En una institución jerárquica, más todavía si es autárquica y monárquica, el cargo del subordinado siempre está a disposición de quien detenta la autoridad. Si el subordinado incumpliera gravemente su mandato, la autoridad ha de destituirle, marcando distanciamiento con su falta.
Recíprocamente, la renuncia es la herramienta de la que dispone el subordinado cuando le resulta imposible responsabilizarse de su mandato, retornando el cargo a la autoridad. También es su herramienta de protesta ante ella cuando es mandado a lo que considera ilegítimo o antiético, preservando así su integridad al no prestarse para ser el ejecutor del mal encomendado.La renuncia también le puede servir al superior para intentar lavar la imagen comunicacional propia y de su institución ante una situación perversa insostenible
Sin embargo, la renuncia también le puede servir al superior para intentar lavar la imagen comunicacional propia y de su institución ante una situación perversa insostenible, buscando esconder ante una opinión pública confundida la complicidad siniestra que pudieran tener. El superior, imposibilitado de seguir resistiendo la presión pública, atrincherado tras la institución producto de las fechorías de su encomendado, se hace personalmente cómplice cuando, en vez de destituirle para marcar distancia y sancionarle, le solicita en cambio su renuncia, así guardándole todavía lealtad y regalándole el honor inmerecido de salir por la puerta ancha, como si su alejamiento hubiera sido voluntario y debido a cualquier otro alto motivo.
Tal maquinación evidenciaría, en ambos, cobardía ante la sociedad, pusilanimidad institucional, egoísmo, deshonestidad hacia las víctimas y la sociedad, revictimización, descriterio ético, traición a la fe pública, mafiosa corrupción y una falta de vergüenza que quizás nunca tuvieron. Si así obrare la máxima autoridad, la institución completa habría de considerarse corrupta a su imagen y semejanza, por cuanto falla e imposibilita la reparación de los mecanismos básicos de responsabilidad institucional, siendo indistinguibles de una asociación ilícita. Pudiendo haber traído paz, sus vicios claman por espada.
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