Ayer, como parte de un proceso que no era desconocido para el país, la Cámara de Diputados aprobó proyecto para que radios incluyan un 20% como mínimo de música chilena en su programación.
Por ahí me anduvieron picaneando para que escriba lo que pienso sobre el asunto. Primero consideré que no tenía caso, pues lo que pienso es bastante sencillo: que es una buena idea y que puedo sustentar eso con un par de argumentos. Sin embargo, viendo las reacciones y conversaciones resultantes, decidí que, además de exponer argumentos en lo hipotético, podía ser mejor ir a lo concreto y mostrar un caso práctico: el caso de Canadá, que conozco un poco.
Canadá no es el único país en implementar una cuota de música local para radios: mecanismos similares existen o han existido en (orden alfabético) Argentina, Brasil, Filipinas, Israel, Jamaica, México, Nigeria, Nueva Zelandia y Sudáfrica. En Francia, Irlanda y el Reino Unido existe algo parecido desde hace un tiempo, y ahora se ha extendido a la Unión Europea por completo. Cabe mencionar que en la mayoría de estos casos la cuota mínima es mayor a un 20%.
Un bien público en función del bien público
En todos estos países –y en Chile también– las concesiones radiales consisten en la asignación de un bien de uso público para la prestación de un servicio comercial. Por lo tanto, en función del desarrollo social, es natural que el Estado, como socio, tenga injerencia en cómo se usa ese bien. En todos estos países entonces se ejerce la noción de que es bueno para el país que exista un mínimo de contenido local.
En Canadá ello se pone en práctica mediante inclusión de gráfica estandarizada, indicando qué tipo de contenido es y hasta qué punto incluye producción local. Así el radiodifusor sabe que un fonograma determinado contará a favor de la cuota, y la presencia de dicha gráfico asegura a los productores musicales que habrá buena oportunidad de que programadores consideren su material para transmisión.
Ejemplo canadiense: MAPL
El sistema se organiza en torno a la sigla MAPL (Music, Artist, Performance, Lyrics). Los cuatro elementos, música, artista, ejecución y letra, cuentan como factores a favor de la cuota. Generalmente se considera contenido canadiense si están presentes un mínimo de dos de los cuatro factores, pero hay excepciones bajo las cuales basta con uno.
Diferentes radios cumplen diferentes criterios de cuota según el estilo de su programación, audiencia, localización geográfica, etc. A una radio de música docta no se le exige la misma cuota que a una de música pop, mientras que muchas radios voluntariamente asumen cuotas mucho más altas que la obligatoria.
Al principio de la implementación de la cuota, que comenzó en un 25%, muchas radioemisoras relegaban música local a horarios de poca audiencia. Ello se solucionó más adelante definiendo que el contenido para cumplir la cuota debía transmitirse entre las 06:00 y 18:00, lo que se mantiene hasta hoy. En la década de los 80 se aumentó la cuota mínima a un 30% y en 1998 se incrementó hasta un 35%, abarcando mediante una fórmula especial la radio satelital de pago.
Si comparamos esto con el proyecto chileno, dividido en dos franjas y con un porcentaje menor, con una norma mucho más sencilla y fácil de cumplir, cuesta entender que alguien pueda oponerse.
Antes de la implementación del sistema en 1971, la música de Canadá era vista con indiferencia en la radio canadiense y la ciudadanía tenía pocas oportunidades de conocerla. Esto obligaba a artistas interesados en ganar audiencia a emigrar a los EEUU o al menos intentar impactar en dicho mercado o el europeo. Esto costaba (y aún cuesta) bastante dinero, por lo tanto los que podían invertir en promoción en EEUU y Europa obtenían a continuación atención local ¿suena conocido?
Efectos notorios
Hoy Canadá tiene una activa producción musical local, gracias a la sustentabilidad brindada por el sistema, exporta música popular, docta y experimental, y el desarrollo de la industria a nivel de producción permite ofrecer infraestructura a los vecinos de EEUU, que van al norte a aprovechar costos menores, similarmente a lo que ocurre con industria de cine y TV.
Pero no sólo es un asunto económico: la exposición durante décadas a una cuota de música de Canadá ha generado entre canadienses no sólo la oportunidad de conocer, también el hábito de escuchar música de su propio país, con el correspondiente efecto virtuoso a través del consumo.
Resultado: influencia mundial
Incluso el movimiento Grunge, que se expandió a fines de los 80 desde el noroeste de Estados Unidos logrando alcance mundial, estuvo no sólo fuertemente influenciado, también abundantemente compuesto por músicos y músicas canadienses, a los que se atribuye incluso haber originado el estilo, aunque naturalmente –similar al caso del Tango– es un tema en disputa.
Mientras esperamos que el proyecto –de artículo único– sea aprobado por el Senado, podemos reflexionar acerca de la naturaleza del artículo, el contexto que da lugar a él y los efectos que puede tener, no sólo en nuestros músicos, también en toda las demás personas y organizaciones que participan de la producción musical y su contexto. Esto es lo clave:
Desarrollo económico local
No se trata de subvencionar a autores y ejecutores: aquí no cabe paternalismo con el bufón de la corte ni con el dueño del circo, se trata de una política que favorece el desarrollo local en relación con todo una cadena productiva y su contexto, similarmente a cómo se favorece a la industria del conocimiento rebajando impuestos a la importación de computadores o a la industria local de alcoholes gravando la importación de destilados.
Por ejemplo: cuando en Chile la SCD recauda y me traspasa dinero porque se emite por radio (o TV) una obra de la cual soy titular, ese dinero lo gasto en forma predominantemente local, circula en mi contexto microeconómico y favorece el desarrollo de quienes intercambian bienes y servicios conmigo.
En cambio cuando las radios emiten obras cuyos derechos están en manos extranjeras, el dinero se va sin contribuir al desarrollo local, salvo que nos importe el desarrollo local de otra parte. Por lo tanto, la cuota en radios simplemente asegura un piso – recordemos, es sólo el 20%, algunas radios ya transmiten más que eso voluntariamente.
Compensando el oligopolio
Dicho favorecer obedece a una razón muy sencilla: la megaindustria mundial del entretenimiento aprovecha su integración global –especialmente a nivel de TV– para promocionar sus productos. No es un asunto de calidad, es un asunto de inversión publicitaria, la que mueve los productos de los cuatro grandes conglomerados fonográficos.
Vamos con otro ejemplo: cuando el canal Warner incluye videoclips de artistas de su sello, o cuando la música incidental o temática de sus series corresponde a contratos editoriales de su filial Warner-Chappell, puede autolicenciarse eso a precio bajo y de paso publicitar la música ante una audiencia mundial.
Los músicos locales de Chile y muchos otros países no forman parte de ese modelo y no pueden competir, aunque tuvieran el apoyo de sellos y editoriales locales (o fondos concursables), sus obras no serían expuestas ante la audiencia local ni mundial. Una cuota en radios entonces ayuda a disminuir esta brecha, y aunque no logre eliminarla, contribuye a gatillar círculos virtuosos locales que pueden dar lugar a casos como el canadiense.
Declaración de intereses: trabajo en el ámbito de la producción musical y soy titular de derechos de autor de canciones.
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Foto: Camila Moreno – pintorius / Licencia CC
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nicodelsolar
Estimado, algunos alcances a sus argumentos:
1. El estado no se apropia de la jurisdicción legítima, sino que la tiene por ley. En consecuencia, si tiene la facultad para regular de mejor manera la actividad radial, no se ve el inconveniente el que lo haga en pos de la protección del interés público, en este caso proteger a la industria nacional sobre la extranjera. El prisma que nos muestra a toda actuación del estado como una “manifestación del monopolio de la fuerza” nos hace caer en un absurdo dado que todo caería en eso. Por lo demás, el proyecto fue aprobado por la cámara de diputados, donde están, en teoría, los representantes de la nación toda.
2. El dueño legítimo de una radio debe ajustarse a ciertas normas, puesto que se trata de una actividad regulada.
3. Si bien la medida aprobada por el congreso no nos deja como consecuencia inmediata la mejora en la calidad de la música chilena, no es menos cierto que tampoco nos da un resultado a priori adverso.
4. Siempre habrá literatura abundante a favor de una u otra posición.
5. Un 20 % de música hecha en Chile, creo que no resiste otra interpretación que la que la misma frase nos dice. Independiente que los modelos sobre los cuales se construye sean foráneos, el fin es potenciar la industria nacional.
6. Los resultados en España no pueden ser analizados analógicamente en nuestro país, dado que tenemos una idiosincrasia distinta.
Respecto a la descarga de música, está usted limitando el goce de los frutos de la propiedad de esos artistas que descubre.
micronauta
Bien, aunque no me gusta conversar con gente que no da su nombre real, le iba a contestar, pero contestó con mucho más talento NIcolás.
Un detalle adicional: el «dueño legítimo de una radio» puede hacer lo que se le antoje con aquello de lo cual es dueño legítimo, por ejemplo contratar distribución vía Internet y no someterse a cuota alguna.
Mientras, el dueño legítimo del recurso más importante que le permite hacer radio propiamente tal es de todos los chilenos: el espectro electromagnético o frecuencia.
Por otra, cabe hacer notar que la producción musical chilena es bastante abundante y de amplio estilo. Que alguien no lo sepa sólo es el reflejo del mismo fenómeno que muchos buscamos solucionar: la música local no tiene difusión local, incluso el diagnóstico que se hace sobre el resultado de los fondos concursables evidencia dicho problema, el cuello de botella está en los medios de comunicación masivos: radio y TV, se hace mucha música y bastante buena que no se masifica.
trasgo
Excelente lo de Murray Rothbard. «..se basan la mayor parte de los músicos son foráneos.»
Estoy en contra de esa ley. Es mejor crear conciencia patriótica, y a través de publicidad televisiva y radial promover nuestro arte (tarea del ministerio de cultura y no del legislativo).
Con esto aprobado, se escuchará más música «extranjera» pero cantada o creada por chilenos.
EEUU promueve su estilo de vida a través de películas (Superman dijo que defiende el estilo de vida norteamericano), videoclip, etc. y a los países muy opuestos culturalmente (medio oriente, china, etc.) inicia conflictos. Imperialismo cultural.
La próxima generación de jóvenes chilenos será una mezcla entre Lady Gaga y Pokemones.
El ministerio de Cultura debería influir en nuestra CULTURA, y no sólo aparecer cuando hay actividades ARTÍSTICAS.
micronauta
Hola Gabriel, tu predicción sobre que se escuchará más música extranjera no es coherente con lo que se ha observado en los países donde se han implementado cuotas.
Precisamente, al menos en uno de ellos –el caso que conozco– se ha creado gracias a la cuota dicha consciencia. Tan así que muchas radios superan la cuota obligatoria. Todo esto ya lo dije.
Precisamente el hecho de que Estados Unidos (aunque en realidad es compartido entre dicho país, Francia, Alemania e Inglaterra) promueva su producción cultural es algo con lo cual sin proteccionismo no hay competencia posible, ni en cine ni en música.
Lo cuota justamente lo que hace es crear un impuesto en la forma de publicidad para el contenido local a través de radios. La TV ya cuenta con una obligación similar en Chile del 40%.
acertijo
Primero que todo, se agradece este tipo de entradas con base y argumentación.
Yo soy escéptico con respecto al actual proyecto de ley. Mi principal temor es el fondo de lo que se quiere conseguir con este tipo de obligaciones. Muchos hablan, y comparan, a Chile versus otros países, y si bien no tengo por qué dudar de la palabra del autor de este escrito, existe información que, por ejemplo, en Brasil no existe lo que muchos han dicho que existe en cuanto a ‘cuota de música nacional obligatoria en radios’. Entonces uno se pregunta: ¿Por qué el interés de mentir? ¿Qué interés oculto hay detrás de este proyecto que muchos desinforman con mentiras para ver un proyecto hecho realidad?
El autor, por ejemplo, también suma a Brasil como un país en donde se aplica esta restricción: ¿Artículo de ley brasileño para validarlo? (Porque demostrar una ley inexistente se me hace imposible).
Además, si es por defender la otra cara de la moneda en forma racional (porque emocionalmente se hace complicado ir en contra de los artistas y cultura chilena), me asaltan algunas dudas:
El autor dice: «…mecanismos similares existen o han existido «. Pregunta: ¿Por qué ‘han existido’? ¿Qué llevó a que naciones hayan anulado un mecanismo que nosotros queremos copiar y consideramos ‘bueno’ para nuestra cultura?
Otra consulta: Los países y modelos aquí mencionados, ¿cuentan dentro de sus leyes con una obligatoriedad a las radioemisoras de cancelar por producción ejecutada? Lo pregunto porque para mí es casi inmoral, desde el punto de vista económico, que los artistas sean juez y parte. Hay que saber que los músicos nacionales cobran cada vez que un tema suyo es ejecutado en una radioemisora, y si a eso sumamos que ahora las radioemisoras por obligación deberán tocar un 20% mínimo de música nacional…¿no es un negocio redondo? Y si a eso sumamos que la SCD es la que maneja los precios de ejecución…¿no es un muy buen negocio redondo?
Y poniéndole un poco de sentimentalismo para demostrar que no todo lo que opino en racional sino que también tengo corazón: ¿Qué pasará con las radios pequeñas que abundan en regiones? (Me acordé del periodista de la película Ojos Rojos, en que él era locutor, programador, periodista, etc). Las radios regionales no tienen nada que ver con los conglomerados multimillonarios de Santiago. En provincia recibir el sueldo cada mes debe ser digno de admiración. ¿Le hará bien aumentarles sus gastos en pro de la música nacional?
Puede ser que la ley, o la idea de fondo, sea buena, pero hay que sincerarnos para que tengamos una buena ley, por el bien de todos y no de algunos.
nicodelsolar
Estimado a todo lo que usted menciona quisiera agregar lo siguiente:
Hay que también saber que la SCD es el único ente por el cual negocian los músicos chilenos, los precios y derechos de autoría por reproducción, no existiendo otro. Claro está, que pueden hacerlo en forma independiente, perdiendo fuerza y teniendo poco o nada poder de negociación.
Ahora bien, la SCD es una corporación sin fines de lucro, siendo su función principal el distribuir la recaudación producto de la emisión en radios de los diferentes artistas, compositores, etc, sin distinguir entre nacionales u extranjeros. Vale decir, si hoy la cuota que se hace obligatoria para las radios sube, la SCD no tendrá como institución lucro alguno, teniendo como único efecto la redistribución a favor de los nacionales. Si eso no es apoyo a la música chilena no sé lo que es.
Otro punto relevante, es que el proyecto de ley en ninguno de sus apartados señala alteraciones a las tarifas que existen en la actualidad (porque a fin de cuentas son producto de un contrato entre la SCD, que representa a los músicos, y las radioemisoras), entonces, la afirmación que nos presenta como juez y parte a los músicos chilenos, es totalmente falsa. En igual sentido, no es mejor negocio ni existirá un enriquecimiento injusto por parte de la SCD, sino que por el contrario ira en directo beneficio de quienes representa.
Siguiendo con la línea sentimentalista, porque yo también tengo corazón, hay que hacer ciertos alcances también. Toda radio, sea pequeña o grande, debe pagar los respectivos derechos por emitir la música que desee. Este gasto, será invariablemente si programa música nacional o extranjera, por lo que nuevamente salta a la vista, no varía sustancialmente su funcionamiento, dado que son escasos las radio que no programen música. Lo que quiero decir es que siempre han tenido que pagar, y esta ley no viene a imponer un pago adicional, sino una redistribución en lo recaudado. Ahora, el problema de los sueldos dignos o no de cada emisor radial, es harina de otro costal y no consecuencia directa de este proyecto de ley.
La ley es buena, a mi parecer. Sincera, también. Y beneficia a la música chilena directamente.
micronauta
Brasil ya no necesita la cuota, porque es un país que ya tiene consciencia del valor de su música (y de otras manifestaciones artisticas) locales, por eso «o han existido». Hay un documento interno de análisis comparativo del gobierno de la provincia francesa de Canadá, que incluia algo sobre el caso de Brasil, pero no lo tengo a mano. Brasil ya no tiene cuota de música brasilera en radios, pero sí en televisión.
Lo que me llamó la atención más y sobre lo cual quiero preguntar es esto otro: ¿por qué se incrementarían los costos de una radio pequeña -o de cualquier tamaño- por incorporar más música nacional?
murray-rothbard
La argumentación prágmática se cae en el momento en que se analizan algunos temás que se dan por sentado.
1. El Estado se apropia de la jurisdicción legítima sobre la regulación del espectro radioeléctrico. No lo hace movido por la protección del interés público sino por los incentivos que tiene al poseer el monopolio del uso de la fuerza. Lo hace porque puede, ni más ni menos.
2. Al dueño legítimo de una radio se le restringe el uso que puede darle a su propiedad. Qué será lo siguiente, que el 20% de las canciones que toco en mi guitarra van a tener que ser chilenas.
3. De la medida aprobada por el Congreso no se desprende de que en Chile se vaya a generar música de mejor calidad. De hecho, aquí todo el mundo parace no querer decir que el rey está desnudo y que la producción musical nacional es de pésima calidad. La culpa es siempre de otro.
4. Hay abundante literatura que muestra que medidas proteccionistas dañan a quien las impone.
5. Qué significa realmente 20% de música hecha en Chile cuando los modelos sobre los que se basan la mayor parte de los músicos son foráneos.
6. La medida es un cocktail de estatismo, nacionalismo y proteccionismo que va a desarmar aún más a la comunidad musical. En España se han implementado medidas similares en el País vasco y Cataluña con pésimos resultados para la cultura y pingües beneficios para el pesebre político.
Yo, por mi parte, seguiré sin oír radio porque la programación musical no me gusta, ni nacional ni extranjera, y usando internet para descubrir a nuevos artistas y fomentando las descargas. La discusión sobre la falacia de la propiedad intelectual queda para otro momento.