Da la impresión de que el debate ha puesto la carreta delante de los bueyes en educación, priorizando su financiamiento antes de concebir un proyecto educativo completo y de largo plazo. Se ha discutido mucho del “¿Cuánta educación vamos a producir y a qué precio?” cuando la pregunta esencial es “¿Qué educación queremos para Chile?”.
La educación gratuita está presente en el Programa de Gobierno de varios candidatos a la presidencia y seguramente será un tema estelar en todos los debates que se aproximan. La consigna del movimiento estudiantil parece al fin haber sido acogida.
¿O no es así?
La bandera de lucha de los estudiantes, el fin al lucro, implica la remoción del sistema educacional de la lógica de mercado. Esto es dejar de considerar la educación como “bien de consumo” y constituirla como nuevo “derecho social”. Reconozcamos que este concepto es ambiguo y que desagrada a los más atrincherados, pero en palabras simples quiere decir que todos tengan la garantía y la libertad de acceder a la educación que deseen, sin que existan limitantes sociales o económicas para ello. De ese modo quien desee ser médico, filósofo o artista de profesión, también debería contar con el derecho constitucional a serlo y contar con los instrumentos y las condiciones adecuadas para ejercer su profesión.
¿Quiere decir que la educación pase a ser gratuita?
No exactamente. Partamos destacando que no puede ser gratis lo que en principio no debiese tener un precio. El disfrute de un medioambiente saludable también cuenta como derecho social, pero esto no implica que el aire limpio sea “gratis”. Más aún, el derecho a voto también está consagrado en la constitución, pero sería correcto afirmar que el voto es un bien de costo exactamente $0. La educación exenta de costo no satisface la demanda estudiantil de poner fin al lucro.
Cuando el debate entre los candidatos presidenciales gira primordialmente en torno al financiamiento de la educación, ésta queda catalogada definitivamente como un problema económico, o peor aún, como un problema crediticio. Una ironía cruel para los estudiantes que criticaron la concepción de “bien de consumo” en la educación.
Quizá el problema radica en que estamos acostumbrados a pagar por lo que no se debe: Por el derecho a ser educado, por el derecho a vivir con dignidad e incluso por el derecho a trasgredir la ley. Los casos como el de la colusión en las farmacias nos hacen pensar que en Chile ciertos delitos de cuello y corbata son simplemente “costeables”.
El enfoque en el financiamiento de la educación como primera prioridad ha relegado al segundo plano el importantísimo debate sobre cómo planificaremos un nuevo proyecto educativo de alcance nacional. Completamente fuera del cuadro ha quedado la discusión sobre si un nuevo sistema de educación debe privilegiar la capacitación profesional, las competencias técnicas o el pensamiento crítico ¿Queremos chilenos educados para el beneficio de las empresas ya instaladas o buscaremos potenciar el emprendimiento, las artes y la investigación? Estas preguntas deben ser contestadas por los chilenos. Pecaríamos de ingenuidad si creyésemos que este problema se resolverá a través de la oferta y la demanda o si pensáramos que faltan los interesados en influir en un modelo educativo construido a su medida, con el fin de favorecer los intereses de un grupo en particular.
Por ello da la impresión de que el debate ha puesto la carreta delante de los bueyes en educación, priorizando su financiamiento antes de concebir un proyecto educativo completo y de largo plazo. Se ha discutido mucho del “¿Cuánta educación vamos a producir y a qué precio?” cuando la pregunta esencial es “¿Qué educación queremos para Chile?”.
En conclusión, todo indica que la educación continuará siendo un bien de consumo, producido y distribuido según las reglas del mercado. El viejo bien de consumo, pero ahora con un nuevo precio, uno más asequible. Algo así como un nuevo chancho chino.
* Entrada escrita por Vicente Olavarría André
Comentarios
04 de noviembre
Oiga señor la educación será un bien de consumo, o quizás mejor dicho de inversión, mientras haya que pagar a personas para que eduquen o construyan y mantengan escuelas. Puede hacer todas las leyes para imponer educación como quiera pero si no se fianancia igual no se educará a nadie.
En el caso del Chile actual, todo indica que si la financia el estado la educación será mucho mas cara, la pagaremos todos y será de mucho peór calidad.
Sí, la discución del fiananciamiento está primero.
Saludos
-8
04 de noviembre
Saludos, una gran columna que muestra la contradicción del tema educativo: insistir en que se trata de un asunto de acceso y dinero. En una columna de otro medio, el gurú Waissbluth tambien seguía cayendo en la misma contradicción y profundizando -quizás sin notarlo- en el lenguaje neoliberal del actual modelo educativo.
Antes que la danza de millones, el acceso, la psu, simce y otros tópicos se ha de hacer la pregunta que bien plantean acá: ¿qué educación queremos para Chile? Mirando los planteamientos de precandidatos presidenciales parece que más de lo mismo, pero con otro envase. Hay una candidatura que plantea el cambio del modelo educativo, pero es probable que no sea elegido porque justamente es la mejor solución.
Estamos en una sociedad neoliberal donde la educación es un ben de consumo que permite no estar al lado de los indeseables, de los parias. Basta ver la proliferación del mercado en los colegios particulares subvencionados qué sólo sirven para perpetuar este sistema creador de consumidores. Ellos no protestan por el dinero invertido en educación, sino por la rebaja que pueden obtener.
Los millones de dólares a invertir en educación -y a todos los chupasangres entre medio- deberían ser distribuidos en mejorar las condiciones de vida de los alumnos más vulnerables. Estos no necesitan wi-fi o tablets, necesitan que sus poblaciones no estén abandonadas culturalmente. Que no sea más fácil encontrar trabajo como camello que como obrero bien remunerado.
Y por supuesto, cualquier reforma educativa debería considerar el juicio de los profesores. Mencioné más arriba al gurú salvador de la educación, don Mario Waissbluth, ingeniero químico reconvertido en mesías de las políticas educativas junto a su grupo 2020. Debe ser Chile uno de los pocos países donde estos personajes influyan tanto en un área que no es la propia, más aún considerando la nula experticia del susodicho en temas pedagógicos. Sin embargo, se dan el tupé de clasificar a los profesores en «buenos» y «malos», de levantar cortinas de humo y engatusar a la sociedad con sus infografías y cúmulo de slogans publicitarios.
Cuando hablemos de educación los que verdaderamente saben y viven de educación, y seamos considerados en la toma de decisiones, sólo en ese momento estaremos dando el paso inical a responder la pregunta ¿qué educación queremos para Chile?
0
04 de noviembre
Winston, tu post es para discutir sobre el tema central de la columna o para tirarle mierda a Mario Waissbluth??
Si vas a hablar de personas como el señor Mario Waissbluth habla informadamente. Para tu información el señor Waissbluth ha dejado más que claro que su movimiento está focalizado en fortalecer la calidad en los sistemas de educación preescolar y escolar donde se juega realmente el futuro de un niño. ¿Y cómo se hace? Disminuyendo la brutal segregación, mejorando la calidad docente, mejores directivos, entre otras cosas. En ningún momento la gratuidad en la educación (superior) ha estado entre sus pilares
En segundo lugar, si tanto sabes de educación, ¿por qué no formas tu propia fundación/movimiento y generas algo importante para Chile? Mario Waissbluth además de ser Ingeniero Civil Químico es Director Académico del Centro de Sistemas Públicos de la U. de Chile, por lo que créeme que sabe haaarto de temas públicos y entre esos de educación. Quizás no es experto en temas pedagógicos, pero para eso tiene un equipo en Educación 2020 que ha generado una sinergia para lograr estar donde ahora están.
«Cuando hablemos de educación los que verdaderamente saben y viven de educación, y seamos considerados en la toma de decisiones, sólo en ese momento estaremos dando el paso inical a responder la pregunta ¿qué educación queremos para Chile?»
¿No crees que ha pasado bastante tiempo como para que empiecen a hablar? Proactividad hombre