Hay una petición, un clamor y una queja. Una queja frente a la superficialidad en el cumplimiento de los compromisos que se establecen. Estamos haciendo en Chile, y en el mundo en general, las cosas a medias; nos comprometemos a hacer algo que no lo hacemos o lo hacemos mal, sabiendo que está mal hecho. Esa deshonestidad básica es la queja. Al mismo tiempo, podemos decir que no necesariamente somos todos deshonestos, pero estamos en esta deshonestidad básica, en la cual no cumplimos los compromisos sociales.
Humberto Maturana Premio Nacional de Ciencias, sobre la desigualdad expresa: “La pobreza es ilegítima, la miseria es absolutamente ilegítima».
Hace unos días cruzaba por el puente de Pio Nono, ubicado en Providencia, Santiago de Chile. Me quedé mirando… ¡No lo podía creer…! Todo el entorno es maravilloso. Hacia el oriente se ve majestuosa la cordillera nevada… Estamos en pleno invierno y la nieve que se derrite alimenta a los pequeños riachuelos, que cual mirada cristalina de un niño, juegan a encontrarse con otros riachuelos y felices invaden las cuencas con su alegre cantar.
Así nace el Río Mapocho, crece y madura a medida que corre serpenteando entre los cerros y cruzando la urbe sorprendido… Si. ¡Seguro que el río queda sorprendido por lo que ve! En la rivera del sector norte, a los pies de la Facultad de Derecho de la insigne Universidad de Chile, vive gente. Desafiando el frío y a la inclemente vergüenza pública.
La realidad es que el Mapocho conoce mucho sobre la historia de Santiago, de una realidad que apenas se escucha, que se mete bajo la alfombra, que amablemente y discretamente guarda en secreto; de los sin hogar, sin capacidad de luchar, que le terminan confidenciándole su vida hasta morir en su recuerdo…¡ Que más propicio lugar para que un grupo de pobladores que vive de allegados, discriminados e ignorados por las entidades gubernamentales de Chile hagan eco de su legítimo derecho a la vivienda propia y digna¡
En los lugares y terrenos que también esperan que la red burocrática suelte los nudos de la indiferencia. Estos terrenos baldíos, son visitados por la mirada de éstos pobladores, quienes los recorren imaginando que sus sueños se hacen realidad pero; despiertan a la más cruel y triste de las burlas. Años de espera y todos se hacen los desentendidos.
Culpándose unos a otros, no falta el que utiliza esta injusticia de Chile en pleno, con motivos políticos y ensucia un derecho legítimo con la mentira y el falso interés. ¡Mientras los edificios, infringiendo la ley, inclusive, crecen en rededor de la Facultad de Derecho como hongos!
Lo más increíble y desesperante a la vez es ver; entre la marea de gente que cruza el puente a diario, van los futuros abogados y profesionales de nuestro país. A unos pasos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, se levantó el edificio de las Universidad Santo Tomas y, a la vuelta por la calle Bellavista, se encuentran la Diego Portales.
Parece paradójico que aquel mismo día que miraba hacia abajo del puente y reflexionaba tratando entender, un hermoso grupo de ”gente linda” con madre e hijos perfectamente vestidos y, oliendo como sólo lo hace la opulenta clase social más adinerada de Chile, comentaba sobre los candados que abrazan las esperanzas de muchos románticos soñadores que adorna las rejas del Puente Pio Nono. Atiné a hacer una simple mueca.
La situación de la que era testigo parecía forzarme a mirar una realidad demasiado cruda y desesperanzadora. Distinguir y sufrir la indiferencia. Mientras toda la gente avanza como si nada.
Me pregunto qué opinión le merecen estás situaciones a nuestro premio nacional de ciencias. Recogiendo su palabra de una entrevista que dio a la revista América Economía: “Hay una petición, un clamor y una queja. Una queja frente a la superficialidad en el cumplimiento de los compromisos que se establecen».
Estamos haciendo en Chile, y en el mundo en general, las cosas a medias; nos comprometemos a hacer algo que no lo hacemos o lo hacemos mal, sabiendo que está mal hecho.
Esa deshonestidad básica es la queja. Al mismo tiempo, podemos decir que no necesariamente somos todos deshonestos, pero estamos en esta deshonestidad básica, en la cual no cumplimos los compromisos sociales”, me queda claro que:” ha corrido mucha agua bajo el puente”. Tenemos que hacer algo.
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