Re-visitar uno de los libros que más lúcidamente han ilustrado la barbarie de la dictadura cívico-militar chilena (1973-1990), y hacerlo mientras los que participaron, por acción u omisión, en este dantesco período continúan en la primera línea de la política y que con renovado vigor conmemoran los 100 años del natalicio del dictador, no deja, por decir lo mínimo, de ser tan inquietante como espeluznante. Esta vigorizada consagración de la dictadura se coreografía dentro de la campaña del terror en toda regla de casi la totalidad de la derecha empresarial propinochetista contra las reformas estructurales bacheletistas que, después de veinticinco años de democracia encerrada en los búnker heredados de la dictadura, cambian parámetros importantes del sistema neoliberal salvaje impuesto manu militari desde los primeros años de la dictadura.
Este libro, siempre actual por ofrecernos el pasado como base para un futuro mejor, es una historia de vida de un hombre atormentado por un pasado terrible: la desaparición, reaparición y posterior confirmación del asesinato de su padre. ¿Cuántas veces se puede matar a un hombre? es el libro del chileno-sueco, Raymond Paredes-Ahlgren, sobre su padre, Eduardo “Coco” Paredes. Cabe recordar que “Coco” Paredes fue uno de los hombres más cercanos al Presidente Salvador Allende, y que el 11 de septiembre de 1973 estaba con él cuando La Moneda, símbolo de la democracia chilena, fue bombardeada. Desde ese día nunca más se supo de él. Hasta 1995.Y esto lo propone por el amor y el futuro de su hija, para que las nuevas generaciones no hereden ni el odio ni la culpa que encadena e inmoviliza, y puedan construir un Chile sin la carga traumática colectiva y paralizante que provoca la dictadura.
En Estocolmo, donde la familia Paredes Ahlgren vive después del golpe de Estado, Eva Ahlgren, viuda de “Coco” Paredes, recibe una llamada telefónica desde Santiago de Chile: habían encontrado los restos de su esposo después de 22 años de estar desaparecido. Aquí comienza el viaje de Paredes hijo hacia la reconquista de los últimos días de vida de su padre.
Paredes Ahlgren consigue, en un verdadero ejercicio arqueológico, reconstruir las últimas horas en vida de su padre, sumergiéndose segundo a segundo en sus cuatro días finales, reconstruidos con sólo tres elementos: el dolor, el horror y el amor por su padre asesinado. El libro se lee con la pasión de una historia de vida tan absorbente como conmovedora, pero sin perder el rigor ceñido a los datos y los hechos concretos, evitando cualquier maniqueísmo y condenas enfáticas, y permitiendo en todo momento que los hechos se califiquen por sí solos. El rigor científico se manifiesta en entrevistas intensivas y prolongadas a las personas que estuvieron con su padre los últimos cuatro días de su vida y que lograron sobrevivir a la catástrofe; además de rastrear en profundidad todo el material escrito existente sobre el caso.
Con una imparcialidad admirable y con una mirada limpia, sin prejuicios, escrutadora de los acontecimientos a través de una razonada carga de autocrítica y con el rigor de un verdadero empirismo humanista, la búsqueda de Paredes Ahlgren -un empresario chileno sueco perteneciente a la derecha liberal sueca- termina siendo una exploración del lado más oscuro del ser humano, convirtiéndolo en un arqueólogo de los infiernos al exhumar de entre los escombros los vestigios del humanismo derrotado.
Uno de los episodios conmovedores en este libro, es cuando se reencuentra con su padre, en forma física. Después de 22 años, le han entregado no más que un puñado de huesos fracturados, quemados y llenos de marcas de proyectiles; Paredes hijo acaricia los huesos fracturados de la mano de su progenitor y le dice la palabra silenciada durante 22 años: papá.
Paredes hijo logra, con un rigor arqueológico y también antropológico, romper el blindaje de invenciones que no permitían conocer la verdad del asesinato de su padre. El resultado de su indagación es una verdad siniestra: su padre fue brutalmente torturado durante cuatro días; estando vivo aún le quemaron con un soplete hasta el hueso mismo; su cuerpo lo fracturaron casi por completo, y le dispararon a quemarropa diecisiete proyectiles. Por eso se pregunta en el título de su libro: ¿Cuántas veces se puede matar a un hombre?
Así, este libro, imprescindible para conocer el Chile dictatorial, se convierte en el ADN de la barbarie pinochetista, ya que se adentra en la geografía del terror donde miles de personas fueron torturadas, asesinadas y hechas desaparecer, como este padre.
Paredes Ahlgren nos deja este gigantesco mural de la brutalidad humana desatada, y sale airoso de ese viaje que lo ha llevado al infierno terrenal, y nos convoca, con una valentía humanista a toda prueba, a la reconciliación otorgando el perdón a los verdugos de su padre, aunque éstos no hayan pedido nunca perdón. Y esto lo propone por el amor y el futuro de su hija, para que las nuevas generaciones no hereden ni el odio ni la culpa que encadena e inmoviliza, y puedan construir un Chile sin la carga traumática colectiva y paralizante que provoca la dictadura.
Esta revisitación de esta historia de vida sirve además para no sólo evitar la amnesia histórica, sino también para combatir la negación de ésta que, en definitiva, es la obsesión de los grandes criminales, como Adolf Hitler, Jósef Stalin, Mao Zedong, Pol Pot, Francisco Franco, los Castros o Augusto Pinochet, que alentaron matanzas con la ilusión de que nadie después las recordara. ¿Cuántas veces se puede matar a un hombre? impide también que los acólitos de la barbarie echen mano de la estrategia negacionista, como hace el neonazismo del holocausto; el autoritarismo en la Rusia de Vladimir Putín favoreciendo el totalitarismo soviético; o el pinochetismo que continúa justificando el terrorismo de Estado que administró la dictadura. Esta estremecedora historia de vida impide, para siempre, ambas tentativas.
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