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Yo apoyo a los estudiantes: un estudio de caso

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“Yo apoyo a los Estudiantes”. Simple y directo. Un cartelito con letras azules escritas con plumón, y luego salir a caminar al paradero de un barrio de la ciudad de Concepción, 581 kilómetros al sur del Ministerio de Educación, y 570,3 kilómetros al sur del edificio del Congreso Nacional construido por la dictadura en Valparaíso. La luz de la mañana y el viento constituyen el contexto climático. Francisco Córdova lleva su cartel sostenido entre sus manos y orgulloso pasa delante de tres carros policiales, una presencia extraña ante la normal ausencia de protección del barrio. A una cuadra de la avenida grande, se observa una gran pasarela habilitada para los peatones. Al lado de Francisco camina una amiga que sostiene una cámara con la que graba esta novedosa travesía. Ya a metros de la gran avenida se escucha una pregunta: ¿para dónde van? Tres carabineros los han detenido en su camino. Francisco responde: al paradero. No se puede pasar, agrega un carabinero, ¿por qué?, y la respuesta de otro carabinero desnuda la mejor de las razones: porque no se puede

Francisco se queda junto a su amiga grabando la insólita protesta individual. Intenta argumentar que eventualmente podría pasar hacia el paradero por donde otros peatones lo están haciendo, sin embargo no lo dejan pasar, le dicen Tiene todo el derecho del mundo, pero acá no. Y esta frase cae como un ladrillo. Claro, si la poesía es la belleza de la síntesis, esa frase sería un excelente verso. Mis amigos y amigas adeptos de la psicología institucional tal vez hablarían de “emergentes”. En Chile nos acostumbramos a esta relación con el Estado, donde parece que tenemos derechos, pero a la hora de intentar ejercerlos se esfuman en un acto que ni David Copperfield podría igualar. Rodeado por cinco Carabineros le piden el carnet de identidad, el cual no se lo devuelven varios minutos después.

Nos tenemos que conformar con que aquí no, no no más, si la educación cuesta casi 8 mil dólares al año, donde el sueldo mínimo llega a 5760 dólares, y donde el 5% más rico de Chile obtiene ingresos 830 veces más que el 5% más pobre, son condiciones de la causa, es así no más. ¿Por qué?: porque sí.

Ocho carabineros y un perro policial contra Francisco y su cartel. Se paran frente a él para obstaculizar cualquier tipo de intento subversivo, cualquier movimiento rápido que le permita alcanzar el paradero.  Uno de ellos se queda haciéndole una marca personal, mejor que cualquier defensa de nuestra selección de fútbol. Francisco le grita a una señora: señora, no me dejan cruzar porque tengo un cartel, soy una amenaza pública. Pasan los minutos. Desde una de las radios de comunicación se escucha una pregunta gangosa ¿Qué dice el cartel? Y ahora aparecen ocho carabineros más de Fuerzas Especiales, ya son 25 que vigilan el accionar de Francisco y su poderoso cartel. Las Fuerzas Especiales sin la paciencia de los anteriores dicen “ya, sáquenlo no más, llévenselo detenido”.

Concepción se convierte en Macondo y cosas extrañan siguen sucediendo. La letras contra las armas, como ya lo enunciará Cervantes hace siglos. Y vale preguntarse cuántas de estas cosas suceden todos los días. Porque seguimos impávidos ante el abuso, por qué seguimos soportando a un gobierno que no es capaz de responder a la voluntad de su pueblo. Chile parece más una monarquía absoluta de una clase, que una democracia. Ese 5% ha fabricado nuestro sentido común, con El Mercurio, Televisión Nacional y sus teleseries, y una hiper concentración de senadores y diputados provenientes de las escuelas privadas de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea.

¿Por qué? pregunta Francisco… ahora no hay respuesta. Fuerzas Especiales se limita a empujarlo, para dejarlo unas cuadras más lejos, rodeándolo para no dejarlo moverse de allí. Sigue sosteniendo su cartel dignamente al lado de las casas de sus vecinos y de un sitio eriazo.

Este es el gobierno que tenemos.

Y hay algo de siniestro en todo esto. Y hay algo de esperanza en todo esto.

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4 Comentarios

mquiero

mquiero

Buena y clara columna Jorge. Y si me pongo economista por unos segundos, te diría que hay una mala asignación de recursos en Carabineros. La verdad no hay por donde encontrarle sentido a ese accionar de las fuerzas de ¿orden?.

    jinzunza

    jinzunza

    Gracias Máximo. La desproporción en el ejercicio de la fuerza represiva se concilia muy bien con los ideales planteados por los teóricos neolberales acerca del rol del Estado… en el fondo se debe controlar cualquier «presión» indebida sobre el mercado… y ese cartel era una amenaza clara.

albo23

bueno, ya nadie se sorprende ante acciones tan , poco democraticas como las que toman estos carabineros entre comillas, yo los llamaria pacos porqe andan puro paqueando y realmente no haciendo su trabajo , ahi se ve realmente que si tuvieran un poco de vocacion y un mejor accionar la gente andaria mas segura y los maleantes no se pasearian como pedro por su casa , pero lo que mas resalta creo yo de esta situacion es que vivimos una utopia que es impuesta desde los escalones mas grandes de poder en el mundo que hoy vivimos que es la supuesta democracia de que los politicos y la gente tanto hablan un ejemplo claro de que la politica es democratica solamente para un sector el sector que tenga el poder….entonces realmente existe la democracia o es simplemente otra mas de susu falacias???

ptorrealba

ptorrealba

Estimado Jorge:

Hoy la represión está en su modo «activo», lamentable y triste despliegue de Carabineros. Solo una consulta, si hubiese sido una polera con la leyenda «YO APOYO A LOS ESTUDIANTES», ¿Surtiría el mismo efecto?

El poder de un cartel es incalculable.

Saludos,