Los acontecimientos de nuestro devenir político ya no sorprenden. Mantienen un estándar invariable en cuanto a lo vergonzoso, lo lamentable y lo impresentable. En las últimas semanas hemos visto como una de los mayores castillos de naipes de la UDI se desplomó con un soplido del contrincante. Un candidato con pies de barro que a no ser por el episodio de los 33 mineros y su magistral interpretación de Arriba en la Cordillera, jamás se habría conocido. Si los méritos de Golborne para ser Presidente de este país eran los necesarios, entonces tenemos un estándar lamentable. Para arreglarla, la UDI levanta la candidatura de uno de los políticos más demagogos del momento, quien con una sonrisa que le es imposible disimular, dice estar haciendo el mayor esfuerzo de su vida por aspirar a este carguito que va a quedar vacante. Todo sea por Chile.
Luego la Concertación da un papelón con las primarias sólo comparable con una elección de Centro de Alumnos. Me imagino al Senador Gómez cantando una versión de El Costillar en la voz de Joan Manuel Serrat… este sillón es mío, me lo quieren quitar…. y a Osvaldo Andrade, el político que jamás encuentra nada bueno ni medianamente aceptable, tratando de buscar el lado positivo de la peor vergüenza de la coalición. Defender lo indefendible le llaman…
Por eso es que la gente le otorga apenas un 15% de aprobación al Congreso, otrora la institución más prestigiada del país, y un mísero 9% a los partidos políticos. El ejemplo dado por quienes integran uno y otro estamento es tan malo, tan pobre y tan débil, que resulta risible ver como quienes son objeto de nuestra preocupación por el voto, sólo se miran al ombligo y se aprueban entre sí. La política, el lugar donde todo se compra y todo se vende, el centro de transacciones más grande del país, donde negociar la Vice Presidencia de la Cámara con un ladrón a cambio de apoyo para un Ministro, resulta de lo más normal. El lugar donde todo se promete y nada se cumple, la arena de guerra donde destruir al enemigo es más importante que construir país. Un lugar para ir a insultar, ver películas por internet y entretenerse tanto en el café que se llega a olvidar que hay que ir a sesión.
¿La razón de tanto empeño por pertenecer a una casta tan podrida? El poder y el dinero. Son los que predican el.. “no me dé…… pero póngame donde aiga…”. Los políticos son la clase privilegiada, los de mucho dinero, los que deciden a puertas cerradas qué opción le darán al ganado, léase nosotros, para que vaya a votar. Los que se dan el lujo de intentar cobrar por Isapre lo que no corresponde y no tener sanción moral; los que pueden ser sorprendidos a poto pelado, borrachos y negarse a la alcoholemia, y seguir cobrando siete palitos mensuales a costa de los que alguna vez confiamos en su aparente seriedad y en un discurso más falso que el de Judas.
Por eso es que la Presidenta de la CUT, con su parkita de marca, es vilipendiada por una serie de gentes que la meten en el mismo saco que a los Girardi, los Navarro, los Alinco, Velásquez y demases. No conozco a la señora Figueroa pero me da la impresión que sus méritos deben ir algo más allá que la marca de su chaqueta, y que para ser Comunista no es prerrequisito usar calzones de Molino El Globo, pero arrastra el gran pecado de formar parte de la misma clase política que se ha ganado con sangre y lágrimas (saco lo del sudor por razones obvias) el apoyo de menos del 10% de la población.
Por eso es que la gente le otorga apenas un 15% de aprobación al Congreso, otrora la institución más prestigiada del país, y un mísero 9% a los partidos políticos. El ejemplo dado por quienes integran uno y otro estamento es tan malo, tan pobre y tan débil, que resulta risible ver como quienes son objeto de nuestra preocupación por el voto, sólo se miran al ombligo y se aprueban entre sí.
Tenemos menos oportunidad que Tricolor de Paine frente al Manchester United para cambiar esto mientras los honorables tengan las herramientas para auto aprobarse los sueldos y fijar límites de reelección. Lo único cierto es que por ahora vamos a seguir igual…..Al menos lo sabemos.
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Foto: El Gráfico
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gino vallega magasich
Directo y al callo!La historia es para llorar y las posibilidades
de cambios «tienden a cero»; así y todo hay que reconocer
que la descripción de nuestra historia política actual está bien
captada,para nuestra desgracia y descrita sin pelos en la lengua,
para amortiguar un poco el desastre.