Uno de los muchos argumentos homofóbicos es aquel que apunta sus dardos a los abusos sexuales en la infancia como el agente causal de la homosexualidad. Los que enarbolan dicho paño se refugian en algunos “estudios” para luego proponer “terapias”. Pero están equivocados, muy equivocados.
Hemos visto muchas declaraciones de personas (usualmente conservadoras) que le endosan la homosexualidad a un algo, a una otredad que explique dicha “anormalidad” (por cierto, “normal” es criterio estadístico, y no es equivalente a “natural”). Uno de los muchos argumentos homofóbicos es aquel que apunta sus dardos a los abusos sexuales en la infancia como el agente causal de la homosexualidad. Los que enarbolan dicho paño se refugian en algunos “estudios” para luego proponer “terapias”. Pero están equivocados, muy equivocados.
En el año que recién terminó se publicó un estudio en Archives of Sexual Behavior que (casi no) insinuaba que el maltrato sexual en la infancia puede dar forma a la orientación sexual en la adultez, es decir, un niño abusado tiene altas probabilidades de “convertirse” en gay en la edad adulta. Esto es oro para los homofóbicos, quienes ven en este artículo científico la evidencia que justificaría sus “terapias de reconversión“.
La ciencia tiene algo que a mí me encanta, y es que al publicar método, diseño, muestra, pruebas y evidencias, dejas la invitación hecha para que el resto pueda escrutar la validez de tu publicación (no siempre funciona el peer review antes de que un paper salga a circulación, pero luego quedas expuesto al resto de la comunidad científica). Pues bien, a los autores de dicho estudio les salió una crítica metodológica y conceptual muy dura al paso, publicada en la misma revista (cuestión que también me gusta, pues las publicaciones no deben actuar como panfleteras).
Una de las primeras (y básicas) críticas que se le hizo al estudio de Roberts, Glymour y Koenen (autores del estudio original) es que no se definían adecuadamente las variables explicativas, acompañando dicha observación con una corrección propia de pregrado: una correlación no implica causalidad (encontré este post que lo explica muy bien).
Otra premisa que se critica duramente es el supuesto de base que naturaliza a la heterosexualidad. Dice el autor, grosso modo, que: “asumir la exclusividad de la heterosexualidad como el estado natural de una persona es insostenible”. Repitan conmigo: no confundamos normal con natural. Dicha confusión emerge precisamente de la fuerza de una premisa instalada por su peso mayoritario y que tiende a “naturalizar” su prevalencia, en éste caso reduciendo sexualidad a reproducción como criterio demarcador de inclusión/exclusión. Pero no es así como se define la naturaleza del ser humano que vive en sociedad, no por mano alzada, no por “mayoría manda”.
Lo cierto es que los estudios que más han “cautivado” a la opinión pública, son los que asocian la conducta homosexual con alteraciones de la estructura cerebral o de los genes. Uno de los primeros de éste tipo fue el paper publicado en Science llamado “A difference in hypothalamic structure between heterosexual and homosexual men”. Este trabajo analizó el desarrollo de los llamados núcleos intersticiales, cuatro grupos de neuronas de la zona anterior del hipotálamo. Descubrió que, de los cuatro núcleos, el número 3 era menor en los varones homosexuales que en los heterosexuales. ¿Tienen diferencias en el hipotálamo los homosexuales? No nos apuremos, este estudio es severamente criticado por su escaso número de muestras y por trabajar exclusivamente con enfermos de SIDA. De hecho, en este paper lo refutan.
¿Entonces? Entonces nada, que no busquen en la ciencia una excusa para su homofobia.
Para concluir, volvamos al estudio que motiva esta columna. En el artículo que refuta las premisas fundacionales del estudio de Roberts, Glymour y Koenen, se concluye que sugerir que el abuso en la niñez puede conducir a la orientación homosexual es por completo erróneo.
Dicho esto, nada más resta exigir respeto e igualdad de derechos para todos, ¿no lo creen?
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Foto: Wikimedia Commons
Referencias del post:
Does Maltreatment in Childhood Affect Sexual Orientation in Adulthood? Arch Sex Behav. 2013 Feb;42(2):161-71. doi: 10.1007/s10508-012-0021-9. (Link)
Homosexual Orientation—From Nature, Not Abuse: A Critique of Roberts, Glymour, and Koenen (2013). Arch Sex Behav. 2013 Nov;42(8):1653-64. doi: 10.1007/s10508-013-0080-6. (Link)
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