El neoliberalismo con la globalización, la apertura al comercio internacional, los tratados de libre comercio y la desregulación trajeron importantes beneficios económicos a muchos países y a grandes multinacionales. Comerciar bajo estos términos comida de bajo costo o “chatarra”, facilitó que los gigantes de la alimentación (Nestlé, Kraft, Coca Cola, McDonald’s, Burger King y otros) obtuvieran grandes ganancias al incorporar en sus productos los 3 ingredientes mágicos: azúcar, grasa y sal. Estos ingredientes son utilizados en una estudiada proporción (ni mucho ni poco, lo denominan el punto de la felicidad), con el fin de desarrollar algún grado de adicción en sus consumidores.
Al manipular sus productos, la industria alimentaria ocupa las mismas técnicas de la industria del tabaco, en este caso: azúcar, grasa y sal para aumentar su dependencia y siempre se quiera consumir más, un buen ejemplo son las “papas fritas”, se come la primera y no se para hasta que se ve el fondo del paquete.La comida “chatarra” si bien permite grandes ganancias a los dueños de la industria, con el tiempo enferma y mata a los consumidores, quienes se transforman así en sus inocentes víctimas
A modo de evidencia, a principios del 2021 el diario “Financial Times” publicó un documento interno de la empresa suiza Nestlé enviado a los directivos donde se reconoce que más del 60% de sus productos no son saludables y que algunas de las categorías de bebidas y alimentos que produce “nunca serán saludables por mucho que se renueven”
Hechos que convierten a la industria alimentaria en responsables directos de una “externalidad negativa” y se trata de la pandemia del sobrepeso y obesidad. Que es resultado de consumir una comida que se caracteriza por su alto índice calórico y baja capacidad nutricional, por esto su denominación de “chatarra”.
Realizan una agresiva publicidad dirigida a niños ya que, antes de los 10 años, es cuando se adquiere la conducta alimentaria, así capturarán clientela a largo plazo. Pero, el consumo periódico de este tipo de comida conduce a la malnutrición, al sobrepeso y a la obesidad. Resultado, en la actualidad el 40% de la población del planeta sufre de ellas y es una de las principales causas de la mala salud a nivel global y que se vio agravada por culpa de la pandemia del COVID-19.
Existe un interesante reportaje de DW que profundiza el tema: “El lado oscuro de la industria alimentaria”:
Aquí es posible apreciar la aplicación práctica de la Necroeconomía ya que el sobrepeso y obesidad son responsables de enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer, en otras palabras, la comida “chatarra” si bien permite grandes ganancias a los dueños de la industria, con el tiempo enferma y mata a los consumidores, quienes se transforman así en sus inocentes víctimas.
La industria alimentaria es consciente del daño que provoca, pero se resisten a disminuir el uso del azúcar, grasa y sal, ya que temen que las ventas bajen, por ende, las utilidades monetarias, al dejar de ser productos tan tentadores. Y para obligar a la industria a actuar el Banco Mundial aconseja a los Estados fijar un impuesto al azúcar. Es decir, el Estado debe cumplir su papel de salvaguardar a sus ciudadanos y los derechos humanos de los niños.
El interés económico no puede ni debe estar por encima del interés público, además, al imponer normas a la industria alimentaria está protegiendo las finanzas del Estado, ya que los enfermos que crea la industria tendrán que ser tratados en el sistema de salud público aumentando así el gasto social.
En un mundo globalizado y dominado por grandes corporaciones, ellas tienen que cambiar su modelo de negocios, es necesario tener principios y una ética que ponga al ser humano y al medio ambiente en su centro y que todos seamos vistos y tratados como personas y no como simples consumidores. Necesitamos urgentemente transformar y desarrollar empresas con propósito, empresas que no aspiren a ser las mejores del mundo, sino las mejores “para” el mundo y que pongan a las personas y al planeta por encima de las ganancias (esto no quiere decir que no tengan), que aborden la solución de problemas sociales y ambientales, con responsabilidad, creatividad, innovación, empatía, transparencia y diálogo. Sean empresas inclusivas, conectadas y activas en su rol público y que contribuyan a crear y distribuir valor a toda la sociedad.
Esto lo debieran comprender y aplicar gobernantes, políticos, grandes empresarios e inversionistas, es la única forma de superar el peligroso momento que estamos viviendo como especie, es cierto que muchos no creen ello, pero esto no lo hace menos verdadero ni menos amenazante. Es urgente comprender y asumir la responsabilidad que lo que cada uno de nosotros haga como individuos y como sociedad, lo que determinará nuestro futuro y el de nuestros descendientes.
Para terminar, se debe incluir entre las pandemias la Emergencia Climática, la que afectará y agravarán no solo la salud humana, sino que también la salud planetaria de la que dependen los seres humanos y los sistemas naturales. La civilización depende de un clima estable, algo que está dejando de ocurrir debido a las cada vez más frecuentes olas de calor, inundaciones y prolongadas sequías en diversos lugares del planeta lo que incrementará la migración humana y disminuirá la producción de alimentos.
Las tres pandemias (obesidad, desnutrición y emergencia climática) construyen una sindemia, o sinergia de epidemias. Las tres interactuar entre sí al compartir causas, efectos, soluciones y representan las amenazas más graves para la salud y supervivencia humana.
La Comisión Sindemia Global es una de una serie de iniciativas sobre nutrición, incluida la Comisión EAT-Lancet, dirigida por The Lancet (2019) aconseja:
- Reducir la influencia de los grandes intereses comerciales en el proceso de desarrollo de políticas públicas para permitir que los gobiernos implementen políticas de interés público en beneficio de la salud de las generaciones actuales y futuras, el medio ambiente y el planeta.
- Fortalecer la participación de la sociedad civil para alentar el cambio sistémico y presionar para que se tomen medidas políticas en todos los niveles de gobierno para abordar la sindemia global.
- Crear modelos de negocios sostenibles y promotores de la salud para el siglo 21 para cambiar los resultados comerciales de un enfoque de solo ganancias a corto plazo a modelos sostenibles y rentables que incluyan explícitamente beneficios para la sociedad y el medio ambiente.
- Los gobiernos, empresas y líderes de pensamiento económico deben desarrollar sistemas económicos que incluyan los costos de la mala salud, la degradación ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero en los costos de los productos.
- Impuestos sobre alimentos poco saludables, etiquetado frontal del paquete, objetivos sobre el contenido de nutrientes preocupantes en los alimentos procesados, restricción de la comercialización de alimentos poco saludables para los niños y políticas alimentarias escolares saludables.
Comentarios
20 de julio
Malnutricion por exceso….mas no es solo ese el problema, no se cumplen los objetivos diarios ( OMS) de actividad fisica, consumo de proteina, fibra y agua en las distintas etapas del ciclo vital, lo cual conlleva a multiples problemas de salud ….sarcopenia, sindrome de intestino flojo, TVP, entre otros.
+1
21 de julio
Don anysur, indudablemente hay muchos otros factores, incluso con el abuso de las nuevas tecnologías se promueve el sedentarismo.
Ahora, lo que busca este artículo es denunciar la actitud negligente de los ejecutivos de la industria alimentaria, quienes privilegian las ganancias por sobre la salud de sus consumidores. Aquí, el Estado debe cumplir su labor de fiscalizar y legislar para frenar el accionar la industria y en esto nuestro país, con los sellos y políticas educativas en colegios, va por el camino correcto. Solo falta que los padres tomen más conciencia.
Saludos y se agradece el comentario