Lo senderos de un reformista están llenos de complicaciones diversas. Sus dificultades tienden a la complejidad en relación a los que se señalan como revolucionarios. Estos reformistas originan una discusión por dos lados׃ con aquellos que buscan mantener el “status quo” y aquellos que desean cambios drásticos. Para lograr salir avante, se obligan a chocar en diversas esferas con los poderes fácticos. Los opositores surgen, en algunas ocasiones, hasta entre sus más cercanos adeptos que lo apoyaron.
Aquel que busca cambios más drásticos, su propósito es llevar a la mayor tención a la política, aplicando reacciones las cuales logren expandir situaciones de confrontación en la sociedad. Busca trazar situaciones de tensión constantes, el reformador lleva un rol en pos de diversificarse y separarlas. El reformista escudriña en lograr adaptación en la coyuntura en donde se mueve.El reformista debe tener astucia en impulsar el cambio social, económico, político. Destinar una perspectiva dirigida a un cambio, aunque no a uno absoluto y acelerado, sino que más bien paulatino y no agitado
Requiere un accionar de la destreza política que algunos revolucionarios las quieren llevar con más rapidez. Las transformaciones no se logran con una frecuencia que muchos desean, pues exigen de un juicio más equilibrado para llevarlas a la realidad y no solamente a simples promesas electorales. Un líder revolucionario, por otro lado, no requiere ser un conductor político en esta faceta, un reformador que busque cumplir con éxito debe de llevar un nivel más alto las dinámicas de la política en una sociedad polarizada. Si falla en esto, se muestra muy obvio su incapacidad en alcanzar esas metas.
Debe tener mucha más astucia en impulsar el cambio social, económico, político. Destinar una perspectiva dirigida a un cambio, aunque no un cambio absoluto y acelerado, este debe ser más paulatino y no agitado.
Se enfilará a los procedimientos, prácticas y circunstancias de los cambios. Le importan las interacciones entre los tipos de dinámicas de cambio, los cuales intentará realizar en sus planteamientos. Interesándole los enlaces que se pueden plantear en la acción de diferentes estilos de cambio. Las secuelas de estas acciones, en la teoría, le importan más que para otros actores quienes intentarán cambios más vertiginosos.
La dificultad de los puntos de toma de decisiones en las reformas se puede convertir en un tema de plataforma de movimiento problemático. El conservador excesivo se opondrá a ciertas reformas en ciertos ámbitos como en los temas estructurales relacionados a los fenómenos socio-económicas más cuando estás tiendan a afectar intereses creados y ya enquistados en una sociedad, la cual por años ha mantenido ciertos pilares considerados por ellos como parte de una forma de vida social relacionada a esquemas predispuestos a cosmovisiones altamente relacionadas a intereses sectoriales.
Un reformador ofrecerá un equilibrio entre ambas metas las cuales desea modificar. Desde este punto, el reformista mantendrá una visión, buscando una proporción en los cambios de los pilares de un sistema político. Su objetivo se centrará en hacer que coincidan; no resultando en procesos de inestabilidad y pérdida de credibilidad de sus propias acciones como parte de sus movimientos políticos.
Podemos mencionar algunos reformistas como fueron Mustafa Kamal y Gamal Adbel Nasser. En cierta forma, lograron éxitos en el desarrollo de cambios profundos en aspectos sociales, políticos y económicos con la formación de la colaboración de nuevos organizaciones en sus sistemas políticos de sus países. Otro líderes políticos, Betancourt, Belaunde, Frei Montalva, por otro lado, les fue más fácil de definir una línea estratégica que identificó y asoció a grupos antes hostigados, que a llevar a cambios sociales y económicos de fondo. Hay que tener en cuenta que los modelos históricos de estos líderes tenían diferencias fuertes por situaciones geopolíticas diversas como estar ubicado en la esfera de dominio de Estados Unidos en plena Guerra Fría.
En teoría, ya examinado como una expresión de análisis, un reformador, que busca implantar cambios de importancia en las estructuras del sistema en su totalidad, tiene dos estrategias. Una, lo lleva a hacer conocer todas sus metas claramente desde un primer momento y presionar a favor del mayor número posible en busca de obtener el éxito. Dos, una estrategia es con el enfoque de esconder sus objetivos, dividir las reformas unas de otras y tratar de imponer un cambio por vez, lo cual se puede oír no muy democrático.
De esta forma, el reformador en nuestros tiempos debe decidir lo que busca realmente para motivar un cambio real, fuera de cualquier demagogia. Usando el sentido común y aceptar los errores y convertirlos en ventajas, ver más allá de compromisos creados, y tener la valentía para afrontar los retos que, día a día, se van dando en una democracia evolutiva.
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