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Las certezas de la CEP

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Los datos que publica la última CEP sobre los posicionamientos presidenciales nuevamente mueven el escenario político. De este modo, la encuesta y sus resultados se convierten en un hecho político que, a su vez, produce consecuencia de poder. Los intentos por anular esos efectos son y serán infructuosos debido a que la CEP entrega certezas que son coincidentes con otras encuestas, con resultados electorales y con los rasgos de la coyuntura.

Lavín, antes de conocerse los resultados en la esfera pública le resta validez a sus potenciales resultados: “la CEP tiene validez cero” ha dicho. Al terminar la presentación de los datos de la encuesta, Coloma ratifica la postura política de que se trata de una encuesta que no tiene “merito predictivo”.

En esa misma línea, Lily Pérez afirma que la validez de la encuesta se cuestiona debido a que el CEP “no ha sido eficiente en la toma de la muestra”. Además, con voto voluntario es impredecible el resultado final. Los más importante, según la vocera, es que “no refleja la potencia de la candidatura de Evelyn Matthei… que habrá segunda vuelta y que en ella estarán dos mujeres”.

La derecha, en consecuencia, ha neutralizado el valor político de estos datos, por lo menos en lo aparente y público. El golpe fue fuerte. La distancia es cada vez más irremontable y el tiempo se reduce.

Las preguntas de la discordia. Hace semanas se había dicho que se eliminaría la pregunta cerrada de intención de voto: «¿por quién votaría si el próximo domingo fuesen las elecciones presidenciales?»

Se mantuvieron, en consecuencia, aquéllas preguntas de posicionamiento presidencial indirectas y abiertas que se aproximan a la intención de voto por medio de la “creencia” y de la “preferencia”.

La primera, dice: “¿quién cree Ud. que será la o el próximo Presidente de Chile?”. La segunda: “¿quién le gustaría a Ud. que fuere la o el próximo Presidente de Chile?”.

Antes de analizar los resultados de estas preguntas, el CEP –hábilmente- hace una introducción con lo que pasa con estas preguntas en agosto del 2005 y del 2009. De este modo, busca debilitar los argumentos que pondrán en duda “la calidad de la información” producida en esta medición.

En términos generales, la conclusión que se puede sacar es que el candidato que obtuvo el mayor porcentaje de preferencias en cada una de las preguntas abiertas, ganó la presidencial y se convirtió en Presidente: Bachelet en el 2005 y Piñera en el 2009.

En la primera pregunta: “¿quién cree Ud. que será el próximo Presidente de Chile?”, lo primero que se observa es que ha ido aumentado la percepción de que Bachelet será la próxima Presidenta del país al subir del 49% al 75% entre agosto del 2012 y agosto del 2013.

Cuando se mide con Longueira esa creencia sube al 79% y cuando se mide con Matthei se mantiene en 75%. La distancia con la derecha es de 69 puntos porcentuales para el total de la muestra (75% contra el 6%). Cuando se mide con Longueira, esa distancia sube a 74 (79% contra 5%) y con Matthei se mantiene en 69 (75% contra 6%). Se observa, por tanto, que con Matthei se reduce la distancia de modo mínimo e insuficiente.

Sin embargo, esto se debe a la baja de Bachelet y no al alza de Matthei. De hecho, el apoyo de ambos candidatos de la derecha se ubica en torno al 5%-6%. Lo que pierde Bachelet, no lo gana la derecha. Lo que pierde Bachelet, lo gana la categoría “no sabe, no contesta”.

En lo grueso, para todos los casos uno de cada cuatro chilenos mayores de 18 años “cree” que Bachelet ganará la presidencial. Aquí, una de las raíces del “pesimismo y derrotismo” que ha invadido al oficialismo.

En la segunda pregunta, “¿quién le gustaría a Ud. que fuera la o el próximo Presidente de Chile?”, lo primero que se observa es que en un año Bachelet bajó sus preferencias en 5 puntos porcentuales al pasar del 50% al 45%. Durante todo el 2012, esta pregunta mantuvo a la ex mandataria en torno al 50%; en abril del 2012, marco un 51%, en agosto del 2012 –hace un año—marco un 50% y en Diciembre marco un 49%. Hay, en consecuencia, una baja significativa.

Para el total de la muestra, Bachelet marca un 45% y la derecha un 14%. Esta última cifra, se divide en un 11% para Matthei y un 1% para Longueira, Allamand y Golborne. La suma de los otros candidatos llega al 21%. El 20% que contesta “no sabe y no contesta” puede perfectamente hacer que Bachelet suba y/o recupere el 50% que mantuvo durante todo el año anterior. La derecha, un año atrás –en agosto del 2012— sólo marcaba un 11% con Golborne y Allamand.

Los resultados de la CEP fueron “otro” duro golpe para las aspiraciones presidenciales de la derecha. Por ello, han tratado de restar valor predictivo a las encuestas en general y a esta en particular. Esto, les permite combatir el “derrotismo” y crear la imagen de una candidatura competitiva y de que la elección está abierta.

La medición Bachelet-Longueira muestra que la distancia entre ambos es de 38 puntos porcentuales (47% contra el 9%). Como es una pregunta abierta hay más nombres de la derecha que surgen. De ese modo, el sector con las “preferencias” que capta Matthei (6%), Golborne (2%) y Allamand (2%) logra subir al 19% y reducir la distancia con Bachelet a 28 puntos porcentuales.

La medición Bachelet-Matthei muestra que la distancia entre ambas es de 32 puntos porcentuales (44% contra el 12%). Sin embargo, al sumar a las otras “preferencias” del sector el aumento total es sólo del 2% al subir al 14%; es decir, hay una baja de 5 puntos porcentuales y aumenta la brecha entre Bachelet y la derecha a 30 puntos porcentuales.

En consecuencia, ¿qué certezas entrega la CEP?

En primer lugar, que Bachelet va ganar la presidencial de noviembre y que la derecha va llegar segunda.

En segundo lugar, que hay “altas probabilidades” de ganar en primera vuelta. Sin embargo, los datos que entrega la CEP no permiten confirmar ni rechazar esa posibilidad. Bachelet y su equipo quieren ganar en primera vuelta; la derecha, a su vez, lucha por que haya segunda vuelta. Hoy, es tan probable el “ballotage” como resolver la elección en primera vuelta.

En tercer lugar, los datos muestran de modo indirecto que Bachelet gana la segunda vuelta. La distancia entre el primero y el segundo en la primera vuelta, será irremontable. Nunca ha pasado que el que gana la primera vuelta, pierde en la segunda.

En cuarto lugar, que el rendimiento de los candidatos no duopólicos está lejos de acercarse a lo que fue la presidencial anterior en la que a la misma fecha –3 a 4 meses, antes de la presidencial— mostraban cifras muy superiores a lo que se observa hoy. Ningún no duopólico va llegar segundo.

En definitiva, los resultados de la CEP fueron “otro” duro golpe para las aspiraciones presidenciales de la derecha. Por ello, han tratado de restar valor predictivo a las encuestas en general y a esta en particular. Esto, les permite combatir el “derrotismo” y crear la imagen de una candidatura competitiva y de que la elección está abierta.

Lo complejo para el sector, es que los datos de esta última CEP –independientemente, de cualquier consideración o crítica metodológica- son coincidentes con otras encuestas y con otras preguntas, con los resultados que obtiene el oficialismo en las municipales y en la primaria, con la baja aprobación del gobierno, con la crisis política de la derecha y con la presencia de una demanda social-ciudadana que ha cambiado el mapa político del país.

“Ver para creer o creer para ver” es el dilema de la derecha hoy. Sólo un accidente político podrá cambiar lo que esta CEP nos muestra.

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Foto: Michelle Bachelet / Licencia CC

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