Con la firma la semana pasada de un convenio entre la Municipalidad de Lota y siete órganos del Estado, para iniciar un largo camino que lleve a esta ciudad o parte de ella, a ser declarada por la UNESCO como “Patrimonio de la Humanidad”.
Con este hecho, esta iniciativa pasa de una etapa romántica, que estuvo plagada de buenas intenciones por parte de la ciudadanía, realizando campañas y recolectando firmas; a un nivel más técnico y diplomático, que es liderado por el Estado de Chile para que pueda competir en las ligas mayores.
Chile es un país minero y todos lo sabemos, cuyos yacimientos más significativos han llegado a esta categoría, como son Humberstone (salitre) y Sewell (cobre), faltando Lota (carbón) para completar esta trilogía. Por lo tanto, no será con sus congéneres con quien tendrá que competir Lota para alcanzar este nivel. Además, que salitre sólo encontramos en Chile; y en cuanto al cobre, tampoco nadie nos compite. Sin embargo, el patrimonio carbonífero pareciera tener mayores expresiones en el mundo.
En la búsqueda de ese “Valor Universal Excepcional” que pide la UNESCO, que es como un rasgo de unicidad, para ser elevado cualquier sitio patrimonial a escala mundial, Lota (Chile, 1851) tendrá que superar a ciudades europeas como Zollverein (Alemania, 1847) y Blaenavon (Inglaterra,1852). Que al comparar su arquitectura, infraestructura y urbanismo, Lota bien podría parecer una copia de estas ciudades decimonónicas, cunas de la revolución industrial.
Esto nos obliga a revisar nuestra historia. La misma que ha sido desvalorizada en nuestro currículum escolar este último tiempo. Y que nos puede enseñar esta disciplina científica al respecto, que harían de Lota un lugar en el mundo.
Primero, decir que se equivocó Baldomero Lillo cuando llamó a Lota “Subterra”, porque en realidad es “Submare”, porque los mineros chilenos, a diferencia de los alemanes e ingleses, desafiaron el mar. Configurándose en los yacimientos más meridionales del planeta.
Se equivocó Baldomero Lillo cuando llamó a Lota “Subterra”, porque en realidad es “Submare”, porque los mineros chilenos, a diferencia de los alemanes e ingleses, desafiaron el mar. Configurándose en los yacimientos más meridionales del planeta.
Por otra parte, es verdad que Europa es la cuna de la revolución industrial, pero Lota representa la independencia económica de ese proceso histórico, al expulsar al capital foráneo, que en nombre de esa misma industrialización arrebató los recursos mineros, de quienes estábamos lejos de Europa.
Por último, a pesar de las características machistas que se le atribuyen a la cultura lotina, el protagonismo de las mujeres es anterior al que ocurre en Europa, durante la primera guerra mundial. Ya sea formando proyectos familiares desde las chinganas que aquí se instalaron, o bien, aportando al sustento familiar con su trabajo en hospital, gota de leche y fábrica de cerámica.
Sólo entoncés, quedará demostrado que no hay lugar en el mundo como en Lota, que posea estos valores, entre muchos otros que podríamos describir. Es de esperar, para cuando ocurra ese reconocimiento internacional, esta iniciativa estatal no quede sólo en una buena intención; y por fin, se haga un acto de justicia, devolviendo en inversión, todo lo que éste pueblo le dio a este país.
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