Corre el año 2011 y un director -ni tan conocido ni tan desconocido- estrena su última cinta. Quien habría colaborado en varias oportunidades con los míticos Clooney y Pitt se decide por una ficción social con ligeros tintes apocalípticos. Nueve años más tarde, la película parece ser una tragicómica parodia (o quizás una profunda revelación) de la pandemia que azota a la humanidad.
«Contagio» es el nombre elegido por Steven Sodebergh para el film. Con una batería de estrellas tales como Marion Cotillard, Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Kate Winslet, este joven cineasta grafica como es que, a raíz de una enfermedad desconocida originada en las tierras orientales, se desata una pandemia que pondrá en jaque a toda la humanidad y sus formas de ordenamiento social. Lo que es más interesante, sin embargo, es la intromisión de un personaje clave para la película. Y es que son muy claras las similitudes entre la pandemia de «Contagio» con el nefasto Sars-CoV2, pero ¿qué rol vienen a cumplir los medios de comunicación en este desafío para la humanidad? La respuesta la tiene Jude Law, quien interpreta en la cinta a un periodista y blogger con una sólida base de seguidores. Law empieza a sembrar lentamente el terror en la población mediante su labor pseudo periodística e informativa. A través premisas falsas, alarmismo y una maquiavélica forma de hacer investigación, el personaje interpretado por el actor inglés logra rápidamente poner en duda los canales oficiales de información y contención tanto de la propia enfermedad, como de la reacción de la gente frente a esta. ¿El resultado? pánico y caos.La desinformación, el sesgo, las pos verdades. Toxinas sociales que se inoculan en la gente de forma veloz y certera.
La desinformación, el sesgo, las pos verdades. Toxinas sociales que se inoculan en la gente de forma veloz y certera. En estudios de la comunicación se utiliza el concepto de «aguja hipodérmica» para demostrar el poder y la influencia que alguien con una plataforma tiene sobre la opinión pública. Un medio de comunicación, ya sea oficial o alternativo, o simplemente un conspiracionista temerario. Cuando se manipula a la gente, una enfermedad quedaría relegada a ser solo la chispa. La mecha es otra: el miedo.
El miedo es un reguero de pólvora que solo necesita el más mínimo contacto ígneo para estallar. Y esta llamarada puede venir de muchas partes diferentes. Un comunicador con suficiente poder informativo puede poner en duda todo lo que creemos cierto -y mejor ni hablar de lo que un medio o una cadena puede lograr en ese aspecto- porque, sea como sea, somos seres que se comunican, pasiva o activamente. Y como comunicadores natos, necesitamos recibir información para procesarla, retroalimentarla y re-comunicarla. Un líder de opinión (también descrito en los estudios sobre ciencias de la comunicación) es alguien que tiene la palestra y la cercanía suficientes para ser tanto creíble y confiable, como poderoso e influyente. Jude Law en Contagio era el líder de opinión tan temido por los canales oficiales como la CDC (Center for disease control, o centro de control de enfermedades en español) y el propio gobierno estadounidense. La espina. La piedra en el zapato de los que luchaban por mantener la calma y el orden.
Vemos, durante estos tiempos complejos, que aparecen muchos Jude Law. Átomos rebeldes que ponen en riesgo la integridad del reactivo completo. Muchos medios o comunicadores solitarios, enemigos de la tranquilidad; hermanos de las teorías conspirativas y todo lo que pueda ser tentadoramente fácil de ser escuchado, importe o no lo válido que sea el discurso.
Cuando vemos que salen a la luz cada vez más «tratamientos» naturales o alternativos. Cuando leemos sobre el «miedovirus» y la «plan-demia» estamos enfrentándonos a Jude Law en Contagio. Un vector de infección social, un catalizador del pánico colectivo que es más contagioso y posee un potencial pandémico más grande que la propia enfermedad. Las grandes instituciones que lideran la batalla pierden terreno ante las pequeñas voces, que juntas y en el momento y lugar correctos, se transforman en un grito ensordecedor. La OMS pierde credibilidad (en parte por su mala gestión). Esperemos, sin embargo, que no llegue el punto en que el miedovirus se haga realidad. Porque cuando el pánico aflora, el tejido social tan cuidadosamente hilvanado y claramente delicado, puede rasgarse hasta no tener costura que logre recomponerlo.
Spoiler Alert.
Finalmente en la película, el periodista es llevado a un juicio (cuando el mundo ya se empieza a recuperar, lenta y dolorosamente, con millones de muertes y una cicatriz de distanciamiento social) por esparcir noticias falsas y sugerir un tratamiento con un medicamento no aprobado. En suma, hay que inmunizarnos y cuidarnos, tanto de la propia enfermedad como de los factores de riesgo social como lo pueden llegar a ser los que buscan esparcir el temor.
El cine siempre va a ser un logotipo de la realidad. Una muestra de lo que simbolizan ciertos elementos de nuestra historia y existencia. Solo que, cada cierto tiempo, ese logotipo es tan avanzado que representa el imaginario de algo que aún no ha sucedido, pero que puede llegar a convertirse en realidad. Y es que el arte se enmascara para ofrecernos un panorama de falsedades con potencial de verdad. Esperemos que, en un futuro cercano, un director visionario estrene una cinta que prediga cómo superamos este terrible mal.
Comentarios
31 de julio
Ley de Brandolini: “La cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez es muy superior a la necesaria para producirla”.
Y a modo de aclaración, científicos, en octubre del 2007, advirtieron sobre los peligros de una pandemia:
Saludos
+1
31 de julio
No entiendo muy bien a dónde apunta tu «crítica» que además de muy superflua me parece academicista citando leyes y conceptos.
A modo de aclaración: esta es una columna de cultura, no de ciencia. Por tanto, escribo en contexto a lo que propongo y no estoy inventado ni teorizado nada.
Basta con leerte para darte cuenta que pesas menos que un paquete de «pop corn» (en Inglés para que tu cabeza siutica lo entienda)
31 de julio
Se me quedó algo en el tintero: haber publicado a destajo no te hace un intelectual, ni un conocedor.
Que tengas buena tarde
31 de julio
Update:
Ley de Brandolini: la ley que personajes patéticos, grandilocuentes y con ínfulas de grandeza inventan.
Tu ley no existe.
0
31 de julio
Don Ignacio, debe saber que no lo estaba criticando, más bien estoy de acuerdo con su artículo, solo quería agregar que fueron científicos los que advirtieron el peligro de una nueva pandemia.
Por su enojo, me parece que lo ofendí.
Saludos