Lo digo sin ambigüedad: soy de aquellos que sintieron vergüenza de nuestro comportamiento como país ese fatídico día viernes del terremoto en Japón. No tuvimos ninguna sensibilidad ni empatía con el dolor de un país que vivió una experiencia tan traumática como la nuestra, habiendo transcurrido apenas un año de aquello y estando nuestra memoria aún inundada de las emociones de ese día.
Los medios nacionales, todos, se sumaron a un coro de voces dirigido desde la Moneda, que intentaron aterrorizar a la población, haciéndole creer que el desastre había vuelto a ocurrir en Chile, pero que esta vez estábamos preparados para enfrentarlo, que un año de “la nueva forma de gobernar” no había pasado en vano. Una puesta en escena burda y vulgar que además intenta comparar dos eventos incomparables.
Estuvimos todo el día y la noche preocupados de un tren de olas que tuvo que recorrer más de 17.000 kilómetros para llegar a nuestras costas. Patética resultó esa imagen de una cámara grabando por largos minutos la costa de Arica, y del periodista de Canal 13 debatiendo con el intendente si es que había alguna alteración del ritmo de las olas, en un esfuerzo por hacernos creer que el tsunami había llegado a Chile. Más patéticas las conversaciones de periodistas con lugareños de Isla de Pascua, tratando de convencerlos de que estaba ocurriendo algo que en realidad no estaba pasando. Y aún más patéticos los rostros de los ministros desfilando por la ONEMI, turnándose vocerías, entregando reportes cada dos horas, que hablaban de cualquier cosa, rellenando con fingidos rostros de preocupación y cansancio.
El desfile fue inaugurado a las 9:00 horas de esa mañana por el eterno ministro de Educación, paladín de este tipo de montajes, que aparecía refiriéndose a una posible suspensión de clases; y luego aparecieron casi todos, tratando de sacar algún provecho mediático de una situación trágica. No sé si el ministro de Cultura alcanzó a referirse al estado del Patrimonio Nacional o el ministro de Agricultura al impacto que esto tendría en nuestras exportaciones de verduras al Japón. Si no lo hicieron es tal vez porque algunos tuvieron la sensibilidad de sentir la misma vergüenza que sentimos muchos.
No estoy diciendo que no se deben tomar medidas preventivas; evidentemente hay que hacerlo. En particular, cuando se dispone del tiempo para ello, pero no me vengan a decir que la única forma de hacer prevención es montando el show que nos tocó presenciar. Los dispositivos de emergencia pueden armarse en silencio, sin alardear, y las palabras de nuestras autoridades podrían haberse destinado a enviar mensajes de solidaridad al pueblo japonés, comprometer apoyos, y tranquilizar a la población.
Pero desgraciadamente, el alma farandulera de este Gobierno es más fuerte.
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Foto: Presidencia de la República
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tavo007
Es verdad, esos 2 días, aparecieron todos los sismólogos y expertos posibles del país,incluyendo periodistas de actualidad, farándula, la Kenita, la Luli, incluso solo faltó el vago de Longthon, explicando la «grave situación» que iba a ocurrir, de los daños que se originarían, desviando así la polémica del sillón, las salidas de libreto y tantas otras que ya conocemos. (con alza de combustibles incluida)
En lo personal no me sorprende ver el desfile de Ministros, subministros, delegados, etc, hasta el ratón que entró a La Moneda, explicando lo que no tiene sentido alguno, solo comparando lo sucedido el 27 de Febrero 2010 con las «olitas» que a sabiendas era algo esperable, terminando por alarmar más a la gente y no comprender el real desastre de un país, como si en vez de una terrible y dantesca realidad, se tratase de un libreto de película de Hollywood.
Para este gobierno sigue siendo más fácil vivir de lo que la contingencia le puede dar, de lo que realmente importa.
jrpaves
Las palabras de ese día en los medios, eran del estilo, «azotará nuestras costas», «grave situación», «el embate de las olas», «el nuevo predicamento que enfrentamos»…