Desperté especialmente molesto con la clase política. Esos fachos ideologizados de hoy, esos cobardes concertacionistas de ayer, en parte disfrazados de Nueva Mayoría. No cabe duda que unos hicieron más que otros, pero todos mantuvieron esa cuota de optimismo mediocre creciente, en aras de la institucionalidad y “la república”, con políticas públicas –migajas- para el pueblo y siempre del lado del poderoso. Claro, a ese no se le toca, ni se le tocaba.
Pura lacra en diferentes poderes del Estado, de diferentes colores políticos, que nos llevaron hasta lo vivido este último mes; la peor crisis en democracia, de la cual sobreviven los anarquistas, el vandalismo y los aprovechadores del pillaje, y como contraparte, una de las peores policías represivas del mundo. Ambos extremos nos hacen cuestionarnos día a día y hasta retroceder en parte, a los trabajadores y estudiantes que honestamente queremos demandar más y mejor país.
Pero no un mejor país de indicadores, ese cuento ya lo hemos oído por décadas, desde la Dictadura que nos venden ese Chile en cifras. Queremos un mejor país real, verdadero, de la calle, de la población, más seguro, que llegue al trabajador más humilde, el de la escuela pública de calidad, del servicio de salud de calidad y para todos los chilenos, de jubilados con pensiones dignas, ese país con empleos decentes y no precarios, de respeto a la mujer, de respeto a los viejos, de respeto a las libertades individuales.
Les gusta culpar a los comunistas de lo que pasa hoy, cuando está absolutamente alejado de la realidad, un partido minoritario no controla el fervor popular. Hasta creo que no se han atrevido a enarbolar sus banderas en las marchas, al igual que otros partidos de centro izquierda. Quieren emplazar al Frente Amplio, cuándo recién entraron en la arena política los últimos 2 a 3 años, y lo que se vivió este mes, es acumulación de rabia por décadas. Está claro que los dirigentes políticos de derecha encendieron la mecha con cada una de sus insistencias de exculparse en el gobierno anterior (¿habrá argumento más mediocre que ese en política?) y con sus dichos al filo de la grosería y la displicencia, como esas notables intervenciones de Fontaine sobre levantarse antes para ahorrar unos pocos pesos en el transporte público de Santiago, Larraín haciéndose el graciosos de las flores más baratas a causa de una inflación controlada, un subsecretario de redes asistenciales afirmando que en los CESFAM es un espacio para la vida social, la Senadora JVR titulando de patipelaos a los otros, el mismo Presidente Piñera hablando que estamos en guerra !! (en su cabeza y su círculo cercano está esa idea) y para qué decir de los chocantes de Chadwick, Cecilia Pérez, Mañalich y Cubillos.
Estos mismos personajes fueron los que se mofaban de Bachelet a causa de la entrega de bonos, que por cierto hay que estar en el lado de quien recibe y cuando aporta al ingreso familiar para valorarlo o despreciarlo. Pero más curioso es una UDI proponiendo ahora, un Bono Dignidad, acaso ¿quieren silenciar a la calle con un bono por única vez?. La derecha chilena por décadas le pusieron palitos a las garantías en salud, cuidadosos de reformas constitucionales, pro mercado en educación subvencionada, pro coberturas de salud con subsidio cruzado hacia el sector privado, estrenaron las acusaciones constitucionales contra la otrora Ministra Provoste y se opusieron a la gratuidad universitaria, confinándola a un sistema de boucher y no de aporte directo a las Universidad, especialmente, a las del Estado.
Sin embargo, los gobiernos anteriores, con mayor atención en las grandes políticas públicas, no avanzaron al ritmo esperado. Cada cual fue vendiéndose al sistema, con tal de cuidar lo establecido, el “establishment”. Crearon el CAE, vendieron las carreteras del país, apareció el TAG en la Región Metropolitana, siguieron el camino privatizador de Sanitarias, se cuidaron de no ser pillados en las transferencias de platas públicas y privadas para el financiamiento irregular de la política, decoraron la Constitución, jugaron a la subvención de la educación con diferentes modalidades despreocupándose la educación pública (lo que luego quitaron, ya siendo un modelo de negocios en Chile), le dieron la espalda al pueblo Mapuche, etc.
Todos han estado en posiciones de privilegio para servir al país. Finalmente han terminado sirviéndose del Estado, con un nepotismo y aprovechamiento de los partidos políticos gobernantes, que ya dejo de ser oculto. En algún momento creo, hasta perdieron la vergüenza. Con un sobreprecio del valor del trabajo a niveles OCDE, pero en un país subdesarrollado, especialmente nuestros Parlamentarios con sueldos y dieta, totalmente alejado de las posibilidades de un país injusto. Con un sentido de la verdad desde los Tribunales, que sólo ha repartido iniquidad y odio social. Con la corruptela hasta en los espacios que creíamos más correctos, como Carabineros de Chile o la Fiscalía de la Nación, y peor aun lo que evidenciamos en “milicogate” que nunca han estado muy valorizados, salvo por minorías, y que se han robado la plata pública por décadas. Pero las iglesias tampoco han sido aporte, por sus actos de ocultamiento de abusos sexuales, especialmente niños en una iglesia católica depreciada socialmente y un desorden en la iglesia evangélica, que parece un gran negocio inmobiliario y mercado financiero basado en diezmos.
Ahora quien nos salvará de esto, en democracia. ¿Los mismos que nos llevaron a esto?. Suena casi imposible, pero parece que no queda otro camino que creer en la clase política, al menos en democracia. La señal más clara, ha sido avanzar hacia un plebiscito en abril 2020 para el cambio constitucional. El resto de señales por una agenda social han sido vagas, aunque si se nota una intención, pero que hoy se necesita mucho más.
Finalmente, la clase ejecutiva de las empresas privadas de nuestro país, la misma que vende discursos y reportes de responsabilidad social para los ilusos, no podía quedar ajena del aprovechamiento desmedido, coludiéndose entre supermercados, industrial del papel tissue, las farmacias a sus medicamentos, los pollos, …., sí, ¡hasta los pollos!, todo vale cuando se trataba de aprovecharse de la gente. A esos clientes que soban el lomo con tarjetas y puntos, pero que sin descaro por años estuvieron cobrándonos sobreprecios e impidiendo una libre competencia que favoreciera a los mercados y la postre a la gente. Todos pisoteados, por todos.
Ahora quien nos salvará de esto, en democracia. ¿Los mismos que nos llevaron a esto?. Suena casi imposible, pero parece que no queda otro camino que creer en la clase política, al menos en democracia. La señal más clara, ha sido avanzar hacia un plebiscito en abril 2020 para el cambio constitucional. El resto de señales por una agenda social han sido vagas, aunque si se nota una intención, pero que hoy se necesita mucho más.
Si este gobierno no logra ser concreto, si no logra unir fuerzas políticas y lo más importante, si no logra sentar a la ciudadanía movilizada (que no es poca a lo largo de Chile) y escucha, esto no parará y llevaremos el país a un empobrecimiento peor aún al que estábamos, dándole más espacio al vandalismo. Se necesitan cambios de fondo, estructurales, al modelo económico, a la Constitución de la República, cambios en leyes claves, en sub sistemas económicos “cabrones” y políticas públicas verdaderas que protejan la salud pública y la educación pública. Eso debe atenderse, no disponer de unos pocos pesos más por aquí y por allá, que naturalmente se necesitan, de allí que la reforma a la reforma tributaria, debe ser lo sumamente inteligente para incentivar la inversión, recaudar más en impuestos, no maltratar a los pobres y a las pymes y cortarla de favorecer a los ricos, con exenciones y trucos tributarios. Quizá Briones, sea el Ministro más lúcido en este sentido.
Por ahora, sólo estoy indignado con la clase política, siento un malestar que me empuja a gritarles a todos los políticos en la calle y en redes sociales, hasta incluso he grosero en lenguaje, ¿y qué?. No han sido faltos de respeto con Chile por décadas nuestra clase política, el empresariado de alto nivel y otros aprovechadores en los demás poderes del Estado. Bueno, ahora sólo les queda soportar y enmendar el camino, ya que todos queremos, un Chile mejor.
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