La preocupación por la forma como se haga la gestión energética eléctrica ha surgido con mucha fuerza con el cambio de gobierno pues la situación heredada es sin duda compleja. Las orientaciones generales para su solución están dadas en el programa de la Presidenta Bachelet, así como por las recientes declaraciones del ministro y apuntan en el mismo sentido. A menos de 30 días de iniciado el gobierno hay varios ejes que parecieran estar en el centro de las alternativas sobre las cuales hay que decidir. Uno de estos ejes es la perspectiva mediante la cual se empieza a aceptar que el tema energético está indisolublemente ligado con el tema ambiental y, por otra parte, que un servicio público no puede estar ajeno a un rol activo y no subsidiario del estado sin dejar de reconocer la importancia de que el sector privado juegue un papel activo.
La relación con el tema ambiental no es fácil entenderla. Hay un rechazo de la población que hace eco del planteamiento de los ambientalistas a las grandes centrales térmicas por su impacto territorial, la contaminación atmosférica y visual que ocasionan y su impacto negativo en el cambio climático; y para las hidráulicas, por las áreas inundadas y su impacto ecológico. Pueden ser considerados cada uno de estos factores o todos juntos; en cualquier caso, hay un impacto y una actitud de rechazo de la población que ya no es menor.
Mirando el tema desde un punto de vista técnico, hoy la discusión se plantea bajo dos prismas novedosos. Por una parte, aparece como una opción importante la generación distribuida o balance neto (net metering, como dicen algunos) mediante la cual se abre la posibilidad para que muchos chilenos podamos transformarnos en generadores de energía eléctrica mediante placas fotovoltaicas, un canal de regadío, una planicie con viento, nuestros propios desechos o/y otras fuentes potenciales de generación. Hay que aprovechar la tremenda energía solar y de otras renovables que tiene el país y que cada compatriota tiene en su casa. Será la experiencia empresarial de participación ciudadana mediante la cual todos vamos a ser empresarios de la energía. Todos seremos Matte. Sostienen algunos expertos que en un par de años podríamos tener más de 2 mil MW en operaciones, un HidroAysén, pero limpio. La redacción de la ley 20.571 promulgada en el 2012 y a la espera de su reglamento tiene un detalle de letra chica mediante el cual favorece a las distribuidoras en desmedro de la población generadora por la forma del cálculo de la tarifa que hay que pagarle al micro generador, por lo que requiere su urgente modificación. Por otra parte, hay un potencial evaluado y por evaluar en el corto plazo donde hay alternativas que son importantes. Según el CER hoy hay una capacidad instalada de ERNC con una generación de más de mil MW y hay más de 16,9 mil MW entre proyectos aprobados y en calificación en el SEA, a lo largo del país, que para su concreción requieren una intervención del gobierno, en general menor, para destrabar aquellas restricciones innecesarias. Así también, en materia de eficiencia energética hay un potencial de ahorro significativo. Para la energía geotérmica hay un problema de riesgo financiero en que hay que ver la posibilidad de compartirlo con los exploradores de la energía geotérmica.
En el mediano plazo aparecen las centrales termosolares. Con espejos concentradores de calor solar en sus torres, ya están suficientemente maduras para que sean alternativas que se debieran evaluar para el Norte del país. Cada central puede ser de más de 150 MW, según la experiencia internacional. Todo esto sin mencionar la energía del mar (mareas, olas, turbinas), cuya posibilidad de utilización está en una fase bastante madura. Es decir, técnicamente hay alternativas de corto plazo, ambientalmente sustentables, que están disponibles para suplir las necesidades de la matriz para los próximos cuatro años y más.
Para que esto sea factible se requiere modificar nuestro enfoque desde una mirada en que sólo actúan pocos actores privados (tres) a una en que se permita la participación ciudadana (miles) a través de la generación distribuida y, por otra parte, permitiendo al Estado planificar y desarrollar proyectos. En efecto, nada de esto es posible sin una planificación energética en que el Estado no se limite a fijar metas, como enunciados teóricos, sino que también pueda desarrollar proyectos. Además, de que evalúe la capacidad de su territorio y de su gente para asumir esa responsabilidad mediante la evaluación ambiental estratégica, en que sólo falta un reglamento para que se pueda aplicar. Hay que tomar decisiones y no todos quedarán conformes, así es la democracia.
Se requiere modificar nuestro enfoque desde una mirada en que sólo actúan pocos actores privados (tres) a una en que se permita la participación ciudadana (miles) a través de la generación distribuida de electricidad y, por otra parte, permitiendo al Estado planificar y desarrollar proyectos.
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Foto: Iván PC / Licencia CC
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claudio-duran-vidal
Excelente articulo que se centra en uno de los desafios politicos mas importantes en Chile!