El anuncio realizado por el Obispo Guillermo Vera sobre la visita del Papa Francisco a la Región de Tarapacá, constituye sin duda una alegría inmensa para miles de católicos; en la región donde se realiza la fiesta más importante y grande del país para la fe católica, la fiesta de La Tirana, la noticia llega en un excelente momento. Sin embargo, lo que deseo comentar aquí no es el sentido simbólico y religioso de su venida, sino su impacto para la imagen de la región y las ciudades, así como la economía de servicios que la componen.
«Esta no es sólo una visita de carácter espiritual, reviste una de las más grandes oportunidades de la ciudad y la región de ofrecer a todos los visitantes una experiencia que valga la pena.»
La llegada del Papa se espera para el mes de enero del año 2018, plena época turística para la zona, principalmente para la ciudad de Iquique; ello marcará un antes y un después, ya que será una de las pocas ciudades de todo el continente que será visitada por una figura tan importante a nivel mundial: los ojos del mundo estarán puestos en nuestro territorio, y ello lo convierte en una gran oportunidad y una experiencia que nadie olvidará. Por todo lo anterior es que se pondrán a prueba todos los servicios públicos y privados con el propósito de entregar una imagen de calidad en las diversas ofertas de la zona. Hoteles, restaurantes, transporte público, estacionamientos, clínicas, comercio en general, todo se verá impactado por la enorme demanda que causará la visita del Papa. También pondremos a prueba a las ciudades y sus administraciones, sus calles, espacios públicos, veredas, limpieza, orden, todo tendrá que estar a punto, así como también la coordinación de los servicios de seguridad.
No será una temporada de verano normal, el aumento en la demanda será notorio y probablemente exista una inflación considerable en los precios para quienes son residentes en la ciudad capital de Iquique. Según cifras del Sernatur, el número de llegadas de pasajeros a establecimientos de alojamiento turístico para el mes de enero del 2017 fue de 39.134 personas si se cuentan nacionales y extranjeros, esto es una variación total de un 20,5% más en los últimos 12 meses. La cifra es muy importante y nos habla del buen momento por el que pasa la región en materia turística y sin duda alguna la cifra crecerá aún más en enero del 2018. Pero la escasa planificación del mundo público y privado para convertirla realmente en un eje de desarrollo regional deja la pregunta más compleja a 6 meses de la llegada del Santo Padre: ¿Estamos preparados?
Esta no es sólo una visita de carácter espiritual, reviste una de las más grandes oportunidades de la ciudad y la región de ofrecer a todos los visitantes una experiencia que valga la pena. Para que esto suceda es clave la coordinación entre sectores privados y públicos que permitan construir un objetivo común. Se pone a prueba la capacidad territorial que demuestre que somos capaces de colocar el éxito de las oportunidades que se brindan por sobre las diferencias locales. Insisto, el buen o mal desempeño marcará un hito en la economía turística y de servicios. Tenemos pocos meses y debemos trabajar rápido. No debemos desaprovechar la oportunidad.
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