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La revolución de la dignidad

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Estos días, los cuales marcaran un hito histórico en el desarrollo del Estado chileno, han sido de harta conmoción social. El cansancio colectivo, a un sistema que de manera constante oprime el buen vivir de la ciudadanía, tocó techo. El gobierno nunca esperó el desarrollo de una revuelta, esto debido a la enajenación que desde sus privilegios poseen quienes tienen el poder del Estado, y el relato construido, replicado por diferentes voces, que sostenía la idea de que Chile era el “Jaguar de Latinoamérica”, un oasis estable, donde la gente estaba conforme con un sistema económico que sólo había terminado de repartir pobrezas en una sociedad que durante 30 años ha gestado esta crisis.

Al asumir el segundo gobierno de Sebastián Piñera, su slogan de campaña decía que venían los tiempos mejores. Estos tiempos han sido esperados por la sociedad chilena desde el regreso de la democracia. “La alegría ya viene” decía la canción que convocó a la sociedad a votar contra una dictadura troglodita. Lamentablemente, nuevamente en un gobierno de Piñera (antes en el 2011), la incapacidad de poder responder a las necesidades sociales se buscó responder por medio de la fuerza pública. Esta vez el cansancio superó con creces las medidas con las que buscaba reprimir el gobierno, a las y los estudiantes, que en un primer momento de movilizaron por las alzas en el sistema de transporte público en Santiago y que fueron la chispa de un movimiento social sin precedentes en el último siglo, en este país.

La democracia, la que etimológicamente se traduce en el “gobierno del pueblo” es algo en lo cual la sociedad ha dejado de tener confianza. Para el común de las y los chilenos la frase “los poderosos de siempre” es lo que ha envuelto esto en un sistema donde quienes son representantes de la sociedad, en las instancias institucionales, sólo pertenecen a una casta privilegiada, una aristocracia política, donde la sociedad ni siquiera puede distinguir bandos sino más bien un grupo enorme de personas que gozan de los privilegios que la gran mayoría de la sociedad nunca llegarán ni siquiera a imaginar. Aquella que no reconoce la autodeterminación de los pueblos, la cual cada día ha crecido con más fuerza en las diferentes latitudes de nuestro continente.

Chile ha estado en crisis, no desde el 18 de Octubre, el país ha estado en crisis durante años debido a un sistema de representación que no da cabida a las necesidades de la sociedad. Una Constitución que cierra, en conjunto al gran empresariado, todas las medidas de modificación a un sistema que ya tiene cansada a las comunidades en sus diferentes latitudes. Es momento que transformemos el Estado en uno que responda a la sociedad que queremos construir, de cara al Siglo XXI que vivimos. Este nuevo contrato social debe dejar a un lado los cerrojos que se colocaron por la clase dominante del país, de otra forma sólo se seguirá cultivando un malestar social que volverá a estallar numerosas veces y que terminará por quebrar la sociedad que habitamos.

Cabe decir, actualmente, que la sociedad chilena está rota. No por los numerosos saqueos o incendios, sino que está rota y cansada de ver cómo frente a delitos millonarios sólo dan clases de ética, que quienes legislan lo realizan a favor de intereses transnacionales, que mientras los dueños de las AFP están gozando una vida de lujos la gran mayoría de la sociedad vive pensiones de miseria, que el agua sea un bien privado y no un derecho como lo es en el resto del mundo.

Chile ha estado en crisis, no desde el 18 de Octubre, el país ha estado en crisis durante años debido a un sistema de representación que no da cabida a las necesidades de la sociedad

Es importante que frente a esto la clase política, aquella repleta de privilegios, entienda que la solución de los problemas no es por medio de la dominación, militar y económica. Construir una sociedad para el futuro nos hace pensar en lo imparte de reconstruir el tejido social, sólo quebrando el individualismo que ha producido el sistema neoliberal en nuestras comunidades y acabando con los privilegios de la clase hegemónica, podremos levantar un buen vivir para estos rincones de Latinoamérica.

El experimento neoliberal ya no da más, un sistema que propicia las desigualdades construye una sociedad molesta, incontenible, que debemos acabar. Es nuestra responsabilidad, pues ya evidenciamos la incapacidad del gobierno, de construir un futuro para las numerosas naciones que habitan este Estado, pues ya tenemos claro que si no lo hacemos nadie más lo hará por nosotras y nosotros.

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Sixto Salazar S

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5 Comentarios

Ivette

Años de aguantar abusos y bastó la subida de $30 en el metro más las estúpidas intervenciones de un par de ministros totalmente desconectados con la realidad pais para que todo explotara. Pero también fue gracias al ejemplo mostrado por Ecuador donde un pueblo se levantó en contra de un gobierno de derecha que quiso eliminar un subsidio y aumentar el precio de los combustibles. Y lograron doblegarlo. Eso nos dio el pie para decir basta! Hasta cuando? Aguantar políticos que ganan una millonada por hacer nada, por aprobar leyes que solo ayudan a sus intereses, por tener nula capacidad de dialogo y actuar como pendejos quinceañeros que hay que regalonear para que hagan las cosas o se dignen a conversar, aguantar pensiones de miseria mientras los grandes de las AFP se llenan los bolsillos. Desconexión con la gente poca empatía, cero interesa y voluntad para producir mejoras. La gente aguanta pero no es tonta! Somos callados, sumisos, poco reaccionarios! Pero ahora ya no. Los cabros de ahora son diferentes a los de los 80′ NO tienen miedo. Y eso nos va a enseñar a no aguantar más..

Alejandro

Grande compañero !!!!! Un abrazo

Lorena

Küme zugun lamuen, estamos insertos en un sistema económico y social injusto, impuesto por la dictadura de Pinochet que condena a todo el pueblo mapuche- chileno a una vida precaria, en dónde tenemos pensiones irrisorias, sueldos bajos, una educación universitaria inaccesible, que es la más cara de América Latina ….

Juan Pedro

Lo que tu llamas «Experimento» ha permitido a Chile tener los mejores índices de Latinoamérica, bajo cualquier parámetro. Linda tu revolución con saqueadores muertos quemados en locales sujetos a robo y pillaje.

Javi-Al

Bueno, más de lo mismo, el mismo discurso, las mismas ideas. Lo que se ve en las calles no es más que el mismo porcentaje de personas que siempre han sido de izquierdas, muchos de ellos demócratas de tomo y lomo, pero con ellos, los mismos totalitarios de izquierda que en realidad nunca han sido demócratas. Se ve mucha juventud, prácticamente en su totalidad, y es entendible, por un lado esta el aburrimiento, terrible en estos tiempos, y por otro lado, las verdaderas causas, el abuso, es evidente que hay abuso, abuso duro, que nos golpea en educación, en salud, en los servicios básicos, en las pensiones, en parte porque el capital no entiende que no todo es rentabilidad salvaje, no lo entiende ni lo acepta. Es necesario cambiar cosas, es urgente, pero de ahí a una revolución es tener fiebre, aunque al autor le guste el paradigma de izquierda, Chile no es un país de la izquierda, no lo fue y no lo será, la izquierda es apenas un 30 % y bajando, tampoco es de derechas. Creo que más que hacer apología de una revolución, lo que hay que hacer es intentar hacer acuerdo nacionales, no orientados a destruir el país, sino que para hacerlo más justo, con más oportunidades para todos, y con más transparencia, entre otros, muchos queremos que se vaya la mitad de los políticos para la casa, y por cierto, rebajar el sueldo a los otros.

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