En esta contienda están en juego dos formas muy diferentes, y en muchos aspectos antagónicas, de entender y actuar en política. Se enfrentan dos formas de construir programas de gobierno comunal, dos formas de involucrar a la ciudadanía, dos formas distintas de generar dirigentes, hasta dos formas diferentes de concebir una organización y un partido político
Sé que el título de esta columna puede resultar chocante para la gran mayoría de los que lo lean. Y así lo es, ya que la comuna de Providencia es desde hace mucho tiempo, y en muchos aspectos, una comuna privilegiada en Chile pero apunto a que lo que se juega en la contienda electoral del 28 de octubre próximo en esa comuna, es algo que puede afectar no solo a Providencia, sino al conjunto del país.
No quiero detenerme en temas que ya todos conocemos. Solo voy a enunciar uno, que a mi modo de ver, resulta relevante: la crisis de credibilidad de nuestras instituciones, incluyendo a los partidos políticos y al parlamento. Los chilenos no confiamos en los partidos políticos principalmente porque los consideramos organizaciones enfocadas solo a la búsqueda del poder, con fines individuales y mezquinos. Tal vez el ejemplo más claro de esto sea el cómo los partidos generan sus dirigentes y cómo éstos una vez en el poder, administran el poder obtenido.
Lo que hemos vivido, desde la vuelta a la democracia, es que la gran pelea que dan los principales dirigentes al interior de los partidos es por obtener cargos,que los vayan empinando cada vez más alto en la pirámide del poder. Primero se busca ser dirigente interno del partido, luego ser electo concejal. Más tarde se trata de ser alcalde, luego diputado, después senador y los más ambiciosos quieren ser presidentes de la república, una o varias veces si es posible. Una vez obtenido un cargo, este pasaría al patrimonio familiar del dirigente electo, pudiendo ser heredado por parientes y amigos, en la medida que el dirigente vaya obteniendo un nuevo cargo de mayor poder. Así, a medida que avanza en su carrera, el dirigente político va construyendo su propia facción de partido, que inclusive puede llegar a ser conocida por su nombre o apellido. De esta manera un partido político se va transformando paulatinamente en una agrupación de facciones, cada una con su caudillo, que negocian, entre si y con los otros partidos los cargos políticos y los cargos públicos, cuando están en el gobierno.
No es difícil imaginar lo que puede producirse, luego de 22 años de aplicación ininterrumpida, de un mecanismo tan perverso como el descrito. Lo que genera es exactamente nuestro actual sistema de partidos políticos y nuestro parlamento, ni más ni menos.
Todo lo anterior ya lo sabemos, lo vivimos y lo padecemos. Ahora, ¿qué está ocurriendo de diferente en Providencia, que merezca nuestra atención y nuestro mayor interés?
En Providencia, al igual que en todas las comunas de Chile, existen partidos políticos y consecuentemente políticos generados en su mayoría por el mecanismo antes descrito. Al vislumbrarse una nueva contienda electoral, estos partidos, aplicaron su lógica para definir a sus respectivos candidatos. Si todo hubiera funcionado como hasta ahora ha sido, lo más probable es que tendríamos una pelea, entre un candidato escogido a dedo por la oposición y el alcalde de la UDI, que lleva 16 años dirigiendo la alcaldía y que por lo tanto, puede considerar el puesto de alcalde de la comuna, como parte de su patrimonio familiar. Está también claro quién hubiera ganado las elecciones.
Afortunadamente, las cosas no han resultado como era esperable. La gran diferencia es que un grupo de organizaciones sociales y vecinos de la comuna, decidieron cambiar esta situación. Para ello, recorrieron más o menos el siguiente camino: primero generaron un programa de gobierno comunal, luego eligieron, de entre sus miembros, a una líder que los representara y promovieron un mecanismo de elecciones primarias para elegir, por mayoría, al representante que se enfrentaría al Alcalde. Ganadas, contra todo vaticinio, las elecciones primarias, pasaron a una segunda etapa, que consistió en juntar un número suficientes de firmas, ante notario, para inscribir en el Servicio Electoral una candidatura independiente al municipio de Providencia. Una vez efectuada esta tarea, reforzaron el comando de la candidata, al cual se incorporaron nuevos vecinos y un gran número de los miembros y adherentes de las variadas organizaciones sociales y políticas de oposición existentes en la comuna. Dentro de las organizaciones políticas que han apoyado desde un inicio este proceso, se encuentra un movimiento llamado Revolución Democrática, surgido de las luchas estudiantiles del 2011, y que aspira a convertirse en un partido político. Este movimiento entiende que la acción política basada en la democracia interna, debe estar enfocada en la promoción y defensa de los intereses colectivos de los ciudadanos. También dentro de su plataforma política promueve la creación de una nueva constitución, surgida de una asamblea constituyente.
Todos sabemos que existen organizaciones de jóvenes, principalmente estudiantes, que están llamando a no votar, porque han vivido en carne propia la falta de voluntad y la incapacidad del gobierno, de los partidos y de los miembros del parlamento, para acoger sus demandas que son apoyadas por la gran mayoría de la población. Por lo tanto, nadie puede criticarlos por su desconfianza en el sistema. También existen otros ciudadanos, muchos de ellos jóvenes, que piensan que da lo mismo votar o no votar, ya que las cosas no cambiarán en nada si resulta electo un candidato u otro. Lamentablemente la experiencia también les da la razón.
Planteadas así las cosas, se entiende porqué sostengo que la elección municipal en Providencia debiera interesar a todos los chilenos, independiente de la comuna donde vivan. En esta contienda están en juego dos formas muy diferentes, y en muchos aspectos antagónicas, de entender y actuar en política. Se enfrentan dos formas de construir programas de gobierno comunal, dos formas de involucrar a la ciudadanía, dos formas distintas de generar dirigentes, hasta dos formas diferentes de concebir una organización y un partido político. Si triunfa el Alcalde, no todo seguirá igual, todo seguirá peor, porque el descrédito de la política seguirá avanzando entre los ciudadanos y se reforzará la creencia de que nada podemos hacer por cambiar las cosas. En cambio, si triunfa la candidatura de Josefa Errázuriz, no solo se habrá elegido a una nueva autoridad comunal, surgida de las organizaciones sociales y de los vecinos de la comuna, independiente de la maquinaria de poder y dinero de los partidos políticos, sino que aún más importante que todo ello, habrá triunfado una nueva forma de entender y ejercerlos liderazgos y la acción política en Chile.
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