Hace algunos días nos tocó asumir junto con un grupo de compañeros de distintas regiones de nuestro país, la tremenda tarea de conducir y seguir levantando la Asociación de Estudiantes de Odontología de Chile (ADEO), desde la que tenemos el doble desafío de organizarnos para incidir y, por otro, conseguir una educación y una salud pública, desde nuestra identidad como estudiantes y futuros profesionales y actores de la Educación y la Salud.
Lo cierto es que el escenario en que nos encontramos dista mucho de ser el ideal para los estudiantes de odontología y, siendo más preciso, para la gran mayoría de las carreras de la salud, que se encuentran en el sistema de educación superior. La prolongada movilización de los estudiantes de la UNAB –de la cual nos hicimos parte y solidarizamos– puso en el tapete las diversas problemáticas que viven nuestros compañeros en esta universidad, así como también en el resto de las universidades que imparten esta carrera en el país.
La realidad de nuestra carrera no es ajena a la realidad del resto de los estudiantes universitarios de Chile. La mercantilización de nuestras condiciones mínimas de estudio, el lucro ilegal y la existencia de aranceles discriminatorios, son sólo algunos aspectos que nos indican por qué es urgente llevar adelante una profunda reforma educacional.
Los problemas están a la vista de todo el mundo, y no hay que ir muy lejos para encontrarlos. La odontología es una carrera que exige condiciones mínimas para su aprendizaje. Requiere implementos e insumos dentales fundamentales para la práctica clínica, que debieran ser administrados de forma gratuita para un correcto desarrollo de la actividad educativa, cuestión que está lejos de estar garantizada en el grueso del sistema. Y no sólo eso, ya que al momento de profundizar el análisis particular de nuestra carrera, es preocupante el escenario: 42 escuela de Odontología a nivel Nacional, donde sólo 12 programas son acreditados (seis de ellos pertenecientes a universidades del CRUCH). Es ilógico que mientras estemos discutiendo sobre la gratuidad de la educación superior, no estemos hablando de garantizar también las condiciones mínimas para el desarrollo integral de una disciplina fundamental para la salud pública de nuestro país, dejando a la mano del mercado dichos espacios, y, por lo tanto, manteniendo espacios en donde la desigualdad y la discriminación pueden actuar a sus anchas.
Hay algunos que por estos días están diciendo que el lucro no es una medida que atenta contra la calidad de la educación, y que sería aceptable una “ganancia moderada” si es que las instituciones educacionales brindan buena calidad. Lo que es cierto, es que más allá de la retórica, lo que estas personas no están viendo es la realidad cotidiana de nuestra educación que también se expresa en nuestras carreras. El cobro de los aranceles en muchas oportunidades, no se relaciona con la reinversión en mejoras para la actividad universitaria, existiendo casos de precarización como los de la UNAB, en donde gran parte del arancel se va directamente al bolsillo de los dueños. ¿Qué pasaría si ese mismo arancel se invirtiera en calidad educativa?
El presente año va dejando un saldo de al menos 4 focos de movilización interna, entre los que se encuentran la ya mencionada UNAB, la UDP, pero también la Universidad de Chile y la Universidad de Talca. Un relato transversal, con características propias en cada escuela, pero que da cuenta, al margen de la naturaleza de las instituciones, del profundo golpe que la Reforma de 1981 y el negocio de la educación le propinaron a esta profesión.
El lucro está prohibido por ley; el cobro arbitrario de aranceles, no. Las carreras de odontología tienen los aranceles más altos en relación al resto de las carreras universitarias (más de $7.000.000 anuales en la Universidad del Desarrollo y cercano a los $5.000.000 en la Universidad de Chile), lo que obliga a sus estudiantes a cargar con una enorme deuda luego de su egreso. En medio de la discusión de gratuidad que abre la Reforma y aún sin tener claridad de las formas en que ésta será otorgada, urge voluntad y respuesta inmediata para hacer frente al millonario arancel que nos aqueja. En la Universidad de Chile el rector Ennio Vivaldi ha planteado un congelamiento de aranceles en todas las carreras el próximo año, sin embargo, y en función de la inyección de recursos que debería verse en el presupuesto de este año, podría perfectamente proyectarse una disminución de aranceles como muestra inequívoca de un avance hacia la gratuidad.
La realidad de nuestra carrera no es ajena a la realidad del resto de los estudiantes universitarios de Chile. La mercantilización de nuestras condiciones mínimas de estudio, el lucro ilegal y la existencia de aranceles discriminatorios, son sólo algunos aspectos que nos indican por qué es urgente llevar adelante una profunda reforma educacional.
Este sentir mayoritario se contrasta con la voluntad de sectores y actores políticos que están haciendo todo lo posible para mantener el sistema educativo tal cual como está. Ante esta amenaza es que los estudiantes debemos movilizarnos y participar, y hacer nuestras las tareas del movimiento estudiantil, aquellas que dicen relación con estar a la altura de la responsabilidad histórica de llevar adelante una profunda reforma educacional.
La tarea de los estudiantes es levantar la voz y considerar como suya la voz, el anhelo y la necesidad de aquellas grandes mayorías que hoy sufren con una educación mercantil y discriminatoria. La tarea es no desperdiciar la oportunidad de hacer sentir en cada asamblea el respaldo mayoritario que, junto con darle un sólido sustento a las demandas del movimiento, lo dotó de un crítico sentido de urgencia.
La tarea de los estudiantes es dar todo de sí para que las debilidades de los espacios a través de los que podríamos incidir, se reduzcan a su mínima expresión, aprovechando la oportunidad de hacerlo en función del logro de nuestras demandas. La tarea es avanzar de manera cohesionada, sin reiterar los errores, y abordando todos los espacios de incidencia con la responsabilidad de construir una educación y un país más justo y democrático.
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Foto: TVmaulinos
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