En el marco de su visita a Chile organizada por la Fundación para el Progreso, el premio Nobel de literatura cayó en lo que actualmente se conoce como corrección política, o en otras palabras, el arte de decir “lo políticamente correcto” con el fin de no pasar a llevar la sensibilidad de determinados grupos, etnias, colectivos, o lo que usted quiera.
Así, y con el objeto de conocer la postura del escritor, el director ejecutivo de la fundación se sirve de un preámbulo sumamente claro que apuntaba, básicamente, a saber la opinión de Vargas Llosa respecto a la siguiente interrogante ¿Hay dictaduras menos malas que otras? pues bien, todos conocemos la corriente política que inspira al autor de El pez en el agua –su cercanía con la derecha y sus mandatarios, entre ellos Sebastián Piñera- sin embargo, para no ser políticamente in-correcto y emitir una postura que comprometiera su estatus de hombre de letras, prefirió no “aceptar” la pregunta y señalar que todas las dictaduras son malas, algo que resulta evidente para todos nosotros siendo innecesario contar con un premio Nobel para comprenderlo.La pregunta de Kaiser buscaba que el escritor pudiese brindar su juicio respecto a la calificación, o cuantificación de la “maldad” generada por una dictadura
La pregunta de Kaiser buscaba que el escritor pudiese brindar su juicio respecto a la calificación, o cuantificación de la “maldad” generada por una dictadura, entendiéndose ésta como el control absoluto del individuo en sus esferas íntimas y sociales, arrebatándole la capacidad de pensar de forma independiente, despojándole su dignidad e incluso, en muchos casos, la vida. Pues bien, bajo esta premisa resulta absolutamente procedente realizar una cuantificación o “medición” del mal provocado por una dictadura, guerra, delito, daño o perjuicio. Por ejemplo, ¿es dable que el lector diga que la Segunda Guerra Mundial fue “más mala” o infundió mayor maldad que la Primera Guerra Mundial? Por supuesto que sí, toda vez que la Segunda Guerra provocó la muerte de más 60 millones de personas, significó el genocidio del pueblo judío de Europa y la desintegración de varios países europeos, mientras que la Primera Guerra Mundial produjo la muerte de al menos 10 millones de personas y no implicó el exterminio masivo de una etnia.
Hagamos otro ejercicio en el mismo sentido ¿podría señalarse que el delito de robo con homicidio es más malo que el de hurto simple? Por supuesto que sí, uno despoja un bien material, pero más aun, termina con la muerte del individuo, mientras que el otro, por su parte, “solo” significa quitarle al otro sus efectos personales con ánimo de lucro. Una prueba de la diferencias de maldad entre uno y otro es la pena asociada, puesto que el primero repercute en una pena mayor que el primero, de manera que podemos decir que lo que hace el legislador es “cuantificar” el mal causado al imponerle una sanción más alta.
Considerar que todas las dictaduras son malas, además de ser una respuesta evidente y obvia, es también una forma de relativizar el mal, otorgándole una entidad igualitaria en circunstancias que no es procedente. El ejercicio anterior puede llevarse a cabo en innumerables situaciones de la vida cotidiana – Maradona es peor que Pelé; Apple es mejor que Microsoft, y así ad eternum– no obstante, en el ámbito del derecho la cuantificación del mal es sumamente importante y no puede relativizarse al estilo Vargas Llosa, puesto que se caería en el absurdo jurídico de que todo delito civil o penal sea sancionado con la misma pena por el hecho de que “son todos malos”.
Desde un punto de vista filosófico, Descartes nos decía que el mal no es nada real, sino que solo una privación, entonces, ¿podría decirse que una dictadura es más mala en tanto se producen más privaciones que en otra? Por cierto, algunas conllevan la privación del alimento, la propiedad privada, la salud, la educación, la dignidad, la cultura, y otras, desembocan no solo en la pérdida de lo anterior, sino que también en la pérdida de la vida.
Así, le pregunto al lector: si tuviese la oportunidad de elegir entre diversas dictaduras para vivir ¿Se decantaría por alguna sobre la otra? a Vargas Llosa le da lo mismo.
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