“Desechen la imagen del dios de los blancos que ansía nuestra lágrimas y escuchen la voz de la libertad que habla en los corazones de todos nosotros” (Arenga del sacerdote vudú Boukman en la Gran Insurrección del Norte, verano de 1791).
Al momento de hablar sobre los procesos de independencia producidos en las emergentes repúblicas americanas, comúnmente se mencionan grandes líderes militares criollos, tales como José de San Martín, Simón Bolívar, Bernardo O’Higgins, José Artigas o Agustín de Iturbide. Al igual como se destacan grandes relatos épicos y políticos encabezados por dichos libertadores, enmarcados en los anales de la historia independentista de las naciones americanas.
En alusión a este retrato generalizado, es importante señalar que los procesos de independencia son mucho más complejos y particulares según cada contexto de la región. No obstante, encontramos un punto en común al observar que estos levantamientos fueron impulsados por estandartes y grupos de parentesco criollo que integraron tanto la élite como la nobleza de las sociedades coloniales. Por lo que la participación de esclavos y campesinos quedaba relegada a sus roles estamentales.
Es en esta dimensión en donde el proceso de independencia generado en Haití desde 1789 hasta 1804 preserva su inmensa relevancia para comprender las diversas problemáticas de la historia americana. No sólo porque Haití fue la segunda colonia en independizarse después de las trece colonias inglesas conocidas actualmente como Estados Unidos, sino que además, fue la primera revolución libertadora de América producida por esclavos y campesinos de la antigua isla de Santo Domingo, quienes establecieron la primera república afrodescendiente y antiesclavista del mundo moderno.
En este sentido, al referirnos al proceso de independencia de Haití aludimos, según Grafenstein, “al proceso más radical y profundo en cuanto a los cambios políticos, sociales y económicos logrados” (2010). Es la llamada “Revolución Haitiana” que emergió de forma coetánea con la Revolución Francesa, dos procesos de emancipación divergentes en cuanto a la concepción de libertad puesta en cada horizonte. Alzándose desde la rebelión occidental una libertad ilustrada dirigida para ciudadanos hombres-blancos, en contraposición a la revolución caribeña que blandió una libertad antiesclavista y anticolonialista.
A partir del tratado del Rijswijk en 1697 la corona francesa en conflicto con la monarquía española e inglesa, toma el control de la denominada isla de Saint-Domingue. Desde este periodo la isla con soberanía francesa comienza a experimentar un proceso de prosperidad económica, transformándose en el principal dominio francés y en una de las colonias más ricas del mundo, en consecuencia, de la excesiva explotación de una mayoritaria población esclava campesina destinada a trabajar en las plantaciones de azúcar, café, añil y algodón.
La inmensa mayoría de la población de Santo Domingo francés estaba constituida por esclavos, muchos de ellos nacidos en África, otra pequeña parte de negros criollos (o mulatos) y otra aún más reducida de negros libres. De igual manera, esta población no solo representaba una mayoría demográfica, sino que también, acorde a un censo de 1791, conformaba la mayor riqueza de la isla en relación a pesos de plata invertidos en bienes productivos (Grafenstein, 2010). Es decir, el mayor gasto de plata estaba dirigido en la compra, tenencia y propiedad de esclavos.
La importancia del proceso de liberación de Haití en la historia de América reside en su gestación popular, en términos de pueblo esclavista afrodescendiente que materializa una revolución antisistémica, al poner en tela de juicio la lógica racista y esclavista que el mundo occidental impuso al continente
Acorde a la literatura historiográfica, las primeras tensiones en la estructura local de la isla fueron suscitadas por los conflictos entre los grandes propietarios blancos, que buscaban independizarse en miras de la explotación latifundista sucedida en Estados Unidos, y los comerciantes junto a funcionarios de la colonia que deseaban continuar su vínculo con Francia. Sin embargo, las principales tensiones fueron generadas a través de la creación de un sentimiento libertario emergente por las ideas de independencia que circulaban en cada rincón de la isla y eran compartidas por gran parte de la población esclava.
Más allá de una tensión en específico, es importante comprender que la población esclava encarnaba una condición de maltratos, explotación y subyugación hereditaria, por lo que el horizonte de libertad era el único medio para transformar su realidad. Así en 1791, se da paso a la primera insurrección esclavista en contra de sus amos en la zona norte de la isla, surgiendo un periodo de revueltas, matanzas y batallas que permitirán la abolición de la esclavitud en 1793, rectificado por la Convención francesa en 1794 hasta lograr la proclamación de su independencia en 1804.
Al margen de cualquier fecha en particular, lo fundamental es destacar que la importancia del proceso de liberación de Haití en la historia de América reside en su gestación popular, en términos de pueblo esclavista afrodescendiente que materializa una revolución antisistémica, al poner en tela de juicio la lógica racista y esclavista que el mundo occidental impuso al continente americano. Además, de haber generado una revolución epistemológica, al pensar y ejercer las nociones de libertad, revolución y justicia desde concepciones autóctonas propia de su realidad y de su acervo afro histórico.
En suma, el proceso de independencia de Haití es tierra fértil que invita de manera ineludible a la reflexión anticolonialista y a repensar nuestras concepciones tanto nuestras posiciones acerca de la libertad. Puede ser por esto, que los grandes relatos épicos, políticos y líderes haitianos como el sacerdote vudú Dutty Boukman o los libertadores Toussaint Louverture, Jean-Jacques Dessalines y Alexandre Peti quedan relegados en relación con otros personajes al concebir comúnmente los procesos independencia en la región americana.
Von Grafenstein, Johanna. “El proceso de Independencia haitiano: 1789-1804”, en Historia comparada de las Américas, sus procesos independentistas. Patricia Galeana (coord.), México, Siglo XXI, 2010. pp. 91-116.
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