Uno de los puntos más importantes por la cuales deberíamos trabajar en las regiones, es crear una denominación que permita crear una matriz de desarrollo regional eficaz y sustentable, que aproveche las ventajas comparativa de cada territorio y que sepa entender la gran diversidad existente y lo proyecte con las diferenciaciones propias de cada región. Los criterios para desarrollar estrategias deben necesariamente contar con procesos de innovación medioambiental, abarcando los diferentes aspectos regionales, desde el tratamiento de los residuos orgánicos, diseño de productos, negociación de las relaciones entre las empresas y los municipios, proveedores en servicios y la relación de todos ellos con el gobierno regional.
Toda actividad productiva y comercial debería tener como base la Eco-sustentabilidad y debería desarrollar las habilidades necesarias para definir los procesos, evaluando criterios ambientales.
Para que una gestión se le pueda denominar Eco-eficiente, tendríamos que crear diagnósticos y protocolos de fundamentación, que engloben toda la política medioambiental regional y su problemática orientada a la misma matriz de desarrollo, controlando los impactos de los procesos de gestión a través de un Eco-diseño, que considere un sistema de gestión ambiental al diseñar los diferentes productos y servicios regionales, asegurándonos un nivel adecuado de protección del medio ambiente y proyectando regiones con comunidades sustentables.
La ecología no solo protege la flora y fauna, también defiende la salud de las personas y la proyección social y cultural de los habitantes de las regiones, permitiéndoles continuidad, proyección y optar a una mejor calidad de vida. La gestión de los recursos naturales y la armonía con el ser humano, se ha transformado en un tema de importancia vital para las sociedades modernas y debemos tener la capacidad de entender que cualquier decisión o complementación de cualquier estrategia de desarrollo, tendrá necesariamente que aprovechar las oportunidades comparativas de cada región.
Existen modelos que incrementan la productividad económica, pero que degradan invariablemente el medio ambiente a tal punto, que no permiten un desarrollo sustentable, precisamente por no saber considerar la Eco-gestión como un bien supremo. Si las regiones tuvieran la capacidad de implementar estrategias de desarrollo con una exigencia real en la Eco-gestión y lo asimiláramos como punto de partida de cualquier emprendimiento, le entregaríamos a los territorios un plus propio y los re-impulsaríamos a niveles de proyección de negocios y servicios con características propias, permitiéndoles marcar una diferencia en positivo en busca de sus objetivos.
En Chile el modelo de desarrollo se ha sustentado en la búsqueda de la variable productiva como objetivo final y en ese andar hemos confundido desarrollo con crecimiento. El crecimiento es totalmente independiente del desarrollo económico y viceversa. El desarrollo económico es esencialmente la inversión del crecimiento en la búsqueda de una mayor producción, haciéndonos creer que es una variable de bien público; esta confusión ha generado conflictos trascendentales entre la sociedad y el medio ambiente, perfectamente evitables si analizamos como corresponde lo que verdaderamente necesitamos para consolidar un desarrollo sustentable.
No podemos pretender proyectar regiones en vías de desarrollo, si no contamos con una “matriz de desarrollo” que respete el medio ambiente y las comunidades que las habitan y que a través de este concepto logremos generar los incentivos correspondientes, mejorando la gestión y transformándola en una Eco-gestión con denominación de origen.
No podemos pretender proyectar regiones en vías de desarrollo, si no contamos con una “matriz de desarrollo” que respete el medio ambiente y las comunidades que las habitan.
Desde la incorporación de Chile en la OCDE, la organización mundial ha recomendado que debemos fortalecer las regiones como punto de apoyo, con estrategias de desarrollo que cuenten con un enfoque más territorial, incorporando en todo sentido a las comunidades a la hora de planificar, con una agenda realista y con un protocolo de trabajo más regionalista que el actual.
Algunos creen que basta con tener presencia en el mercado mundial, jugar con las ventajas comparativas, contar con un buen marketing y con eso solucionamos el problema y nos frotamos las manos. Lamentablemente, ante la globalización y la transparencia de la información que existe en la actualidad, hacen que estas variables sean más complicadas y difíciles de llevar si buscamos la verdadera proyección de las regiones en busca de la sustentabilidad y que además perduren en el tiempo.
Para lograr la estabilidad y la proyección ante el mercado mundial, que valore en sí mismo a las regiones y sean una denominación de origen que les permita diferenciarse, no basta con tener los productos y los servicios; lo importante es generar procesos productivos limpios y éticos, si no queremos que en un futuro no tan lejano ser considerados un país sucio y sufrir las consecuencias.
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