La fotografía muestra, en su plano de fondo, un pedazo oriental del edificio de la Unctad en Santiago de Chile. Se había inaugurado el 3 de abril de 1972, como sede de la “III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en el Tercer Mundo”. Perdón: es el “Edificio Diego Portales” de la junta de la dictadura (1973-1989). ¡No, leso!: es el “Edificio Gabriela Mistral” de la “vuelta a la democracia”. Tampoco: simplemente el “Centro GAM”…
Construido en un “tiempo récord” (“275 días”), por los corazones obreros de Santiago, encendidos ellos por la utopía social del siglo XX chileno (y de otros rincones), fue inaugurado por el “compañero Presidente” en persona. Y pues, ¿qué fue de las Unctad? Increíblemente (para much@s), ya van en el número XIV –en medio de esta burocracia de ilusiones un tanto fingidas y perfectamente inútiles de la mayoría de la ONU…
Apenas diseñado, más o menos en 1970, alguien preguntó en seguida: ¿qué haremos con la mole (bella o fea es otro cuento) cuando se cierre esa Unctad? Difícil consulta. Lo importante era el símbolo del proyecto socialista chileno contingentemente triunfante.
Pero pasó a entrar en la égida o (des)amparo del nombre: “Diego Portales”. O sea, no del que escribía esas sabrosas cartas en el 1830 –donde se mezclan los dictámenes del Maquiavelo chilensis y las consideraciones para las bellas damas–, sino de un constructo simbólico elaborado por cierta derecha consuetudinaria del país (que, dicen, se volvió a ex/poner en el triunfo del “Rechazo” (2022), la “amarga derrota” de las huestes “progresistas” de esta “larga y angosta”; aunque, para otr@s, una ex/presión del atavismo oligárquico sui generis de nuestros compatriotas).
Se había quemado, el edificio –la “primera vez”–, en 2006. Se incendiaron los remanentes de esta historia parcial, y apenas se la ha ido salvando, aun hoy, a pedazos. En la foto se ve cómo todavía los andamios sostienen un sector todavía infinitamente derruido. Aunque lo que importa hoy (15 de octubre de 2023; ¿se fijan como fijan el tiempo moderno occidental los números?), es el letrero tipo “Chacón”, pegado sobre la pintura nuevecita aunque de un color café horrible –en un matiz tipo “Gobernador Orrego”–, del muro que cubre la vereda del edificio.
En el poster alargado y bicolor se lee: “Eje cultural de la revuelta. Con el ejemplo de los caídos, a construir la fuerza popular”. Es que “es Octubre” y resuena en los “pasillos de la historia” ese: “Chile despertó”, la “Primavera de Chile”, la “Revuelta de octubre”…
El GAM pues y, ahora, el “estallido” –también nombrado “caos de violencias anárquicas e ilegítimas ”… Fue octubre, pero no es todavía, ni fue, la “revolución de octubre” –que, después, resulta que no fue en octubre pues la fecha “25 de octubre de 1917” corresponde al calendario juliano vigente en la Rusia zarista, después abolido por el nuevo Gobierno bolchevique. Y –“ni modo” con la historia humana–: si el 25 se pone primero como un revolucionario pre-bolchevique, en Chile el 25, que no ha cambiado en eso, sigue siendo el número de la “mayor marcha de Chile” –m/m millón y medio que no marchó a ningún lado pues se trataba de rodear al Baquedano (aún) de la plaza “Baquedano e Italia o Dignidad” –según cómo funcione o se interrumpa tu sufrido imaginario.
Nada de eso puede quizá ser tan relevante como el pendón de primer plano en la foto que reza: “La Gran Barra de Chile. Corrida 3K”. Y finaliza con un: “Rumbo a Santiago 2023. Juegos Pan/panamericanos”
Al lado del pendón (y no salieron en la imagen) había decenas de puestos de agüita envasada y miles de naranjas que se regalaban –en una demostración, me digo, que hambre/escasez pocaza hay hoy en la “larga y angosta· –o que los sponsors de la carrera, las transnacionales del siglo XXI, son, digámoslo así: generosas…
Un mediodía cotidiano y posmoderno santiaguino. “Mediodía” por el número que marca el reloj (¿o es por la posición del sol?). “Cotidiano” porque era “simplemente” la “Alameda popular” de la primavera del año 2023. Y “posmoderno” por la mezcla fáctica implacable de una cosa y su, digamos, opuesto –como si lo real no tuviera piedad con las categorías humanas que están siempre intentando “ordenarlo”.
Pues, ¿es feliz o triste el espectáculo que ocurre dentro y al frente de la fotografía de marras? Más bien las dos cosas, inextricablemente cuasi fundidas –es decir, en ausencia de categorías jerárquicas, categorías “de valor”, en el sentido de lo “verdaderamente valioso/despreciable humano”.
A varios miles de kilómetros de la Alameda de Las Delicias, en este “mismo minuto”, Gaza es invadida por tanques airados echando el polvo del desierto a los “cuatro vientos”. Los odios funcionan allá mejor que en otras regiones (incluso…).
Y desde esta ex capital del Reyno y Capitanía de Chile, me apresto a “subir”, el martes por la noche, el Norte de la “larga y angosta” porque este libro, “Estudio del sol”, se va de viaje (“En el camino/On the road”, tal cual, apostrofaría sin duda Jack Kekouac desde ese impresionantemente lejano 1951; y como si los números de las fechas dijeran algo aún).
En fin, para terminar aquí, solamente he tratado de ex/poner diversos “planos posibles de una fotografía”. Cosas más “relevantes” y “socialmente más significativas” seguramente están sucediendo paralelamente (pero yo no sé dónde…; lo que sé es que las potencias de la ilusionalidad humana no tienen límites a la visa).
Comentarios
29 de octubre
Pues los filosof@s se la pasan (a veces) toda la vida
por una idea. Y toda una «època» para llegar a decir =
«posmodernidad»..
Cuando ella està allì siempre. Bastarìa con permanecer
en el cotidiano de las experiencias y lenguajes,
y des-aparece la bella ilusiòn de orden y razòn –que
obnibulò maravillosamente a un Hegel (por ejemplo)..
Acà, en Santiago–Alameda de las Delicias de Chile, capas
de experiencias y lenguas muy revueltas…
0