Hoy académicas(os), administrativas(os) y estudiantes de las universidades regionales están alejados de sus aulas y dependencias por una suspensión sanitaria, motivada por la pandemia de Covid-19 que nos hizo transitar de golpe desde la presencialidad a la virtualidad, siendo testigos del comienzo de una nueva era.
En materia de infraestructura, a pesar de la no presencialidad, este tiempo ha sido de arduo trabajo para las universidades regionales, impulsando medidas de adecuación temporal en sus dependencias y sobre todo, proyectando los cambios en una perspectiva de mediano y largo plazo, considerando todas las previsiones para un seguro retorno.
Para entregar a sus comunidades universitarias seguridad, calidad y el buen servicio que las caracteriza, el retorno será un desafío mayúsculo y de elevado costo financiero para las universidades. Tal desafío, coincide con una profunda crisis financiera que arrastran las instituciones regionales por la caída en sus matrículas, ello sumado a las inversiones asumidas para transitar de la formación presencial a la virtualidad y los diversos apoyos entregados en la pandemia, cuyo costo económico ha sido asumido exclusivamente por los planteles.Desde las universidades regionales vemos con preocupación cómo en materia de logística, arquitectura e infraestructura, la autoridad aún no establece normas y ordenanzas que sean pertinentes a la realidad universitaria. Tampoco dimensiona los altos costos que implica hacer efectivo el retorno a los planteles, ni ofrece apoyos financieros.
El retorno, deberá identificar las adecuaciones necesarias, incorporando una revalorización de los espacios abiertos, amplios y multifuncionales, motivado por la convicción de que la presencialidad y virtualidad coexistirán a futuro.
Asimismo, se deberán incorporar criterios de gradualidad y selectividad, con intervenciones de menor a mayor escala, identificando nuevas formas de uso de los recintos universitarios, con adaptaciones que permitan condiciones óptimas de higiene, habitabilidad y seguridad permanentes para toda la comunidad universitaria. Habrá que procurar la adaptabilidad de las salas de clases, bibliotecas, casinos, gimnasios, laboratorios y áreas comunes, con una mirada de futuro que considere el nuevo uso de los espacios y los inevitables costos y efectos en la gestión.
En el actual escenario, desde las universidades regionales vemos con preocupación cómo en materia de logística, arquitectura e infraestructura, la autoridad aún no establece normas y ordenanzas que sean pertinentes a la realidad universitaria. Tampoco dimensiona los altos costos que implica hacer efectivo el retorno a los planteles, ni ofrece apoyos financieros para paliar en parte la enorme tarea por concretar.
En medio de esta crisis económica y sanitaria, nos vemos en la necesidad de sacar el máximo de lecciones de la pandemia, evitando que miradas parciales o apresuradas conduzcan a respuestas cortoplacistas que se agoten en sí mismas y no contribuyan a construir un camino seguro por donde transitar.
La situación actual, sin obviar sus complejidades y costos, debe asumirse como una oportunidad para repensar las universidades, el uso de los espacios y sus instalaciones, reconociendo la conveniencia de aprovechar la oportunidad de crear e innovar, por ello desde las universidades regionales nos encontramos trabajando en propuestas y estándares para enfrentar estos importantes desafíos.
Por Comisión de Arquitectura, Desarrollo Urbano e Infraestructura de la Agrupación de Universidades Regionales (AUR).
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