Todos hemos sido testigos, y a la vez participantes de lo que sucede hoy en Chile. Somos observadores privilegiados de lo que pareciera ser a todas luces un momento histórico, a nivel local como también mundial. Es que lo sucedido en esta parte del globo terráqueo no solo nos afecta de manera directa como ciudadanos, sino que también a todo el resto del mundo, y no son exageraciones. La dependencia de todos los países es algo que se expresa fundamentalmente a través de la economía, fenómenos como la globalización ponen de manifiesto esta característica del devenir histórico actual. En relación a ello se puede observar – y este es el análisis que hago- que los movimientos sociales y en general las comunidades -desde una perspectiva macro como micro- apuntan a la autonomía, a la lucha por tener más decisión sobre las distintas situaciones que nos afectan cotidianamente. Creo firmemente que la ciudadanía se ha dado cuenta de la importancia de la política y que ésta se encuentra en una plaza, en una banca, en las calles, en una manifestación y no, en los asientos del Congreso Nacional.
Aquí es importante hacer un punto. La sociedad actual se caracteriza por su exacerbado individualismo, y hoy los movimientos no apuntan a destruir dicho individualismo. Si no a que, ese individualismo, sea complementario y compatible con la intersubjetividad que existe en una sociedad. Dicho de otra forma, no queremos vivir cada uno por su cuenta ni separados el uno del otro dentro de una burbuja. Queremos ser parte de la comunidad, ser protagonistas dentro de nuestra realidad. Levantar la mano, opinar y debatir son la muestra de aquello, por lo mismo muchos creemos que este es un momento y una oportunidad histórica de construir una sociedad mejor. Aunque esta vez desde las bases del poder soberano, la ciudadanía.Como ciudadano tengo muchas esperanzas y expectativas de este movimiento social, creo que como sociedad tenemos el deber, pero por sobre todo el derecho al diálogo, a tener voz.
La sociedad se mueve con vientos a favor de resaltar mucho más lo que nos une y no, lo que nos separa. En esta lógica podemos encontrar planteamientos como los del sociólogo alemán Jurgen Habermas. Habermas a través de su «Teoría de la acción comunicativa» plantea una sociedad libre y reflexiva la cual se une por el conocimiento y no por la imposición o el miedo. Siendo la principal herramienta de utilidad de la sociedad; el diálogo y el lenguaje.
Es en esta parte que me gustaría generar un quiebre con lo mencionado anteriormente para referirme, estrictamente, al manejo que ha tenido el gobierno en torno a esta problemática. Como ya mencioné, los vientos de cambio creo que apuntan a construir otro modelo de sociedad, en el cual tengamos protagonismo al momento de opinar pero sobre todas las cosas, decidir.
De manera bastante contradictoria, lo más comentado y observado durante las manifestaciones es la violencia. La lucha entre los agentes del Estado y los ciudadanos. Es imposible no tocar este punto, debido a que el discurso gubernamental se ha centrado solo en él, desviando y enfocando la perspectiva de la realidad. Esto pareciera una forma de detener y desviar la atención de la opinión pública sobre los verdaderos cambios que deben suceder. Y desde mi punto de vista deja mucho más en claro la pugna histórica por la que estamos pasando: el viejo orden establecido contra el nuevo.
Pero, ¿cuál es el temor por parte de ese sector a lo nuevo? Principalmente creo que las causas están en el «quedarse fuera» , «perder privilegios», «salir de la zona de confort». Sentándonse en el saber que hay que desechar, re-construir y modificar muchas cosas para avanzar hacia un objetivo que necesariamente significa que los que son parte del actual orden de las cosas no lo sean más en el futuro.
Creo que todos tenemos derecho a equivocarnos, pero también tenemos el deber (en la lógica de deberes y derechos) a asumir y desprendernos de nuestros dogmas. A dejar paso al tránsito histórico normal de toda sociedad. Y como reza una de las frases más utilizadas en este tiempo: «sé parte de la solución y no del problema».
He leído mucho últimamente sobre la incapacidad que tendría la ciudadanía para poder plantear y discutir sobre las problemáticas sociales. Referido al sistema económico o al sistema político ante lo que no puedo callar que también pensé en ello pero cambié de opinión. Siendo la consecuencia de estar en las calles conversando con quien también caminaba a mi lado.
La ciudadanía sabe mucho más de lo que creemos y quieren hacernos creer. Una muestra de aquello es que la Constitución de la República es el segundo texto más vendido desde el 18 de cotubre. La educación es poder, y la ciudadanía lo comprende.
Por lo tanto, estas no son cuestiones ideológicas como han planteado algunos, esto es mucho más profundo que eso, y es contradictoriamente la misma ideología con sus dogmas la que nos tiene en esta situación de crisis.
El camino que está tomando la sociedad chilena no está exento de complicaciones, y eso está a la vista, pero hay que tener en consideración que las sociedades son dinámicas, y están en permanente cambio. Como lo señala este movimiento: «ni derecha ni izquierda» y eso sólo indica la disposición a crear algo nuevo, a buscar diferentes alternativas, a debatir y conocer más de lo que creemos que existe.
Sin embargo, estas ideas, en cuanto a lo que queremos o lo que podemos construir, están sujetas a la lógica del poder, y quienes ostentan el poder en la actualidad (y como no, desde siempre) no están dispuestos a incluir en la mesa de conversación a la ciudadanía. Como ha sucedido en Chile a lo largo de toda su historia.
Como ciudadano tengo muchas esperanzas y expectativas de este movimiento social, creo que como sociedad tenemos el deber, pero por sobre todo el derecho al diálogo, a tener voz.
Quiero permitirme la atribución de incitar a quien lea este ensayo a informarse, escuchar y debatir posturas, que es eso lo que nos permite crecer como sociedad. Así mismo, hago un llamado a no caer en las mentiras y montajes a favor de la élite por parte de los medios de comunicación. A no caer en el populismo y la demagogia por parte de partidarios de derecha o izquierda, que sin lugar a dudas saldrán a flote en estos tiempos difíciles.
Solo me queda decir, que nuestro deber es continuar. Lamentablemente el conflicto social es quien genera los cambios, y por dicho conflicto han salido heridxs muchxs compañerxs y otrxs caídxs muertxs. Nuestro deber es honrar su memoria luchando por la sociedad que queremos, por una sociedad mucho más libre y GARANTE de derechos fundamentales. Porque de otra forma, ¿qué sentido tiene vivir en sociedad si sólo un pequeño grupo se beneficia de aquello?
Y tal cual señalaba George Orwell en su libro «1984»:
«Se preguntó, como ya lo había hecho muchas veces, si no estaría él loco. Quizás un loco era solo una «minoría de uno». Hubo una época en que fue señal de locura creer que la tierra giraba en torno al sol: ahora, era locura creer que el pasado es inalterable.»
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