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El plebiscito de 1988, 30 años más tarde

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El 5 de octubre de 1988 será un día inolvidable para los chilenos, incluso más allá de sus visiones políticas o intereses de por medio. En efecto, ese día se produce un punto de quiebre en el devenir de nuestra sociedad, la más cruenta dictadura cívico militar perdía el poder y debía dar paso al retorno a la democracia.

¡Que no se logró alcanzar la democracia soñada! Que la justicia no primó sobre la impunidad, que la dictadura y sus enclaves autoritarios aún siguen presentes, que los gobiernos de la Concertación solo administraron el modelo económico social heredado de la dictadura, que la alegría nunca llegó, son algunas de las críticas que surgen producto del descontento en miles de chilenos que hace tres décadas soñaban con un Chile mejor.

Y, sí, las críticas señaladas son válidas, ya que reflejan el sentir de una generación que se entregó por completo para recuperar la democracia para la sociedad chilena. Eso les da el derecho de cuestionar lo que la elite política de centro izquierda gestionó en el poder por 20 años.

Desde el ejercicio de la memoria podemos expresar nuestra propia visión del significado del plebiscito de 1988, aquellos que fuimos actores principales de este proceso histórico, el cual se inicia desde el mismo día fatídico del golpe de Estado y recorre con una serie de hechos y personajes durante la larga oscuridad del periodo donde la dictadura ejerció el poder. Cada foco de resistencia, cada acción de rebeldía, el uso de las armas por algunos militantes de izquierda, las protestas sociales iniciadas en 1983, los paros nacionales, los estudiantes universitarios en las calles protestando, los secundarios en marchas, los trabajadores convocando a paro, los gremios profesionales sumándose a las paralizaciones. Los crímenes y sus víctimas, los abusos de poder diarios, el miedo permanente.

La campaña del NO, se sobrellevó en este tipo de país, donde la censura y el abuso eran la práctica diaria, por ende, cada uno de los jóvenes estudiantes, pobladores, trabajadores, dueñas de casa, que nos atrevimos a levantar la voz, a pararnos en la barricada, a marchar aunque fuera una cuadra gritando: “Y…. va a caer, va a caer, la dictadura va a caer”. Soñamos, creímos, teníamos esperanza.

Soñamos con terminar con la dictadura y su cultura de la muerte, creímos en que éramos protagonistas de la construcción de un  nuevo tipo de sociedad, nuestra esperanza era que la paz, el diálogo, nos llevaría a instalar una cultura de la vida.

Cuando en 1987, se abrieron los registros electorales, hubo que hacer campaña para inscribirse. Ahí cientos, miles de nosotros dedicamos días y semanas para recorrer calles, poblaciones, conversando con la gente, llamándolos a inscribirse. Esa campaña la hicimos a puro temple, con la sola convicción de que podíamos traspasar nuestra esperanza a los miles de chilenos que dudaban de la posibilidad siquiera de terminar con la dictadura.

El 5 de octubre de 1988, sí triunfó el pueblo chileno, sí llegó la alegría, sí alcanzamos la democracia, sí derrotamos a la dictadura.

Cuanta energía y emoción derrochamos en aquellos días, cómo enlazamos nuestras manos en las concentraciones por el NO, cuántos artistas apoyaron y cómo los sentíamos más cercanos que nunca, cuán orgullosos estábamos con nuestra chapita del NO, cómo lloramos con los testimonios que aparecieron en la franja televisiva del NO, cómo cantamos el himno del NO, en efecto, cada día que pasaba nuestras emociones y certezas crecían, la mayoría deseaba terminar con la dictadura, la mayoría anhelaba con retornar a la democracia, incluyendo a los miles que no sabíamos que significaba ello.

Trabajar para la campaña del NO, lo hicimos  por un ideal, sentíamos que era el único camino para terminar con la dictadura, por acabar con sus crímenes e injusticias, lo hacíamos por todos los que habían muerto y sufrido producto de la represión, lo hacíamos por el pueblo de Chile.

El 5 de octubre de 1988, sí triunfó el pueblo chileno, sí llegó la alegría, sí alcanzamos la democracia, sí derrotamos a la dictadura, pero no fue solo producto de un lápiz y un papel, no, ese fue el corolario, fue el resultado de las movilizaciones sociales iniciadas cinco años antes, fue debido a la resistencia valiente y decidida de unos pocos que se inmolaron ante la dictadura, fue fruto de años de resistencia, a pesar del miedo, a pesar del odio de algunos, a pesar de la campaña del terror levantada por los medios oficialistas. Esa noche nuestra vida tuvo sentido, alcanzó una trascendencia histórica: fuimos protagonistas de una gesta democrática y eso nadie, ningún gobierno, político, nadie va a deslegitimar lo que se logró hace treinta años.

Si la democracia reconstruida no es la esperada, pues bien, a trabajar para mejorarla, si la clase política de centro izquierda se aburguesó en el poder, entonces a reemplazarla, si siguen existiendo injusticias sociales, lo que queda es movilizarnos para terminar con ello, es cierto, el triunfo del NO fue un paso, permitió iniciar la reparación de lo destruido en dictadura, y si bien, han pasado ya tres décadas, aún es necesario asumir que hay una tarea ardua para avanzar en la democratización de la sociedad, y en ese escenario, el triunfo del NO es un hito relevante, de aquellos que generaron expectativas en el siglo XX y del cual los demócratas actuales no deben ni pueden desdecirse.

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2 Comentarios

Carmen Acevedo

♥♥♥♥♥♥

solopol

solopol

En 50 años de vida politica el triunfo del NO ha sido lo unico relevante, ni la Unidad Popular, ni la Dictadura, ni la Transición ni el Frente Amplio tienen la misma relevancia o trascendencia. Porque el NO representa los mejores valores de la izquierda, que tambien son los mejores valores de la humanidad, la democracia, la paz, no con otra arma se puede derrotar la dictadura o la injusticia. El NO es la unica ocasion que se ha dado en Chile en 50 años donde esos valores han convergido para alcanzar un triunfo gravitante. Es el triunfo de la izquierda en su esencia. Lejos de ser una victoria mediocre es un modelo a seguir porque es la ocasión en que las cosas cuajaron, funcionaron. Cada vez que se critica el 5 de octubre se critica aquello que da resultados, que funciona, que deja una incidencia en la historia. Por lo mismo no hay nada en 50 años que pueda compararse en importancia y trascendencia al triunfo del NO.