vinculada a las performances del género; por el contrario, es un movimiento multi sentido y de choque “antinormativo” y “antiasmilacionista”; principalmente herederos de los movimientos sociales de insurrección, que tienen como eje principal el análisis crítico del enjambre social de control e intervención política pro sistema; por lo tanto, no apunta a crear una objetividad valorativa universal sujeta a una posición política determinada; sino, a un constante crear conocimiento dado que la teoría estable, siempre funciona en un nivel “casi de laboratorio” siendo muy funcional a las políticas de “globalización” y de producción, que siguen los mismos mantras de la producción de mercancías en la industria capitalista.
Desde el punto de vista de lucha social contra el capitalismo; el transfeminismo es fundamental, dado que es un eje de resistencia y de “re-conexión” del tejido social
Desde el punto de vista de lucha social contra el capitalismo; el transfeminismo es fundamental, dado que es un eje de resistencia y de “re-conexión” del tejido social; resignificando los devenires minoritarios en nuevas alianzas válidas, volviendo a incorporar al discurso feminista a toda la periferia excluida en los feminismos anteriores; sobre todo en un contexto latinoamericano altamente colonizado y cruzado por violencias a todas las minorías sociales; en cuyo aspecto ligado al sentir “Sudaka” como una forma de clandestina de habitar un territorio que ya no nos pertenece y que deseamos recuperar.
Cito las palabras de Audre Lorde: “Las herramientas del amo nunca desarmarán la casa del amo”; expresan la necesidad de desarmar las estructuras del sistema que han sido apropiadas por el feminismo “blanco” y que tienen su génesis en los poderes de control social burgueses y capitalistas; por ende, nos sentimos impulsades a crear nuevas relaciones y formas sociales, migrante y relacional; como un proceso constante, contestatario y desobediente, que critique fuertemente al sistema de representación y represión, materializando más que en una letra del “LGBTIQ+” a ser un proceso de dialogo constante y de práctica de decorporalidad de cuerpos sociales estandarizados. Fundamental es que surja desde lo comunitario y no esencialmente académico; que se construya desde un “transfeminismo latinoamericanista”, que responda y de fractura a la homogeneidad en base a nuestras realidades y que no se use el transfeminismo como un equivalente de la “diversidad”; término que durante años tendió a aglutinar las corrientes disidentes en el ámbito preestablecido LGBT, neutralizando así los efectos disruptivos de un discurso que principalmente va en contra de crear un sujeto o identidad, o pertenencia orgánica o programa compacto, de un hacer (des)conectivo de vida diaria, con una estrategia abierta y de constante problematización de los modos de existencia y sus interconexiones.
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