El humorista Stephan Kramer se presentó anoche en el Festival de Viña del Mar, evento que comenzó precedido de importantes manifestaciones y movilizaciones de los habitantes de la ciudad que exigían la suspensión del Festival, debido a las condiciones en que se desarrolla, con gran gasto para la municipalidad de una ciudad cuyos habitantes tienen precarias condiciones de vida.
El perfil artístico de Kramer siempre fue interesante, pues tenía que ver con crear rutinas de ironía y sarcasmo de quienes se relacionaban directamente con el poder, como políticos, artistas y futbolistas. Las representaciones solían ser parodias que apelaban a la calidad artística de Kramer, su rol de actor, más que a la crítica directa, social profunda.
Lo que vimos anoche no fue sólo una presentación que hacía eco de las modificaciones sociohistóricas que estamos viviendo a partir del estallido del 18O, sino que hizo dos cosas muy interesantes: habló en primera persona, es decir, desde su propia situación de enunciación y contó cómo a partir del movimiento social se generó en él una serie de rupturas con las ideas y morales que le regían hasta ese momento. Instaló como el gran tema del movimiento social, la importancia de las condiciones materiales de existencia, habló de desigualdad, injusticia y abusos, de los delitos económicos de cuello y corbata, de colusión. Legitimó a la Primera Línea como quienes nos permiten mantenernos en las calles sin ser agredidos por fuerzas policiales. Realizó un bello movimiento retórico instalando como los héroes nacionales a Pareman, el sensual Spiderman y la tía Pikachú.
En nuestro país, esto era algo arriesgado, pues nuestro sentido común nos indicó siempre que el mundo de la cultura debe ser libre, lejos de cualquier sesgo ideológico porque es una suerte de bastión de la democracia.
Claro que esto se puede discutir. En otro momento histórico la cultura dependía de un patronazgo, esto es, por ejemplo, el noble que financiaba a un tipo que tocaba el laúd. Cuando comienza la esfera pública, la modernidad, el ascenso de la burguesía, esto se destartala y comienza a existir un público, una audiencia y toda persona que genera un producto cultural comienza a depender del mercado. Lo que quiero decir, es que esto siempre estuvo determinado ideológicamente; es un error decir que sólo ahora con los movimientos actuales, con el Estallido, Kramer presenta una rutina eminentemente política y con una clara posición ideológica, porque esto siempre existió, pero de distintas maneras, determinado siempre según la selección natural del mercado, que siempre goza de su invisibilidad.
El humor, el límite del humor, la censura, la relación entre productos culturales y arte, su recepción y sus circuitos siempre son temas interesantes de observar, pero lo presenciado anoche en la actuación de Stephan Kramer se eleva a la condición de Acontecimiento
La incorrección política para con la elite, sector a la que Kramer pertenece, era muy importante. En Estados Unidos hay una gran hipótesis de parte de muchos sectores culturales de que de alguna manera la “corrección política”, la “censura” de determinado tipo de manifestaciones culturales fueron las razones por las cuales mucha gente votó a Trump.
El humor, el límite del humor, la censura, la relación entre productos culturales y arte, su recepción y sus circuitos siempre son temas interesantes de observar, pero lo presenciado anoche en la actuación de Stephan Kramer se eleva a la condición de Acontecimiento. Fue capaz de instalar una verdad del orden de lo universal, escapando a la particularidad de su contexto personal. Chile Despertó y ya no existe vuelta atrás.
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Avelino Jiménez
Es una reacción bastante rápida escribir a las pocas horas de ocurrido un evento y se pueden producir algunas reacciones emocionales que después no sean tan asertivas. Pero de todas maneras es válido.
Humorísticamente no me gustó mucho. Es muy bueno Kramer en su talento y creatividad. Pero, no alcanzo a ver sus habilidades morales o sociales con claridad. Jorge Alis es mas cómico y mas definitivamente antisistémico y con compromiso político. kramer es mas cruel con las personas, ya sabemos el daño que le produjeron a Pablo Zalaquett. Tene algo de acomodaticio de hipócrita, como por ejemplo andar metiendo a la señora a la fuerza, aún a costa de la fluidez y los chistoso del show. Me recuerda al conductor del programa de televisión a quien el Wason, en la película, le disparo en vivo, porque parecía sensible, y generoso, pero se alimentaba igualmente del sufrimiento y del dolor para obtener dinero.De de todas maneras es extraordinario.
Gracias