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Crisis en Haití. Otra vez

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Estos días, aparece en las noticias que hay manifestaciones en Haití. Voy a ser franca: Creí que estaban recordando las del año 2004, que fueron por estas fechas (comenzaron el 5 de febrero y culminaron el 29 con el golpe de Estado y la intervención (invasión) franco-canadiense-norteamericana), así que no presté atención. Pero me entero que es una nueva crisis (que comenzó el 7 de febrero). Y la pregunta que me llevo haciendo desde que me enteré que sí, es otra crisis, es: ¿Qué cuernos pasa en ese país!!!!!?


En un país donde el 55% de la población vive en zonas rurales, el que tengan que importar arroz, vital en su sistema de alimentación es algo incomprensible

No puedo ponerlo de manera más delicada o políticamente correcta. Y ello se debe a que tras febrero de 2004, cuando Estados Unidos, Francia y Canadá invadieron ese país para derrocar a Aristide, siguiendo la larga tradición norteamericana al respecto que se remonta a 1915, Haití estuvo bajo el alero de la Organización de Naciones Unidas, y lo estuvo hasta hace no más de un año, porque si bien la MINUSTAH se dio por terminada en abril de 2017, el retiro se prolongó durante meses.

Así, Haití durante más de 15 años estuvo bajo control directo de Naciones Unidas.

Y aquí es donde me nace el sentimiento de estupefacción que me embarga. Porque el ejercicio fáctico de ese control fue la MINUSTAH, la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití. ¿Se comprende la palabra «estabilización»? Si quien lea esto no la entiende, significa  que lo que debían hacer los países participantes (entre ellos Chile) en Haití, durante los años que durase la misión, era establecer un entorno seguro y estable; apoyar la supervisión, reestructuración y reforma de la Policía Nacional de Haití; prestar asistencia mediante programas integrales y a largo plazo de desarme, desmovilización y reinserción (DDR); coadyuvar al restablecimiento y mantenimiento del estado de derecho, la seguridad pública y el orden público; proteger al personal de Naciones Unidas, los servicios, las instalaciones y el equipo y proteger a los civiles que se encuentren en riesgo inminente de violencia física; apoyar el proceso político y constitucional; ayudar en la tarea de organizar, supervisar y llevar a cabo elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales libres y limpias; socorrer gobierno de transición y a las instituciones y organizaciones haitianas en sus esfuerzos por promover y proteger los derechos humanos; e informar sobre la situación de los derechos humanos en el país.

Un año después de que la misión se diera por satisfactoriamente concluida, hemos vuelto en la máquina del tiempo a 1994, o 2004, o escoja una fecha, cualquiera sirve porque Haití vive en crisis desde hace 200 años.

Manifestación tras manifestación, tras manifestación, tras muertos, tras muertos… una y otra vez la misma historia. Porque la situación de Jovenel Moise, actual presidente de Haití, solo es diferente a la de otros “presidentes”  (sí, es sarcasmo) de ese país en el nombre. Hagamos un breve recuento: En el 2015 se realizaron elecciones «democráticas» (sí, es retintín), teñidas de discursos antiimperialista y antioligárquicos, en donde el «presidente» (sí, sarcasmo de nuevo) en funciones, Michel Joseph Martelly, iba a entregarle el mando al que era el único candidato, Jovenel Moise, porque así votara una persona, Moise iba a terminar siendo presidente. Mire la fecha: 2015. Aún estaba en funciones la MINUSTAH, cuyos soldados participaron activamente en la «jornada electoral» (deja vú de 1994, pero en vez de MINUSTAH fue UNMIH)

Vamos al contexto. Una de las cosas que hizo Martelly durante su gobierno (entre muchas de su largo prontuario),  fue dar la explotación de algunas minas en el norte del país a empresas extranjeras (hay 15 multinacionales de la minería en el país y 12 de ellas son canadienses). Eso impuso, como está ocurriendo en Colombia, y como ocurre en Perú y Ecuador, el masivo desplazamiento de población rural de esas zonas. ¿Hacia dónde? Primero hacia las áreas urbanas; pero, sin nada que hacer, en un país con 70% de su población activa sin trabajo, esas personas fueron usadas como “armas de migración masiva” , usando el término de Kelly Greenhill, y enviadas a otros países. O sea, fueron migraciones forzosas provocadas, con el fin 1) de obtener los beneficios de las remesas manteniendo ficticiamente altos los precios de los comestibles; 2) librarse de un problema, que es tener mano de obra ociosa a quien mantener.¿Le parece curioso que precisamente en esas circunstancias, Chile haya comenzado a tener una masiva llegada de haitianos? No, no lo es. Pero más relevante es que no ignoremos la gravedad de la crisis de alimentos en Haití, porque se generó tras la imposición norteamericana de importar productos agrícolas de ese país en la década del 2000 y ahora tiene a la isla con la producción de alimentos en el nivel más bajo de los últimos años. En un país donde el 55% de la población vive en zonas rurales, el que tengan que importar arroz, vital en su sistema de alimentación es algo incomprensible. Tampoco miremos en menos el problema de las remesas, porque parte de la fortuna de Martelly se debe a los ingresos corruptos que ha obtenido mediante la especulación alimentaria, que se retroalimenta con las remesas, una de las causas de la devaluación del gourde frente al dólar estadounidense, que aumenta los precios de los productos de primera necesidad, mayoritariamente importados. Círculo vicioso.

Ese país es el que gobierna/gobernaba (o lo que sea que hiciera) Jovenel Moise, heredero de Martelly, neoliberal, exportador de bananas (“Jovenel Moise Neg bannann nan”) hasta hace unos días. Electo el 2016 con el 55% de los votos (que en la realidad fueron 500.000 votos, de un total de más de 6 millones de personas aptas para votar), Moise se centró en lo que prometió: la creación de zonas industriales de libre comercio, la minería, la agroindustria y el turismo de lujo. Sí, leyó bien, turismo de lujo en Haití. Alentar a los inversionistas como Best Western, Marriott y Royal Occidental Hotels & Resorts y NH Hotel Group para que sigan explotando la costa haitiana cobrando US $1.660 por una semana. Vuelva a leer: turismo de lujo mientras 70% de los haitianos están sin trabajo.

¿Quienes apoyaron a Moise? Canadá que le donó 91 millones de dólares para el presupuesto de Haití, la Unión Europea que donó 31 millones de euros para el presupuesto de Haití, Chile (a saber cuánto donó en nuestro nombre la Presidenta Michelle Bachelet, porque sólo en la reconstrucción de la Escuela República de Chile aportó con más de medio millón de dólares), obviamente el Estados Unidos de Barack Obama, sin olvidar las donaciones de más de US$9.000 millones hechas por organizaciones de ayuda humanitaria desde 2010 (organizaciones que, curiosamente, no contratan a haitianos), además del aporte hecho desde Naciones Unidas de US$120 millones tras el huracán Matthews del 2016.

Entonces ¿Por qué no sale adelante Haití? Ah, es que hablamos de uno de los países más corruptos del mundo. Y el señor Moise lo era incluso antes de asumir el mando (es imposible que los gobiernos donantes no supieran de la acusación de lavado de dinero que involucraba al banco estatal Banque Nationale de Crédit (BNC); ni del asunto de préstamos ilegales del Banco Popular Haitiano (Banque Populaire Haitienne)). O sea, tenemos a varios países (incluyendo al nuestro) con una campaña sobre no discriminar a los migrantes haitianos que han llegado al país, en imponerlos como mano de obra en reemplazo de la nacional, mientras nuestros dirigentes le donan millones de dólares a políticos corruptos haitianos, sabiendo que lo son, y que explotan a su población, que termina migrando a países como México, Ecuador o Chile, enviando remesas y volvemos al círculo vicioso. No hay nada, absolutamente nada que sirva de excusa para los gobiernos que han estado “apoyando” a Haití, para alegar sorpresa ante lo que está pasando, porque es imposible que ignorasen que Martelly gobernó Haití bajo decretos, el Congreso ni siquiera funcionó debido a los constantes fraudes electorales y que todo lo que le preocupaba era favorecer los intereses de la elites agroexportadoras y facilitar el saqueo de recursos naturales del país. ¿Ve que era importante saber que Moise era exportador de bananas?

En un país como Haití, donde más de un millón de personas no tienen donde vivir, porque no tienen un techo en sus cabezas, aunque se han donado millones de dólares para reconstruir, ¿Cómo puede darse el lujo de que gente joven venga a trabajar como mano de obra en la construcción de edificios en Chile, porque en su país, con una necesidad dramática de urbanizar, no los contratan ni siquiera las ONGs que declaran haberle dado a esa misma gente millones de dólares? Más terrorífico aún es el hecho de intentar entender cómo un país como Canadá, cuyos dirigentes deben saber perfectamente estas y otras situaciones que ocurren en la isla, ofreciera (sí, ofreciera) enviar tropas a Haití tras la salida de la MINUSTAH. Y que la UE exigiera la importación, sin tasas aduaneras, de productos europeos a la isla, quitando ingresos al país “más pobre de América”. Lo de PetroCaribe , desencadenante de la actual crisis, es un pelo de la cola ante la magnitud del desastre que es Haití. Y que esta vez ocurrió no solo bajo control de Naciones Unidas, sino con su total apoyo, y con el total soporte de gobiernos como los de nuestro país, sin importarles en absoluto nuestra opinión.

¿Debemos “ayudar” a Haití? No. Porque mientras nuestros gobiernos nos dicen que hacen eso, en realidad lo que hacen es hacer tratos con políticos corruptos haitianos que tienen a ese país hundido, políticos con los que probablemente nuestras oligarquías tienen tratos comerciales que implican saquear a ese país y tener mano de obra barata a disposición. Esta vez hagamos algo diferente: Dejemos a Haití solo. Que los haitianos arreglen por su cuenta el problema, sin ayuda, sin intervención. Como lo hagan es asunto de ellos, lo que ocurra, sin importar la gravedad, que sea asunto de ellos. Cualquier otra alternativa es mantener la rueda del círculo vicioso girando.

 

TAGS: #Haití

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Comentarios

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Juan M

15 de febrero

Suena cruel lo que voy a decir, pero estoy 100% de acuerdo a lo que plantea este articulo.
Me declaro politicamente incorrecto, dejemos a Haiti solo, ni un centavo ni nada. Chile debe mantenerse lejos de este zapato chino. Y lo ultimo, cerrar nuestras fronteras, aunque griten los grupos de derechos humanos y religiosos.

19 de febrero

No tiene idea Juan cuanto me costo escribir esto. Porque personas estan muriendo. De hambre, de enfermedades llevadas por la misma MINUSTAH como el colera, por los desastres naturales, y decir «dejenlos solos, no mas ayuda» no deja de ser un conflicto para mi. Pero tras mas de 5 años estudiando a Haiti y leyendo su interminable y ciclica historia de desastre tras desastre, de verdad creo que lo unico que corresponde hacer es aislar a ese pais. Aislarlo por completo. ¿Como se la arreglen? no es asunto nuestro. ¿Moriran personas? no es asunto nuestro. Porque tras mas de 100 años de intervenciones y de decirle a los haitianos qué deben hacer, y de «ayudarlos», ese pais esta igual que en 1900.

Dejarlos solos es cruel, pero no pueden decir que han ido a «ayudar» a Haiti. Yo estudie a fondo desde 2004 hasta 2010, y la ayuda fue CERO. Esa hipocresia, de creer que los haitianos necesitan esa ayuda, es infinitamente peor que la de dejarlos solos y que se la arreglen

Javi-Al

15 de febrero

Al parecer Haití es un estado fallido, eso ha servido para hacer todo tipo de experimentos , algunos con objetivos nobles pero me imagino por lo que se expone, también de los otros más malignos, al final del día, más y más miseria y sufrimiento. Chile no sólo ha cometido errores como el seguir el juego a las potencias enviando tropas, sino que también a sido un generoso y párvulo vaso receptor de esa población, en ese escenario nadie se explica como masas, miles de personas, puedan costear un vuelo bastante caro a nuestro país para luego estar vendiendo sacos y sacos de zapatillas en las calles, hay mano negra (si, de esas ocultas). Comparto lo que se señala, entregar y entregar recursos a un sistema corrupto, es sólo mantener una situación absurda, un zombie, quizás sea hora que se toque fondo y ese pueblo pueda auto reconstruirse sin tanto «asesoramiento» externo.

Pablo Correa

16 de febrero

Totalmente de acuerdo con su análisis Marcela. Solo me pregunto cuanto rato va a pasar hasta ver los comentarios de algún coyote jesuita o del INDH, condenándola al infierno por los mismos.

19 de febrero

Nos han mentido tanto desde esas organizaciones, tanto tanto (como ud no tiene una idea), que me da lo mismo lo que me digan al respecto de la situacion de Haiti, porque a diferencia de esas organizaciones, yo no gano nada explotando a ese pais 🙂

Claudio Carol Manriquez

06 de marzo

Nuevamente es un agrado leer este tipo de artículos. El problema de Haití es mucho más complejo que simplemente «darle plata a los negros para que vivan mejor» recuerdo una vez que me tocó supervisar la entrega de ayuda humanitaria en un colegio ahí por el 2006. Las ordenes eran dar un paquete por familia y sólo ha quienes tenían hijos asistiendo a aquel colegio (eran utiles escolares). Pronto empezamos la operación, los vecinos corrieron la voz y lo que en un principio era un simple tramite se volvió un pandemonio. Miles y miles de personas ingresaron al colegio a saquear la ayuda, muchos de ellos traían machetes consigo. y empezarón a machetearse. Lo más tirste, fue que muchas de esas cajas terminarón en el comercio informal, de hecho me tocó ver como un comerciante de la zona había acaparado como 40 de ellas.

El problema de haití debe ser solucionado exclusivamente por ellos.

06 de marzo

Claudio Carol Manriquez

Pues el agrado es para mi que alguien que estuvo alla concuerde conmigo.

Me gustaria que ud escribira algo sobre su experiencia. Porque si ve en el Quinto Poder, pareciera que soy la unica que conoce situaciones como la que ud cuenta. Si ud comentara en un articulo lo que ud vio, ayudaria a las personas que lo lean a que entiendan la real dimension del problema haitiano, y comprendan que de verdad, sin ningun asomo de racismo, la unica solucion para ese pais es aislarlo y que se la arreglen por su cuenta.

onceemefueelpsoe

11 de mayo

Bueno a lo mejor todo esto sirve para que la gente se vaya enterando de algunas cosas
1- la ONU y las ONG,s no son mas que organizaciones de parasitos y ladrones de dinero publico que deben desaparecer son lo peor y sus empleados son lo peor, hacen turismo solidario, se mueven por el mundo pobre en vehiculos de lujo, explotan economica y hasta sexualmente a las poblaciones locales y no ayudan a nadie si no a ellos mismos y a sus jefes socialistas
2- Canada, ese pais con tan buena fama es una de las peores lacras para la libertad en el mundo, viven de un colonialismo encubierto , explotan de manera criminal los recursos naturales de numerosos paises pobres, a imagen y semejanza de su Papa Francia y ni siquiera se los considera colonialistas ya que siempre lo hacen de manera malvada y disimulada, mueven a poblaciones locales expulsandolos de su tierra y por supuesto promueven esa apestosa ideologia socialista como los parasitos y pederastas de la ONU y de las ONG,s.

claro que dejarlos solos seria duro pero dejarlos acompañados de los criminales de la ONU de las mafias socialistas de la Union Europea y de los expoliadores canadienses es aun mucho peor para ellos asi si que no tienen ni una posibilidad de salir adelante

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