Cuando una tenga 59 años y 364 días faltarán pocas horas para ser, inevitablemente, “adulta mayor” o “persona de tercera edad”. En jerga normal, no eufemística, una pasa a ser, oficialmente y por decreto, “vieja”.
Hace unos meses circula en los medios y redes sociales el video “La Revolución de las viejas”. En él, una mujer cincuentona, desmaquillándose en casa, informal, empoderada y relajada, reflexiona en voz alta sobre la edad y el estereotipo social, político y cultural que asocia la vejez con decadencia, fragilidad, enfermedad, invalidez y aislamiento.
Ella es Gabriela Cerutti, tiene 54 años, argentina, escritora, periodista, diputada y ex Ministra de Derechos Humanos. Reconocida por la vehemencia con que levanta la voz a la hora defender causas. Su intervención en favor del aborto durante la sesión legislativa que votó la ley en su país en diciembre pasado, trasciende fronteras.
Su generación, nacida en los 60, y protagonista de la construcción histórica desde los años ochenta a la fecha, no tiene – como ella comenta ante la cámara- intención alguna de irse “para su casa”, menos cuando se está en plena construcción del futuro.
Bienestar sexo y poder
Gabriela también lo dejó claro en su libro “La Revolución de las Viejas. La Marea que Cambiara tu Vida y el Mundo: Bienestar, Sexo y Poder después de los 60” (Planeta, 2020). En síntesis: rechaza someter a las mujeres al actual paradigma de la vejez, reivindica los derechos e invita a encabezar una nueva transformación política, social y cultural para que se construya una nueva forma de vivir.
Mujeres identificadas con esta “Revolución” se han organizado, virtualmente, en colectivos o grupos, compartiendo testimonios y abriendo espacios de conversaciones online. Es indudable que, si se quiere, hoy están todos conectados. Uno de los magnos aportes y aprendizajes que la pandemia, a fuerza de encierro, ha venido a recordar.
“Cuando uno empieza a pensar -dice Gabriela en su libro- que cada vez que oímos hablar de viejas en la televisión, en lo público, aun en las políticas públicas, de lo que oímos hablar es de jubilación, de plata, de remedios… ¿Alguien está pensando cómo vamos a hacer para ser felices esos treinta o cuarenta años?”.
Educar(nos) contra la infantilización
Llegar a ser vieja incomoda y, además, gatilla automáticamente un nuevo trato. Al principio esto, al igual que la violencia intrafamiliar, es poco perceptible. Si no se detiene a tiempo, a los pocos años circulará una nueva generación de viejas victimizadas y asustadas; o peor aún, con una irreversible dependencia emocional.
Esta generación de futuras viejas en Chile se compone de mujeres empoderadas que han logrado triunfos históricos en lo político social y cultural.
Para la “Revolución”, se requiere visibilizar y superar tal estereotipo edadista y validar que la etapa de la vejez – de 20 o 30 años- podría ser la más larga de la vida. Más que la niñez, la adolescencia, la juventud o edad adulta.
Desconfiar de que alguien tenga habilidades o capacidades es un comportamiento que favorece que un ser humano, de cualquier edad, sea frágil y dependiente.
Hablarles a los viejos, por ejemplo, como si fuese un niño o una niña – sin serlo- conduce a aprender una conducta dependiente que los llevará, a mediano plazo, a aislamiento. Esto facilita el deterioro temprano de facultades físicas, cognitivas, funcionales y emocionales.
Cuando se envejece, el entorno tiende a usar menos palabras del vocabulario, con un tono exagerado, con repeticiones y clarificaciones innecesarias porque se asume que frases complejas no las van a comprender. Es muy probable que, como profecía autocumplida, terminarán por no entender.
Esta generación de futuras viejas en Chile se compone de mujeres empoderadas que han logrado triunfos históricos en lo político social y cultural. Comenzaron amoríos, sexo y rock en dictadura. Hoy -por opción- tienen o no hijos; son independientes, casadas o separadas, también porque eligieron. A estas mujeres, será difícil infantilizar.
“La Revolución de las Viejas“ convoca a visibilizar esta realidad y valida el derecho a soñar con un futuro diferente, a construir una nueva forma de vivir y relacionarse y un mundo en el que las mujeres sean, aún, protagonistas de la historia y de sus propias vidas.
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patriciavarelac
Hola! Si! Eso tenemos que tomar la iniciativa y organizar un colectivo en Chile! Yo estoy en contacto con ellas en Argentina y prendieron mucho con este artículo. Dale!
Rodrigo
La bandera de lucha de las feministas es la igualdad de genero, cierto? O sea, la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embrago, lo unico que saben hacer es hablar de USTEDES las mujeres; la palabra «hombre» la escriben o pronuncian solo cuando hay que encontrar un chivo expiatorio al que echarle la culpa de todas sus frustraciones, odio, resentimiento y debilidad. Usted escribe como si los hombres no envejecieramos o lo hiciermaos de forma espectacular y no estuviesemos sometidos a paradigmas. Ustedes no buscan igualdad de nada; ustedes quieren privilegios y cuotas de poder a toda costa porque no se la ha visto jamas pidiendo cuotas en puestos de trabajos indeaseables o peligrosos (que solo los hombres hacen) como trabajar en una mina extrayen do carbon, o en una plataforma petrolera o recolectando basura o como exterminadores de plagas o limpiando vidrios en altura o trabajando en torres de alta tension, etc., etc. Solo quieren ser CEOs, parlametarias o presidentas de alguna wea y seria. Weonas Chantas!
Gloria
Me gustaría participar, soy de Penco, de Chile, funcionaria pública, acabo de cumplir 60
Patricia Ercilla V.
Y qué esperamos para comenzar a dar esa batalla?. Estoy disponible !