Parte de los sectores progresistas está llamando a anular el voto en la próxima elección de consejeros para redactar la Nueva Constitución, como una forma de repudio a la forma en que fue concebido este proceso.
Razones sobran para repudiar. La clase política –que desde hace años aparece en las encuestas con niveles paupérrimos de aprobación- aprovechó el shock en que sumió al 38% el resultado del plebiscito y se apoderó del proceso, transformándolo en un engendro lleno de limitaciones para la verdadera democracia y asegurándose de que sus cuotas de poder no sean tocadas. Sin duda que todo esto huele a podrido.
Sin embargo, y a pesar de todo, creo que es posible en esta instancia mejorar la situación del país, actualmente regida por la Constitución de Pinochet. No va a ser, claro, la Constitución de avanzada que generó la Convención anterior, pero al menos a mí me basta con que se incluya el primer artículo de aquella: “Chile es un Estado social y democrático de derecho”, lo que implica que cada ciudadano accede a derechos sociales básicos –educación, salud, vivienda y jubilación digna- como garantías que aportará el Estado, y hasta quizás la propiedad estatal del agua. Esas cosas tan básicas las garantizaba la Constitución rechazada en septiembre pasado, y creo que no es una quimera aspirar a eso ahora.
Pero claro, para lograr eso hay que, por un lado, hacerle el contrapeso a la derecha más ciegamente reaccionaria –la que no le haría ningún cambio a la Constitución pinochetista- y por otra parte, confiar en que parte de la derecha, un poco más inteligente, vea la inevitabilidad de ceder en los cambios necesarios para brindarle estabilidad social al país.
Los empresarios más inteligentes se dan cuenta de que la situación es insostenible: dejar las cosas tal como están, sin escuchar las aspiraciones de los sectores más desposeídos, llevaría tarde o temprano e inevitablemente a un Estallido 2.0, el que según el historiador Gabriel Salazar no sería “romántico” como el del 2019, sino sangriento, con olor a linchamientos y guerra civil. Y en ese clima de olla a presión obviamente que no les conviene hacer sus negocios.
¿Es, entonces, conveniente anular el voto? No lo creo. Creo que no pasaría de ser un gesto testimonial, una pataleta sin mayor significación
¿Es, entonces, conveniente anular el voto? No lo creo. Creo que no pasaría de ser un gesto testimonial, una pataleta sin mayor significación. Supongamos que un 20% anule… ¿y qué? Los analistas políticos comentarán la noticia, elaborarán diferentes hipótesis… las que se van a sumar a las hipótesis respecto a todas las últimas elecciones, incluyendo aquella en la que la gente eligió a una enorme cantidad de diputados y senadores de derecha –incluyendo entre ellos a varios psicópatas- que no le han dado respiro al Gobierno, rechazando incluso una Reforma Tributaria tremendamente sensata y bien orientada a las necesidades de la gente. O sea, no pasará nada.
Y la nueva Convención – o como se llame- funcionaría con toda soltura y sin contrapeso con consejeros conservadores, quizás algunos de ellos hasta comprados por los sectores adinerados. Emitirían una propuesta de Nueva Constitución que, en caso de ser una aberración, sería nuevamente rechazada… con consecuencias imprevisibles. Para que no sea una aberración, debemos votar por consejeros progresistas o… confiar en que los consejeros de derecha experimenten una epifanía que les haga redactar una Constitución razonable. Por mi parte, prefiero ir un poco más a la segura y elegir la primera alternativa.
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Alejandro Celis
Por una vez, de acuerdo con usted, señor Bechtold… está bien que todos tengan que ceder. La idea es que todos vivamos en paz en este hermoso país, ¿no?
Gonzalo vicuña
Si la nueva constitución resulta ser la constitución de la dictadura enchulada, este capítulo constitucional sera un saludo a la bandera y nada más. Se equivocan los que creen que la izquierda como peyorativamente se moteja a cualquiera que quiera cambios, es la que insiste en cambios por hacer cambios. Es la gente que padece este modelo de falso chorreo la que está por cambios. Los majaderos son los que insisten en no hacer cambios estructurales porque insisten en que el modelo social y económico es estupendo, que las AFP son una maravilla , lo cual no es cierto, y que las ISAPRES son un modelo ejemplar de salud privada, que ahora se rebelan contra un fallo de la Corte Suprema, no quieren devolver lo estafado a sus clientes, y piden que el Estado pague sus deudas. En suma, son empresas privadas que quieren todo gratis, y no son de izquierda. Chile no logrará salir de su estancamiento moral, económico y social, si la ciudadanía no ve que paran los abusos de las elites económicas exitosas, que se comportan como delincuentes y estafadores. Eso debería terminar con la nueva constitución, si no lo hace no es nueva, es la vieja con botox.
Julio Arriagada M.
Alejandro comparto absolutamente el contenido de tu articulo. Es sensato y nada de romántico. Hemos avanzado, sin duda, hasta el PC hoy en el gobierno y que en el plebiscito del 88 llamó «no la farsa» y pedía no ir a votar, hoy está cuadrado con la elección de concejales.
No perdamos la oportunidad ya que podemos dar la sorpresa.
Julio
Alejandro Celis
Lamentablemente, Julio, una buena parte de aquellos que de verdad queremos cambios se restaron de esta elección. Craso error a mi entender… ya veremos qué ocurre porque pedirles sensatez a los Republicanos es ser demasiado optimista. Quisiera creer que la Constitución que nos van a proponer no parezca obra de Hitler y su séquito…
Gonzalo Vicuña
Alejandro fuiste premonitorio. la nueva Convención – o como se llame- funcionaría con toda soltura y sin contrapeso con consejeros conservadores. La extrema derecha pinochetista tiene casi la mitad de consejeros. Sumados a la derecha Udi pinochetista son mayoria absoluta. Si mantienen su votación de 60% pueden aprovar de salida, lo que quieran-
Alejandro Celis
Así va a ser, Gonzalo, a menos que se den cuenta de que una porquería fascista será rechazada (en cuyo caso nos quedaríamos con la Constitución de Pinochet!).
Un mínimo de cordura debería llevarles a establecer acuerdos razonables que respondan a las inquietudes del estallido y proponer una Constitución mínimamente razonable para todos… si no, tendremos otro estallido 2.0 y ahí, sálvese quien pueda…
abechtold
La derecha no cometería el error de la izquierda de querer llevarse la pelota. Si podría ser que se haga una Constitución bien parecida a la actual, con algunos elementos mas modernos (ecología, algo bien compartido) y con la implementación de un sistema de protección social que no incentive a vivir del Estado. En suma, un cambio que iría en el sentido que la izquierda impulsa, pero sin descuidar que el ordenamiento social basado en producir y hacerse cargo de su vida es un hecho central. Como todo, nadie tendría el 100% de lo que quiere.
Aunque los autodenominados «progresistas» esten medio derrotistas, probablemente les irá mejor de lo que esperan. Lo que seguramente pasará es que, como no habrán acuerdos muy amplios, la Constitución se hará un documento corto, que permitirá gobernar con leyes. Asi, esperemos, sea una Constitución que dure mucho tiempo. Lo que si, se le acaba a la izquierda el argumento de la Constitución de Pinochet, etc….asi que tendrán menos argumentos políticos.