El pensamiento de las personas requiere de pre requisitos para operar en forma eficiente y de acuerdo a las demandas del contexto. Desde los constructos teóricos (Feuerstein. R), hay una función cognitiva denominada: “Recoger información relevante de lo irrelevante”, la cual tiene relación con que los seres humanos son capaces de seleccionar información relevante y realmente necesaria por sobre la que es irrelevante. Dicha función prioriza qué debo aprender.
Si pensamos en el mundo escolar y hacemos la analogía con la actual situación que vivimos producto de esta pandemia, cabe preguntarnos ¿Qué es lo relevante aprender hoy? ¿Será que la exigencia escolar pasa a ser irrelevante en un momento en que la sociedad completa está en crisis? ¿Es irrelevante entonces el estado emocional de los niños?
La flexibilidad cognitiva y la capacidad de adaptación son sinónimos de aprendizajes. Evidentemente existen seres humanos con mayor predisposición a desarrollar estás funciones y capacidades, lo cual favorece significativamente su nivel adaptativo en la sociedad. Además, estas funciones pueden desarrollarse en mayor amplitud si el contexto favorece y entrega experiencias de aprendizaje que permitan ese desarrollo.
Sin embargo, existen personas con dificultades para adaptarse rápidamente al contexto o a una situación desconocida, la cual puede generar un conflicto a nivel conductual con síntomas de mayor ansiedad. Por ello, es importante entender que el pensamiento y el desarrollo cognitivo van de la mano con las factores emocionales y psicológicos, y por tanto, en este nuevo escenario, el cual ha sido un cambio abrupto, repentino y que ha obligado a los niños a poner en juego esa “capacidad de adaptación” y de reorganización, no podemos sobrecargar, exigir y esperar que aprendan el contenido curricular, el cual está relacionado principalmente con la exigencia del programa académico y no con el desarrollo de habilidades para vida.
La postura y el paradigma curriculista no se ajusta a la demanda actual y a la situación por la que todos los niños de nuestro país están viviendo. Padres sobrecargados, frustrados y con un sentimiento de competencia disminuido respecto del cómo abordar esta situación, y niños aprendiendo solos, intentando ser autodidactas y esforzándose el doble por cumplir con sus padres y sus maestras, son parte del escenario.
La postura y el paradigma curriculista no se ajusta a la demanda actual y a la situación por la que todos los niños de nuestro país están viviendo.
¿A caso el desarrollo de la flexibilidad no es un aprendizaje? ¿Será que la creatividad y el ocio favorecen el pensamiento divergente? Ocupemos el tiempo y la oportunidad de dirigir procesos de desarrollo cognitivo en vez de sobrecargar la capacidad a los niños y, por cierto, a sus familias también. No porque tenga más guías va a aprender más.
El aprendizaje es social y se construye junto a los demás. Necesitamos dar espacios y tiempos para que los niños aprendan lo relevante por sobre lo irrelevante en tiempos de crisis.
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Paloma Riquelme Reyes
Estudie en la misma Universidad y titulada con la misma mención. Feverstein fue un referente dado a conocer en la carrera (años atrás), por una excelente docente del establecimiento, Liliana Ramos.
Gracias por el artículo. Ha sido de gran ayuda para orientar y realizar mi trabajo a distancia como Educadora diferencial.