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Chile y los presupuestos participativos

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Chile no se encuentra entre los países de la región que gocen de reconocimiento internacional por contar con buenas prácticas de democracia participativa.

No obstante aquello, desde hace 11 años se han estado desarrollando innovaciones participativas en municipios, entre las que se puede destacar el Presupuesto Participativo Municipal. En Chile, y a diferencia de los que sucede en Brasil, el presupuesto participativo se entiende como un proceso de participación de ciudadanos en la decisión de una parte del presupuesto municipal, especialmente en lo referido al ítem de inversión a la comunidad. Los municipios que lo han implementado desde el año 2001 a la fecha son 37, y en ellos la ciudadanía participa directamente sobre un monto de recursos que en promedio no supera el 4% del presupuesto municipal global.

De manera sostenida sólo 13 municipios han logrado implementarlo por más de 4 años consecutivos. Para el caso Chileno no hay un patrón común que sea característico a los que lo ejecutan, dado que se manifiesta en municipios altamente urbanos, rurales, del norte, del centro, del sur y en municipios de la concertación y de la alianza. La participación de los ciudadanos se realiza mediante el voto directo y es vinculante a la ejecución de proyectos en la mayoría de los casos. En el proceso de selección de proyectos participan ciudadanos mayores de 15 años, oscilando su participación entre el 1% y el 25% de la población total de ese universo. En este sentido, destaca el municipio de San Antonio, que alcanza el mayor porcentaje de participación al momento de la votación de proyectos, superando incluso ampliamente a experiencias internacionales en esta materia.

¿Cuáles son los factores que han determinado este relativo éxito en los municipios que lo han implementado? El factor determinante para su inicio es la voluntad política del alcalde. Para el sostenimiento en el tiempo, se suma la disposición y capacidad de los equipos técnicos involucrados. El rol de la sociedad civil para sostener este mecanismo aún es frágil, ya que han existido municipios que por voluntad política han decidido descontinuar este mecanismo y no se ha observado de parte de la sociedad civil reacción por recuperar o mantener estos espacios de participación. En general, las experiencias chilenas de presupuesto participativo gozan de mucho reconocimiento entre los ciudadanos. Por ello, y a pesar de las limitantes existentes en Chile para impulsar procesos participativos, se observa en estos casos que se están configurando procesos de democracia participativa con niveles muy intensos en barrios –o territorios-, claro está, sobre proyectos menores y sin lograr aún que esa participación incida en la formulación de políticas públicas de mayor impacto territorial.

Estas experiencias abren espacios participativos, pero con limitaciones para provocar incidencia ciudadana mayor en la gestión municipal. Esto se debe a la escasa descentralización del Estado, pocas atribuciones de los municipios, y al bajo empoderamiento logrado por la sociedad civil. Todo ello configura un modelo de presupuesto participativo que resulta ser un instrumento sustantivo, pero para activar una etapa primaria de participación ciudadana en los asuntos públicos. Por ello, es necesario potenciar estas iniciativas, pero superando las limitaciones mencionadas, de lo contrario los presupuestos participativos se pueden transformar en mecanismos participativos fácilmente cooptables por actores representativos, especialmente cuando la sociedad civil no logra empoderarse de los procesos, y la voluntad política es excesivamente protagónica.

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Foto: ABC.es

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