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UC: El problema no es el alza, es la falta de transparencia

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Esta semana la Universidad Católica dio a conocer el costo arancelario de sus carreras para el 2012. El alza anunciada para los aranceles no es una sorpresa, puesto que año a año éstos suben, siendo cada vez más caro entrar a la universidad. De esta manera, aquellos estudiantes que quieran entrar a la UC este 2012 deberán pagar más que quienes ingresaron el 2011 por el solo hecho de ingresar un año después.

El alza tiene dos aristas: una tiene relación con la inflación (reajuste IPC), y la otra con un alza definida por la universidad. Aquellos estudiantes que entren a primer año este 2012, sufrirán ambas alzas, por lo que el valor de la carrera será, por un lado, 3.8% superior que el año anterior (Alza IPC a noviembre de 2011), y por el otro, 1.3% superior que el arancel 2011 reajustado por IPC, lo que consistiría en el alza real del arancel. Aquellos estudiantes que pasen a segundo año o cualquiera superior, tendrán que asumir solamente el reajuste por IPC.

Para poner un ejemplo: Licenciatura en Historia, Generación 2012

Arancel generación 2011: $2.680.000

Arancel generación 2012 (click aquí): $2.820.000

Al hacer el reajuste por IPC, 3.8% a Noviembre de 2011, el arancel queda así: $2.782.858, por lo que el alza real alcanza un 1.3% aproximadamente, lo que equivale a $37.141.

El análisis general de la situación nos indica que el arancel más bajo para una carrera de pregrado en la Universidad Católica es de $2.820.000, y que el arancel más alto llega a la suma de $5.280.000. Es esta situación la que nos parece realmente lamentable, más allá de cuál sea la cifra del aumento específico para este año 2012, puesto que consideramos que el hecho que la carrera más barata de nuestra universidad bordee los 3 millones de pesos, es una realidad inaceptable. Más todavía cuando estas carreras no necesitan grandes avances en cuanto a infraestructura y tecnología, así como tampoco destacan por ser las de mejor futuro laboral. Por otro lado, también consideramos preocupante que esta alza de aranceles no tenga ninguna justificación pública, que permita comprender su aplicación.

Más allá de lo injusta y segregadora del alza en sí, el problema es que no existen herramientas para criticar la decisión tomada por la Dirección Superior años atrás, de reajustar, por cierta cantidad de años, los aranceles por sobre el IPC, para cubrir las necesidades de la Universidad. No existen herramientas, porque no se sabe cuáles son esas necesidades, ya que la información no es pública. Si alguien, en algún momento, explicara en qué se gasta el (muchísimo) dinero recaudado sólo por el concepto de arancel anual, los estudiantes tendríamos la capacidad de criticar las inversiones de la Universidad, que son financiadas por los bolsillos de nuestras familias, y no sólo quedarnos en la manifestación de descontento por el hecho concreto del alza de aranceles.

Creemos que la Pontificia Universidad Católica de Chile está en pie como para considerar, dentro de sus indicadores de calidad, la diversidad en la composición socioeconómica de sus estudiantes, como una arista fundamental, por lo que nos parece lamentable que esto se quede sólo en los discursos y en las buenas intenciones. Más aún, después de un año como el 2011, en el cual una de las grandes críticas hechas por la ciudadanía es la alta elitización de las universidades, demandando mayor integración social, la decisión de las autoridades va justamente en el sentido contrario, puesto que dicha elitización se ve dramáticamente reflejada en nuestra universidad, en donde el 70% sus estudiantes pertenece al quintil más rico, y apenas un 20% a los primeros tres, lo que difícilmente cambiará con el nuevo ajuste arancelario.

El problema radica, entonces, en la arbitrariedad con que se toman las decisiones y el poco compromiso por hacer de nuestra Universidad Católica, una verdaderamente conectada con el Chile real. Ante esto, un grupo de estudiantes hemos convocado a una manifestación pacífica en el frontis de nuestra Casa Central, con el fin de que las autoridades se hagan conscientes del descontento transversal que existe en la comunidad universitaria, respecto de este tema en específico. Esperamos que esto se traduzca en la inclusión, por parte de las autoridades, de todos los sectores integrantes de la Universidad en torno a temáticas que muchas veces nos competen y afectan, directa o indirectamente.

* Entrada escrita por María Paz Asenjo y José Tomás Labarca, presidente del Centro de Alumnos de Historia (UC).

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Foto: Pontificia Universidad Católica de ChileLicencia CC

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2 Comentarios

abechtold

abechtold

El año 96, con la loable premisa de crear la beca Padre Hurtado, se le subió a los estudiantes un 25-30% real, de golpe y porrazo. Obviamente la UC quedó como reina, dado que daba «gratuitamente» educación a 200 estudiantes de escasos recursos.
Finalmente, como dijo el Presidente, alguien siempre paga las cosas….el punto es QUIEN..

gabmarin

Esta es una discusión que es parte del debate más profundo sobre el sentido de la UC. ¿Debe ser una universidad al servicio de los más pobres, siguiendo los postulados de la doctrina social de la Iglesia? ¿O, por el contrario, debe influir en los destinos de la sociedad a través de la formación de un grupo significativo de la élite que dirige el país? La opción prioritaria siempre ha sido la segunda, algo que en un escenario tradicional (con bajo acceso a la universidad) parecía normal. Sin embargo, con la masificación del acceso a la universidad ocurrido en las últimas décadas, debiera preguntarse si esa línea debe mantenerse.