Sebastián Alcalde es un alto ejecutivo de un banco. Vive en la comuna de Vitacura y trabaja en el barrio «El Golf». Sara Silva es una mujer muy sacrificada, mantiene tres hijos, madre soltera que sale todos los días a trabajar. Vive en la comuna de San Miguel. ¿ Qué pueden tener en común? , se preguntará usted. Coinciden en un tema que ya comienza transformarse en tendencia de largo aliento, no en una moda. Ambos van a su lugar de trabajo en bicicleta. Es lo que hacen hoy cerca de 500 mil chilenos que a diario, «a pesar de las autoridades», pedalean.
En mi rol de director ejecutivo de nuestra organización, Chile Pedaleando, es lo que estamos constatando. Una vez más en nuestro país, la ciudadanía es la que está realizando un revolución silenciosa. Han cambiado los paradigmas. Por la década de los 80 el ex-banco de Santiago realizaba una campaña que fue muy exitosa, un ícono publicitario dirigida a ese chileno emergente que aspiraba a un mejor nivel de vida: «Cómprate un auto, Perico»Según estudios del SECTRA , del Ministerio de Transportes , 750 mil viajes se realizaban diariamente en el Gran Santiago en bicicleta. Son cifras del 2012. Se estima que hoy bordea un millón y la cifra sigue creciendo.
Perico iba a ver a Ismenia , su prometida, llevando un ramo de rosas. Iba en bicicleta. Los transeúntes, trabajadores de la construcción y estudiantes se burlaban de él . Al unísono le gritaban «cómprate un auto, Perico». Una vez que llegó a la casa de su novia, ella le dijo lo mismo. Hoy los tiempos han cambiado, no sólo en el mundo, también en Chile. Trasladarse a trabajar en bicicleta todos los días es hoy un estilo de vida. De alguna manera la conciencia ecológica, el vivir sano, nos seduce cada día más a pedalear. Si a eso le agregamos la mala calidad del transporte público de nuestro país es fácil entender el fenómeno que se avanza sin contratiempos.
Tanto en nuestra fanpage www.facebook.com/chilepedaleando como en nuestro sitio web www.chilepedaleando.cl somos testigos cotidiano de lo que se viene. Una gran revolución arriba de una bicicleta. Pedaleando de Arica a Punta Arenas. También desde cordillera a mar.
Hablemos de cifras duras . Según estudios del SECTRA , del Ministerio de Transportes , 750 mil viajes se realizaban diariamente en el Gran Santiago en bicicleta. Son cifras del 2012. Se estima que hoy bordea un millón y la cifra sigue creciendo. Pese a ello el avance a nivel de autoridades es muy lento. Una ley ya aprobada en el congreso de la que sólo dicta publicar el reglamento sentencia que los ciclistas no podrán ocupar las veredas, lo que implica que sólo deberán transitar por ciclovías y donde no las haya, por las calles. Dada esa realidad los ciclo-andantes se preguntan con mucha razón cómo.
Ese parece ser el punto. Qué hacer para compartir las calles. En verdad más que crear reglamentaciones especiales, deberíamos sólo copiar lo que está haciendo el mundo civilizado, miremos la OCDE, entidad de la cual nos encanta enorgullecernos de pertenecer a ella. Pensemos en Dinamarca por ejemplo, país en el cual más de un 30% de las personas van al trabajo en bicicleta. Las autoridades en ese país imponen castigos altos en términos económicos a quienes se atreven a llegar al centro de la ciudad. (Estacionamientos, impuestos altos por transitar en esas vías), transforman en un hecho casi impensable usar individualmente el automóvil.
En Francia pagan hasta 40 euros mensuales a quiénes van a su lugar de trabajo en bicicleta. También en Holanda donde la campaña C-30 ha alcanzado un gran éxito. Ella consiste en que en zonas urbanas los vehículos motorizados no pueden desplazarse a una velocidad superior a los 30 kms/h.
Anticipémosnos a diseñar políticas públicas para darle un espacio al ciclista urbano. Es sí o sí hay un nuevo actor en nuestras calles. Sebastián Alcalde y Sara Silva no arman marchas ni protestas. Simplemente van a su lugar de trabajo en bicicleta en Santiago. Como también lo está haciendo mucha gente en todo Chile por la calle.
Diseñemos entonces esa política pública ahora que Chile necesita.
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