Las serpientes son animales que cambian su piel periódicamente. El cambio es completo, es decir, de una pieza sale la piel gastada y comienza la regeneración. El cambio de piel significa para las serpientes liberarse de parásitos y heridas, lo que constituye una herramienta natural de salud y sanación.
Tal como las serpientes, en nuestro país se ha iniciado un proceso de regeneración y cambio. Tras el ascenso al poder de un gobierno de derecha se da por cerrado un ciclo político marcado por el retorno a la democracia y la hegemonía sociopolítica de la elite de centro-izquierda chilena: La Concertación.
Esta coalición de partidos obtuvo cuatro victorias electorales consecutivas, que le permitieron mantener el poder político durante veinte años. En estos, logró realizar reformas en distintas materias manteniendo un modelo económico y político heredado de la dictadura, sin embargo haciendo un fuerte énfasis en protección social y desarrollo económico.
Hoy, después de un año de ser oposición y manteniendo el trauma de la derrota vigente en su discurso y accionar político, manifiestan el deseo de renovación.
Los portavoces de la coalición comenzaron a expresar de manera repentina su necesidad de cambio de piel. Vinculan su desapego a la ciudadanía con lo añejo de sus símbolos, de su discurso, su estructura, incluso cuestionan si quienes forman parte del grupo son suficientes. En su diagnostico incorporan la autocritica; sin embargo, una autocritica autocomplaciente: no pudimos por que no nos dejaron, por que nos faltaron votos, por que Chile no estaba preparado aun para eso. Tal vez esta autoflagelancia mediocre producida por el trauma de la derrota, hoy podría dar razón a aquellos, que aun militando en las filas de esta coalición, criticaron el avanzar en la medida de lo posible, y sugirieron avanzar más de lo que la derecha les permitía.
El cambio de piel es un acto desesperado por entender Chile. Es intentar vincular las banderas de la centro-izquierda, dejadas en baúles por algún tiempo, con los nuevos movimientos sociales, los nuevos temas, demandas y formas de expresión sociopolítica. Sin embargo, para realizar esta renovación de piel, es necesario, observar y criticar, de manera pública y con responsabilidad, los aciertos y errores de los veinte años de gobierno. Con humildad y convicción defender los avances, pero también realizar una critica sistemática a los errores, que se resumen al fin y al cabo, en la poca valentía para avanzar en los temas que hoy la ciudadanía y movimientos sociales intenta conquistar.
Una renovación entre aquellos que hoy se encuentran derrotados sería seguir arrastrando la vieja piel e intentar, a la vez, generar una nueva. Es necesario recoger las energías de los nuevos movimientos sociales, no con el afán de capturar sus demandas y lideres, sino con la convicción de ser un canal de comunicación entre la política y la ciudadanía.
La renovación implica humildad. Aun hay quienes mantienen en sus tesis sobre la realidad política de la concertación que “en la próxima ganamos con Bachelet”. Esa tesis expresa la soberbia con la que aun la elite intenta sobrevivir a esta nube de dudas e incertidumbre que genera la rotunda desaprobación en las encuestas de opinión. Si, Bachelet vuelve, pero ¿Con quienes? ¿Con que programa? ¿Con que ideas? en fin.
Para las serpientes el cambio de piel es un acto de renovación y sanación, de dejar la piel desgastada llena de heridas y parásitos por una nueva. La Concertación hoy ha expresado el deseo de cambiar su piel. Sin embargo para ello, resulta imprescindible dejar las viejas prácticas de la piel anterior atrás. Dejar la soberbia y pensar en re-construir una gran coalición que no se oponga solamente, si no que también proponga. No es solo el cambio de nombre y de logo, no es integrar nuevos miembros al grupo. Es re-generar convicciones, es re-generar el relato transformador que algún día tuvo, pero que perdió con el tiempo, es dejar su característico conservadurismo de estos últimos años, por un nuevo progresismo.
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Foto: Snake skin – Seymour Solo / Licencia CC
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