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La pugna interna por el liderazgo de la Concertación

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Durante las últimas semanas se ha vivido un clima de mucha crispación política; algunos han afirmado que la política se encuentra enrarecida, entrampada en acusaciones de diversa índole. Y no solo entre bloques políticos, sino que, desde dentro de los conglomerados, han surgido situaciones bastante tensas y complejas, luchas de poder y ego. Pero para entender este clima de aspereza, resulta importante evidenciar los hechos. La interpelación del oficialismo contra Michelle Bachelet en el marco de la investigación del 27 F ha abierto el flanco de batalla entre oposición y gobierno. Más allá de cuestionar la buena voluntad del oficialismo, queda bastante claro que las constantes acusaciones por los videos filtrados tienen un efecto político directo: traer a Michelle Bachelet de vuelta a la política, para dañar, cuestionar y relativizar su alto porcentaje de aprobación.

El efecto inmediato de esta acusación fue que la Concertación se alineó en defensa de la ex mandataria, en un gesto político potente. Algunos pensaron, que éste sería el momento en donde la Concertación al fin recobraría un rumbo político coherente. Sin embargo, esta unión solo sirvió para congelar relaciones con el Gobierno, crispar tensiones y demostrar que la unidad en el bloque fue más bien fugaz, calculada y con un fin político a largo plazo.

Comentarios y acciones desde el oficialismo y oposición acusándose, tratándose de “quiltros”; “gatos de campos”, “maricones” marcaron la tónica. Nadie pareció reparar en el lenguaje de la clase política, a nadie pareció importarle el ejemplo cívico que entregaban a la ciudadanía. ¿O será que la política se encuentra tan desgastada que no sorprende su actuar a estas alturas?

Pero el hecho más significativo, y que se ha ido prolongando a lo largo de las semanas, fue el del Presidente del Senado, Camilo Escalona. El senador PS se encargó de mantener la altura del discurso del 21 de mayo, y abogar por proteger la tradición republicana de este tipo de ceremonia, disipando todo tipo de dudas, respecto de la conducta concertacionista en la cuenta pública. Se impuso orden y respeto, lo cual fue agradecido por el Presidente Piñera y por una gama de personeros del oficialismo.

El segundo hecho significativo tiene que ver con el rol que comenzó a jugar Escalona dentro de la Concertación; un rol de mediador Gobierno–oposición. Sin embargo, su participación como interlocutor válido terminó por caerse ante la falta de piso político desde la misma oposición. Paralelamente, habitaba cierto recelo en palacio por el rol de Escalona, ya que, a pesar de sus cualidades como político, la Moneda no confiaba del todo en la capacidad de Escalona para aglutinar a una Concertación dispersa y llena de conflictos internos.

La pregunta que cabe hacerse es ¿por qué existe falta de piso político a la gestión de Escalona? El senador culpó al PPD de no apoyar esta iniciativa. Sin embargo, las respuestas a esta interrogante están a la vista.

Escalona tiene lazos muy estrechos con Bachelet, por lo que se entiende que busque instalarse dentro de la Concertación como un liderazgo fuerte y con experiencia. Es posible entender la razón de su actitud compuesta, a favor de las buenas relaciones y del entendimiento, a favor de negociar. Lejos queda el Escalona asertivo e implacable en sus dichos. Claramente el senador busca proyectar su carrera política en un eventual gobierno de Bachelet. Lamentablemente, la ansiedad en la Concertación por el poder genera que comience una disputa por el liderazgo del conglomerado.

Es por ello que se entiende totalmente el accionar del PPD, partido que restó su apoyo al diálogo, diciendo que es “tiempo de acabar las negociaciones a espaldas de la sociedad”. Mientras el guirardismo ha tomado el control del partido, el mismo Girardi ha puesto en marcha presiones políticas para negociar en el mediano plazo con Bachelet. Ayer, rostros anclas del partido como Harboe y Ricardo Lagos, se desentendían del accionar del partido, dando a entender que lo sucedido no representa la línea del partido.

Este incidente entre Escalona y el PPD es solo la punta del iceberg. A medida que las elecciones se acerquen, seremos testigos del incremento de la lucha de poder e influencia dentro de la Concertación, una pugna por instalar personalidades y personalismos, favores políticos y un programa que defina a la hipotética administración Bachelet.

En síntesis, observamos un cuadro muy similar a aquel altercado durante la proclamación de Frei en la última campaña, en donde todos se encontraban sonrientes y campantes, cual familia feliz. Por dentro, las patadas y los insultos iban y venían.

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Foto: El Nortino.cl

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1 Comentario

Carlos Fuentes

Buena columna y creo que solo faltó incorporar que todos estos episodios son signos de los que quieren que termine la transición pactada y los que no¡¡ asi de claro¡