Un personaje de los Simpson, llamado Helen Lovejoy o Helen Alegría tiene la costumbre que cuando hace un reclamo exclama “Pero ¿quién piensa en los niños?” (Won’t somebody please think of the children?)
Pues en Chile lo hace el Consejo Nacional de Televisión (CNTV). Ha multado a VTR con 600 UTM por emitir, en horario para todo espectador, episodios de la serie South Park, transmitidos por la cadena MTV los días 12, 13 y 17 de octubre de 2011, en el horario de las 17.00 horas:
"los contenidos de violencia física y psíquica, intra y extra familiar, banalización de temáticas complejas de un alto contenido sexual- ofrecidos en el formato de dibujos animados- con el consiguiente natural atractivo que tal formato tiene para los menores-, entrañan un potencial nocivo para el desarrollo psíquico, físico y sexual de la teleaudiencia infantil presente al momento de la emisión, susceptibles de ser imitados, por aquellos cuyo juicio crítico, se encuentra en formación, por lo que no puede sino vulnerar el bien jurídico protegido en el Art.1º Inc.3º de la Ley Nº 18.838 -el desarrollo de la personalidad del menor-, incumpliendo con ello su obligación de observar un permanente respeto en su programación al principio del correcto funcionamiento de los servicios de televisión".
Bravo, hay que condenar a quienes no respetan el horario infantil y South Park es absolutamente nocivo para los niños. Nuestros niños no pueden verse expuestos a programas de este tipo que, por lo demás, son una rareza en nuestra televisión…
Un segundo. Algo no está bien en lo que estoy escribiendo.
La última vez que revisé el control remoto que viene con el d-Box dice algo como Control Familiar, o sea, se puede impedir el acceso de menores a canales que no les corresponde ver. Cuando revisé la programación me pareció ver más de 6 canales infantiles, más unos 7 canales que cualquiera puede ver, como Fox o Animal Planet. Y la última vez que vi la televisión abierta se emitían teleseries en donde hay muchísima “violencia física y psíquica, intra y extra familiar”, así como programas como el resumen de Mundos Opuestos que hacen “banalización de temáticas complejas de un alto contenido sexual”. ¿Por qué si los miembros del CNTV tienen en miras “el desarrollo de la personalidad del menor” no condena con más dureza la emisión de programas como Alfombra Roja o teleseries como Mañana es Para Siempre o peor, permite que se muestren imágenes de realities como Mundos Opuestos o Perla? Ninguno de ellos es en absoluto algo que debería ver un niño (tampoco debería verlo un adulto, pero eso es otro asunto), y el único efecto que tienen es degradar la calidad de la televisión chilena, que es realmente muy baja.
Pero lo grave aquí no es tanto el doble estándar del CNTV, que ya no sorprende. Es el hecho de que, dándose herramientas a los padres para controlar lo que ven sus hijos, no las usen. El problema es que el CNTV está censurando porque los padres se niegan a poner normas a sus hijos sobre lo que pueden o no ver.
Y aquí hay que usar la frase de la señora Lovejoy: según el punto de vista de los miembros del CNTV son ellos los que tienen que pensar en los niños, impidiendo que tengan acceso a programas que no les corresponde por edad… olvidando a los que, como en mi caso, somos adultos que a las 17:00 horas queremos ver South Park porque no queremos ver Yingo, que pagamos el servicio de cable de VTR para poder ver South Park a las 17:00 horas, y sobre todo que hay muchos adultos con servicio de cable que no tenemos hijos. Y olvidando lo más importante: que no somos nosotros o el CNTV el que tiene que pensar en los niños, son sus padres.
La televisión se ha convertido en una niñera. Los padres enchufan al niño a la televisión, con tal de librarse de ellos porque les molestan. Les compran televisores y se los instalan en sus habitaciones para que el niño vea un programa tras otro hasta medianoche o en la madrugada, ya que los padres no vigilan su consumo, no vigilan lo que ven ni hacen nada por controlarlos. Cuando son llamados a los colegios por los profesores que les comentan la mala conducta que tiene su hijo que dice groserías o incluso ha agredido a otros compañeros imitando lo que vio por televisión, los padres reaccionan violentamente contra el profesor. Y el ciclo se mantiene.
Condenar a programas como South Park es una solución tan sencilla, tan cómoda. South Park es una serie que por la forma como aborda ciertos temas es blanco fácil para organismos como CNTV y para denunciantes estilo Helen Lovejoy. La culpa de que haya degradación social es de South Park, la culpa es de MTV, la culpa es de VTR, la culpa es siempre de otro, no mía y de mi irresponsabilidad paterna/materna, no de mi pobre hijito expuesto a esa serie que al comienzo previene sobre que su contenido no es para menores, mi hijito es inocente cuando a medianoche está viendo el canal Playboy que contraté y al que no le puse control familiar. Esta victimización impide ver la realidad: que los padres no saben poner normas y reglas, que no tienen autoridad sobre sus hijos, y que estamos bajo una tiranía infantil en la que el “quien piensa en los niños” es la excusa más moralmente aceptable para censurar. Ayer fue el Club de la Comedia y su parodia sobre Jesús, hoy es South Park, mañana será El encantador de perros… siempre habrá un programa que molestará a las/os Helen Lovejoy y seguiremos escuchando el “quién piensa en los niños”.
Es hora de dejarnos de hipocresías. El horario infantil es una farsa, porque para que funcione de forma efectiva habría que cumplirse una serie de condiciones: que los menores no estén solos, que los padres les controlen los programas, que los menores no tengan acceso libre a la televisión y sólo puedan ver 2 horas… Nada de eso ocurre. Para un padre irresponsable es más fácil que VTR emita desde las 6 hasta las 10 de la noche Dora la exploradora en todos sus canales a decirle “No” a su hijito, o pasar tiempo con él, o renunciar a ver sus programas favoritos porque su hijo anda dando vueltas por la casa. Las consecuencias de esta permisividad paterna las sufrimos la sociedad en su conjunto: los profesores en las aulas, los menores que son acosados en el colegio, los padres de los niños acosados, las personas en la calle que son tratadas groseramente por estos menores…
Mientras el CNTV se preocupe más por censurar y condenar que promover programas de mejor calidad, mientras se siga solapando las deficiencias de los padres, y una larga lista de "mientras", lo único que provocan acciones como estas es tapar el sol con un dedo.
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