Sin duda alguna el estallido social que estamos experimentando como sociedad nos supone un conjunto de interrogantes para el futuro, y nos interpela directamente a pensar en que tipo de sociedad y con qué tipo de instituciones queremos nutrir al nuevo Chile que está en formación.
Uno de los puntos que considero esenciales, a propósito de la lamentable contingencia, es sentarnos a discutir sobre qué tipo de Carabineros -o no carabineros- queremos para el futuro. En este sentido, más allá del legítimo rencor o desprecio que les podemos tener, debemos ser nosotros quienes configuremos una institución a la altura del nuevo Chile, donde la represión, la des-inteligencia policial, el uso indiscriminado de la fuerza, las torturas, los apremios ilegítimos y asesinatos realmente sean un nunca más.
Probablemente se me escapen algunos puntos relevantes, no obstante me arriesgo a sostener que en el desarrollo e implementación de estas medidas descansa la construcción de una institución acorde a los nuevos tiempos, que sea realmente «del débil el protector».
1. Reforma curricular de raíz: Este punto debe ser analizado desde dos perspectivas, a saber: (I) Derechos Humanos y (II) Procesal Penal. Respecto al primer punto, es necesario incluir en la formación de todas y todos los futuros funcionarios policiales una profunda y sistemática formación en torno al entendimiento de los derechos humanos. Estas cátedras deben ser impartidas por civiles ajenos a la institución, y contener como pisos mínimos ejes en torno al origen de los derechos humanos, su consagración en la normativa chilena, y muy especialmente el cómo dotar los procedimientos policiales que, día a día, se desarrollan de una perspectiva de derechos humanos que nos garantice el efectivo resguardo de las garantías mínimas en un estado de derecho. Si bien, hoy por hoy, los futuros Oficiales de Carabineros cuentan con dos cursos de derechos humanos en su último año de formación académica, carecen de un programa que se adecue a las necesidades de una práctica policial eficaz. Caso aparte es la nula formación en derechos humanos que tienen los egresados de las diversas Escuelas de Formación a lo largo del país, y que, a fin de cuentas, representan el mayor número de efectivos en las calles.
En relación a los que se relacionan con el derecho penal y su aspecto procesal, necesitamos uniformados que sean realmente capaces de distinguir entre un hecho delictual y aquello que no es. Una formación en términos penales que vaya más allá de la mera lectura de un par de artículos y la memorización de algunos otros (especialistas son en amenazar a cualquiera con el «famoso» art. 25 y 26 de la ley de alcoholes o el art. 416 bis del Código de Justicia Militar). Un aspecto esencial, y quizás el más importante respecto a lo jurídico, es lo referente a la formación en términos procesales penales de los Carabineros. Hoy tenemos una policía que desconoce en su mayoría el como deben realizar, acorde a la ley, un simple control de identidad. Si no son capaces de manejar un presupuesto básico de su accionar policial, es del todo ingenuo esperar que todos los demás procedimientos que siguen -de mayor complejidad- se realicen acorde a lo que la ley les exige. Cuestiones que deben revisarse, y por lo pronto reforzar su enseñanza son por ej: facultades que otorga un control de identidad «investigativo» a uno «preventivo», formas de actuar y entender la «flagrancia», el como se debe realizar una detención (altísimas son las cifras de ilegalidades en estas), derechos de los detenidos, proporcionalidad de la fuerza y así un conjunto de tópicos más.
2. Escalafon policial único: Una policía acorde a los nuevos tiempos no puede sostenerse desde su formación en la discriminación socio económica y el clasismo entre quienes la componen. Se debe eliminar la diferencia entre PNS y PNI, o en otros términos, aquellos que pudieron pagar más y son oficiales, y aquellos que no tuvieron la misma oportunidad y son suboficiales. Esto implicaría efectivamente una carrera por méritos. El reconocimiento de estudios y una capacitación permanente, como además una oferta estatal de ese perfeccionamiento. La unificación de escuelas contempla un acceso educacional con especializaciones, como lo viene haciendo la PDI al incorporar profesionales en distintas áreas.
Este es un tema que no debiese estar sujeto a mayor análisis, sólo se debe hacer. No puede ser que en pleno 2019, en las comisarías tengan comedores para carabineros de 1era y 2da clase.
Debemos ser nosotros quienes configuremos una institución a la altura del nuevo Chile, donde la represión, la des-inteligencia policial, el uso indiscriminado de la fuerza, las torturas, los apremios ilegítimos y asesinatos realmente sean un nunca más.
3. Actualización del cuerpo académico: En esto hay que ser enfáticos. No puede ser que generales, coroneles y ex efectivos en retiro, formados y desempeñados en dictadura, hoy den clases a los futuros efectivos policiales, recibiendo además elevadísimos sueldos que se complementan con sus «módicas» pensiones. En este sentido se necesita avanzar en dos aristas: (I) Incluir el mayor número de civiles, altamente capacitados y reconocidos en sus áreas, en las asignaturas de formación físicas, jurídicas, comunicacionales, históricas y financieras. Por otra parte (II) aquellas asignaturas que deben ser realizadas por sus características propias por efectivos policiales deben someterse a una actualización que pase por fuera de la institución. Deben ser policías o ex policías con conocimientos profesionales comprobables, con una hoja de vida intachable, y que sean elegidos mediante un proceso de postulación y selección altamente transparentes.
4. Mayor fiscalización civil: Para asegurarnos que efectivamente los cambios en los que podamos avanzar tengan un correlato en la práctica y una profundización hacia el futuro, es necesaria la (I) creación de una nueva institución u organismo o (II) dotar de nuevas facultades a una que ya exista, que se encargue preferentemente de la fiscalización interna y externa de Carabineros.
Probablemente se escapen muchos puntos, algunos sean del todo superficiales o incluso errados, no obstante, son elementos que se deben poner a disposición de un debate amplio y transversal, que nos permita construir entre todas y todos una nueva institucionalidad para que el nunca más, y la protección al débil se vuelvan una realidad con todas sus letras.
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cristián barría
Lamentablemente el futuro abogado no conoce o recuerda las barbaridades que esa institución cometió en La Legua, en dictadura, así como en tantas poblaciones de Santiago ( por ejemplo La Pincoya. Lo Hermida) y otras tantas a lo largo de Chile. Carabineros no debe ser reformado, debe ser remplazado como institución por otra civil. Desde 1990, que los gobiernos democráticos han hecho «rimbombantes» anuncios sobre la «modernización», «actualización», «respeto de los derechos humanos» y que ha pasado NADA. Han pasado 30 años del término de la dictadura y todavía estamos como país discutiendo los mismos tópicos, la clase política ha sido COBARDE y TONTA para enfrentar esta situación, sin aprender nada de lo que ha pasado en los últimos 30 años( por ejemplo: la matanza de Apoquindo, el «basureo» público al gobierno y persona de Frei Ruiz-Tagle, la protección descarada a colonia dignidad , la vinculación jamás descartada por los familiares en casos como; Matute Johns, las niñas de Alto Hospicio,Hans Pozo y para que hablar de los reiterados crímenes cometidos en la represión de protestas , como los públicos abusos sexuales contra NIÑAS en las protestas de «los pingüinos» en el gobierno de Bachelet y los sucesos acontecidos desde octubre de 2019).La clase política en su infinita tontera anda promoviendo como solución el»ministerio de seguridad», el problema no es el ministerio, es carabineros, además que lo que se plantea es una idea claramente NAZI ( ver RHSA,en la historia).