#Internacional

El impacto del Covid-19 en las relaciones de poder de la política mundial

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Como es sabido, desde que existen registros históricos las grandes plagas, epidemias o pandemias han acompañado a la humanidad de manera sistemática y recurrente. E, igualmente su nivel de importancia ha tendido a ser medido por el grado de impacto y modificaciones que han producido en las sociedades afectadas, particularmente por el número de víctimas fatales que originaron. Por ejemplo, se considera que entre las mayores epidemias de la historia se encuentran tanto la peste negra en la Eurasia medieval que mató a más de un tercio de la población, como la llamada gripe española iniciada en 1918 que mató entre 20 y 40 millones de personas. Por otra parte, en épocas recientes también se han originado importantes enfermedades globales como la pandemia de sida provocada por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) detectada en 1981 y que hasta la fecha no tiene cura definitiva o ya en este siglo la epidemia de SARS (severe acute respiratory syndrome) que entre 2002 y 2003 afecto a 29 países por lo que fue señalada como la primera pandemia del siglo XXI, o la “gripe aviar” (patógeno H5N1) que se propagó en 2005 por 46 países, o la aún más impactante “gripe porcina” (Influenza A –HiN1), que estalló el 2009 y que afecto a 74 países, así como la pandemia de ébola que ocurrió entre 2014 y 2016 y que afecto principalmente al África occidental.


La historia será escrita por los ‘vencedores’ de la crisis COVID-19”, y sea quien sea quien escriba la historia, “esta crisis reorganizará la estructura de poder internacional de una manera que solo podemos comenzar a imaginar”

De aquí entonces, surge la pregunta sobre el tipo y grado de impacto o impactos, que podría tener la actual pandemia del Coronavirus COVID-19 que, si bien, hasta el momento no es tan mortal como la peste negra o la gripe española, aún se encuentra en pleno desenvolvimiento y tiene, entre otras consecuencias, a más de media humanidad en cuarentena o semi-cuarenta. Por cierto, los historiadores del futuro tendrán muchos mejores datos y perspectivas para analizar el real impacto que esta pandemia podría tener en nuestro tiempo. Sin embargo, desde otras disciplinas es posible intentar un ejercicio especulativo sobre la base de proyectar algunas variables y tendencias que sabemos que están ocurriendo en la actualidad y que esta pandemia podría afectar en algún grado. Particularmente desde la geopolítica resulta muy interesante este ejercicio, dado que hay algunos elementos que nos permiten pensar que si podría alcanzar una dimensión histórica significativa por el tipo de cambios que están ocurriendo en las relaciones de poder en el orden mundial y que el desenlace de esta particular pandemia podría afectar ya sea potenciándolos, retrayéndolos o modificándolos de manera importante.

En este sentido, entre los cientos de análisis e informaciones que circulan por las redes, hay un particular elemento que resulta interesante de “aislar” y tenerlo muy presente. Específicamente, hay que poner atención al hecho que desde hace más de 10 años se sabía con meridiana exactitud, tanto por parte de la comunidad científica especializada como por algunos de los sectores dominantes o tomadores de decisiones del planeta que un fenómeno como este tenía que ocurrir de un minuto a otro.

Así es, aunque al ciudadano común le cueste creerlo, para algunas autoridades y centros de poder global (políticos, económicos y científicos), lo que está ocurriendo en un fenómeno que se puede caracterizar con cualquier adjetivo menos el de sorpresivo. Más aún, este es un tema que ya se había comenzado a socializar por los medios de comunicación de masas. Basta recordar que el millonario informático Bill Gates, en 2015 dio una charla TED, motivado por la pandemia de ébola, en donde advirtió que la humanidad se enfrentaba al riesgo de una catástrofe global producto de virus altamente infecciosos que se propagarían por el aire y se contagiarían a través de pacientes asintomáticos y que podrían matar a más de 30 millones de personas en menos de un año: “una pandemia causada por un virus altamente infeccioso que se propagaría rápidamente por todo el mundo y contra el cual no estaríamos listos para luchar”.[1]

De igual forma, tanto los especialistas de los Centros  Estadounidenses para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC según sus siglas en inglés), como de la OMS, venían advirtiendo frente a fenómenos como las gripes porcina y aviar (que fueron pandemias relativamente acotadas), que nuestro mundo totalmente interconectado no estaba preparado ni política ni institucionalmente para enfrentarlas, y menos aún si se producía una pandemia realmente global y, por lo tanto, planteaban con todas sus fuerzas que era urgente avanzar en este sentido.[2]  A lo anterior, también se puede agregar que era conocido que laboratorios de las grandes potencias mundiales (entre ellos China y EE.UU.), estaban realizando experimentos de mutación de virus (entre ellos de coronavirus), haciéndolos más resistentes y peligrosos, con fines de investigación a fin de prevenir o contrarrestar posibles apariciones de “supervirus”.[3]

Por lo tanto, desde una perspectiva geopolítica es factible plantear la hipótesis que, para no pocos sectores del poder global, una pandemia con las características como esta del Coronavirus COVID-19, era un fenómeno esperado y sobre el cual se hacía necesario “experimentarlo” de alguna forma a fin de sacar lecciones necesarias. O sea, si pandemias de este tipo en nuestra sociedad global e interconectada tienden a transformarse en un lugar común, resulta claro que un determinado actor que pretenda no sólo sobrevivir a ellas, sino que seguir manteniendo importantes cuotas de poder o acrecentar sus cuotas de poder, tiene que saber cómo reaccionar y adaptarse tanto política como institucionalmente, entre otros múltiples aspectos. Como bien ha señalado John Allen, presidente de la Brookings Institution, refiriéndose a esta pandemia, la historia siempre es escrita por los vencedores, y en este caso “la historia será escrita por los ‘vencedores’ de la crisis COVID-19”, y sea quien sea quien escriba la historia, “esta crisis reorganizará la estructura de poder internacional de una manera que solo podemos comenzar a imaginar”.[4] Otros análisis, como el del comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, señalan que si bien es muy pronto para sacar conclusiones, todos en Europa están “conscientes de que habrá un antes y un después de esta crisis. Nadie sabe cómo saldremos, pero se escribirá un nuevo mundo basado en otras reglas. Seremos más autónomos en ciertas áreas críticas. Las relaciones bilaterales se revisarán”, y de hecho ya se habla de una desglobalización relativa.[5]

Es en este sentido que resulta interesante plantearnos la posibilidad de que esta pandemia, por la característica de globalidad que está alcanzando y por su singular y poco común forma de contagio (características que como ya se señaló, eran hace tiempo esperada por determinados actores de la sociedad global) tenderá a afectar de manera importante las relaciones de poder del orden internacional. De aquí entonces, la gran pregunta a responder y que salta a la vista es ¿cómo?, o en la lógica de Allen ¿quiénes serán los vencedores?

Al respecto, y a fin de avanzar en posibles respuestas, es necesario recordar que esta pandemia encuentra al orden internacional viviendo un proceso de transformación señalado por la declinación del poder hegemónico que alcanzó Estados Unidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y que lo llevó a transformarse en el gran hegemon de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI (o sea, la potencia más poderosa y que dicto las “reglas del juego” mundial en el sentido más amplio del término).

Para explicar brevemente que es lo que estamos diciendo cuando hablamos de la declinación de EE.UU. como hegemon global, y aceptando la perspectiva que señala que la base de todo tipo de poder (cultural, científico-tecnológico, político, otros) es el poder económico, debemos recordar que cuando terminó la Primera Guerra Mundial en 1919 el PIB de los EE.UU., representaba el 33% del PIB mundial. 26 años después, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, su economía representaba más del 50% del PIB mundial con apenas el 7% de la población mundial, además poseía el 72% de las reservas de oro del planeta y el comercio internacional se regía por el patrón dólar, su marina mercante representaba el 66% del total del tonelaje mundial, y sus “legiones” se comenzaban a repartir por el mundo entero vía tratados y alianzas militares. Y durante los 30 años que siguieron los EE.UU. estuvieron en lo más alto de su poderío mundial. Sin embargo, cuando terminó la Guerra Fría (1991) el PIB de EE.UU., había bajado al 30% del PIB mundial y en la segunda década de este siglo XXI, en 2016, su PIB había bajado al 24% del PIB mundial.

Por lo tanto, tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, lo único real era que los Estados Unidos poseían una fuerza militar descomunal única e incontestable, lo que confundió a muchos analistas que se ilusionaron con la idea de que “el modo de vida americano” había ganado definitivamente de una vez y para siempre. Sin embargo, la declinación de su poderío económico, que es el factor determinante en la estructura del poder, era un hecho innegable.

Por contrapartida, en las últimas décadas del siglo XX y primeras de este siglo XXI, China comenzó a crecer económicamente de una manera sorprendente, utilizando en su beneficio de manera magistral el proceso de globalización capitalista neoliberal que se expandió por el planeta particularmente tras el fin de la Guerra Fría. En la actualidad es la segunda mayor economía del planeta, y en algunos aspectos ya tiene el liderazgo (por ejemplo, es la potencia que más exporta a nivel mundial, así como es el primer socio comercial de muchos países, entre ellos Chile, Brasil, Perú y Uruguay en América Latina). Y lo cierto, es que este crecimiento chino comenzó a amenazar seriamente la capacidad hegemónica que ha mantenido EE.UU. desde hace más de 50 años, y no son pocos los estudios que señalan que para la segunda mitad del siglo XXI China será la primera potencia mundial.[6]

Es este proceso de declinación económica estadounidense y el ascenso chino, el que mayormente explica que en las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos haya triunfado el “sui-generis” candidato republicano y actual Presidente, Donald Trump con sus consignas de “volver a hacer grande a los Estados unidos de nuevo” y “América primero”. E, igualmente explica la guerra comercial que el propio Trump desató contra China en 2018, así como el hecho de que durante los meses de enero, febrero e inicios de marzo de 2020 haya negado la gravedad e importancia que podía alcanzar esta pandemia de Coronavirus, buscando, sobre todo, no tener que “paralizar” la economía del país.[7]

Lo anterior nos dice que debemos considerar que el escenario donde se desenvuelven las diferentes coyunturas temporales, como la actual pandemia de coronavirus, es esta tensión global en el orden internacional producto de la declinación de la hegemonía estadounidense y el continuo fortalecimiento de otras potencias, particularmente China. En este escenario, Trump ha reaccionado retirando a Estados Unidos de diferentes espacios de decisión multilateral (como el referido al cambio climático), así como ha tomado una serie de medidas proteccionista a su economía y sus intereses (entre otras, cobrar por el despliegue de sus tropas en la OTAN y otros espacios donde están emplazadas como Japón y Corea del Sur), irritando y sorprendiendo no pocas veces a sus históricos aliados estratégicos durante la Guerra Fría, como han sido Europa y Japón. Espacios multilaterales que inteligentemente van siendo paulatinamente cubiertos por China, al punto  que en 2018 el secretario general de la ONU, Antonio Guterrez, declaró que China se había convertido en “un pilar central del multilateralismo”.[8]

Por lo tanto, con estos antecedentes, resulta interesante volver a preguntar cuan significativa será esta pandemia para delinear el curso futuro de la historia del orden mundial. O sea, cuando esta pandemia pase y comiencen los obligatorios balances, ¿Quién cree usted que escribirá la historia? ¿Qué actor o actores del orden mundial habrá enfrentado mejor esta pandemia? ¿Cuál reacción fue las más efectiva?, ¿la que promovió un cierre temprano y total de las actividades, o la que optó por bajarle el perfil a la pandemia todo lo posible, a fin de mantener la economía funcionando? ¿Qué modelo de gestión resultó más fortalecido o más debilitado?, ¿los controlados por el mercado y sus agentes que favorecen un estado mínimo y promueven la globalización de corte neoliberal, o aquellos que se han caracterizado por una fuerte y determinante presencia estatal? ¿Qué actor verá ampliado su prestigio global y por ende, podrá potenciar su esfera de influencia? ¿Será el desenlace de la actual pandemia un elemento que logrará revertir la declinación de la hegemonía estadounidense, o por el contrario será un elemento que la acentuará?

Según se vayan respondiendo estas preguntas y otras similares que podamos imaginar, se podrá determinar la forma y el alcance del impacto de esta pandemia en las relaciones de poder del orden internacional de las próximas décadas.

[1] Redacción BBC; “Coronavirus: la charla TED de Bill Gates en la que pronosticaba una crisis similar a la del covid-19 (y qué soluciones daba)”. BBC, 23 de marzo de 2020.  https://www.bbc.com/mundo/noticias-52009150

[2] Por ejemplo, ver reportajes del año 2005 y 2018. “OMS advierte peligro de una pandemia de gripe aviar”, El Universo, 24 de febrero de 2005. En,

Parkin, Simon; “Así será nuestra próxima pandemia global”. El País, 27 de noviembre de 2018. En,

[3] Al respecto, ya en 2015 la TV italiana reporteaba sobre estos experimentos señalando lo peligroso que podían resultar.

[4]  Allen, John; “The History of COVID-19 Will Be Written by the Victors. Foreing Policy, march 20, 2020.

[5]  Sánchez, Álvaro; “Thierry Breton: ‘Tras esta crisis se escribirá un nuevo mundo con otras reglas”. El País, 30 de marzo de 20220. En, https://elpais.com/economia/2020-03-31/thierry-breton-tras-esta-crisis-se-escribira-un-nuevo-mundo-con-otras-reglas.html

 

[6] Los aspectos superlativos de China de todo orden son innumerables, de igual forma los análisis que hablan de su crecimiento y proyección como la mayor potencia mundial de la segunda mitad siglo XXI. Para profundizar ver: Estenssoro, Fernando; “América Latina frente a la creciente tensión entre China y EE.UU. ¿hacia dónde va el mundo?”. Revista do CEAM, Brasilia, v5, n°1, pp. 43-58. En, https://www.researchgate.net/publication/339364124_America_Latina_frente_a_la_creciente_tension_entre_China_Y_EEUU_Hacia_Donde_va_el_Mundo

[7] Gravedad sobre la cual Trump habría estado perfectamente informado por sus servicios de inteligencia, a lo menos desde enero de 2020, y que él simple y premeditadamente desconoció y ocultó, según han denunciado recientes reportajes en EE.UU. Ver: Harris, Shane; Greg Miller, Greg; Dawsey,  and

Nakashima, Ellen; “National Security. U.S. intelligence reports from January and February warned about a likely pandemic”. The Washington Post, 20 de marzo de 2020. En https://www.washingtonpost.com/national-security/us-intelligence-reports-from-january-and-february-warned-about-a-likely-pandemic/2020/03/20/299d8cda-6ad5-11ea-b5f1-a5a804158597_story.html.

[8]  Castrillón Kerrigan, David; “Así será el mundo cuando China sea potencia mundial”. Semana, 23 de octubre de 2018. En, https://www.semana.com/nacion/todo-lo-que-debe-saber-sobre-la-marcha-del-primero-de-abril/articulo/asi-sera-el-mundo-cuando-china-sea-potencia-mundial/587383

 

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