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Transexuales: el olvido consciente de la sociedad

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La transexualidad ha estado acompañada de mitos, historias y leyendas. En algunos pueblos estas personas son consideradas prácticamente dioses, sagradas, capaces de encarnar al hombre y a la mujer al mismo tiempo, como una especie de recipiente del “bien y el mal”, un yin y yang meta-humano. Sin embargo, nuestro país está completamente alejado de esa realidad mística y sagrada. Ser transexual en Chile es ser un sujeto sin identidad, sin derechos, el último eslabón de la escala humana.

No se entiende a esos tritones y sirenas, no se comprende su lenguaje, no se comprende su razón ni su pasión, no se entienden sus costumbres, más bien son señaladas, apuntadas, criticadas, ocultadas, negadas, invisibilidad, “bastardas de la clase homosexual lésbica o gay”.

Hoy ser personas trans significa enfrentar todo aquello que algún principiante novelista no pensó: acá no hay sagradas, acá no curan males, no espantan espíritus, acá más bien son las animas que acompañan la ciudad nocturna.
Ahora claro está, las transexuales son las minorías dentro de las minorías. Del total de homosexuales solo un 4.7%° se define transexual, las mismas que de una forma maternal han ido separándose de las travestís o Drag Queen, porque al momento de marcar la diferencia son muy enfáticas o enfáticos. No son travestí, pues el travestimo no implica necesariamente una percepción sexual distinta a la que se obtuvo al nacer. No son transformista, porque este último es un tipo de arte, y no son drag porque como lo anterior, también es una manifestación artística. Ser transexual significa nacer en un cuerpo que no corresponde, pero con un claro juicio y sentido de la realidad del sexo opuesto al de nacimiento.

Ser transexual en Chile parece ser una condena de por vida. Te enfrentas a una salud precaria -o nula muchas veces-, una salud maltratadora y estigmatizante. Te encuentras sin espacios educacionales contenedores, pues ni el mejor orientador puede entender esta realidad. La gran mayoría de las personas transexuales, asumen su condición a temprana edad, transformándose en caldo de cultivo para inescrupulosos que las tranzan en el comercio sexual, opacando y quebrando su frágil autoestima, condenándolas por siempre al flagelo del comercio sexual, a la falta de educación, a la droga y al abuso social. Al momento de hablar de educación la brecha es mayor: el 50%° tiene educación media completa, el 12, 5% media incompleta, el 6,3% educación superior incompleta y salvo honrosas excepciones muy pocas logran terminar sus estudios universitarios, presentando registros tan bajos que no alcanzan a ser medibles en las investigaciones cualitativas pues es una aguja en un pajal. Esto nos provoca una doble vergüenza, pues castigamos con la única herramienta que tenemos los chilenos y chilenas para terminar con nuestra pobreza, y no me refiero a esa pobreza económica sino a la pobreza del desconocimiento. Y más lamentable es saber que un  40% de la población trans es llevada a médicos o psicólogos para “reparar” su conducta.

No se entiende a esos tritones y sirenas, no se comprende su lenguaje, no se comprende su razón ni su pasión, no se entienden sus costumbres, más bien son señaladas, apuntadas, criticadas, ocultadas, negadas, invisibilidad, “bastardas de la clase homosexual lésbico o gay”.

Hoy, Chile requiere un cambio, no podemos seguir permitiendo que nuestra gente, personas con derecho a voto, sean mostrados como circo en los medios de comunicación. No se puede permitir la forma en que los canales televisivos enfrentan estos temas, no pueden seguir las compañeras transexuales formando parte de ese circo que las muestra como lo más insólito, no puede ser que el único día de autenticidad sea el día de la diversidad.

Una población que existe y que hoy vive en la vulnerabilidad social, el desprestigio, la violencia y discriminación.  Hoy en un momento de propuestas se requiere programas claros, con políticos que sean capaces de decir la palabra transexual, sin miedo. Terminemos con el circo mediático y sentémonos a la mesa para conversar sobre integración laboral, derechos y espacios educativos, termino de la violencia, ley de identidad. Hoy necesitan educación, salud, oportunidades laborales. Hoy requieren dignidad. Hoy requieren sentirse chilenas y chilenos.

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2 Comentarios

denise

buenas tardes quisiera saber quienes son los autores, pues utilice una paráfrasis y tengo que citarlo.

Kamila Lopez Vallejo

Que buen articulo y mejor que una persona saque el tiempo para realizar estos análisis con respecto a una comunidad tan golpeada y discriminada desde todos los ámbitos existenciales de la vida terrenal que acompaña a una persona desde lo social, religioso, educativo y político, definitivamente no existimos para nadie, es que da temor el tan solo pensar en sufrir un accidentes en la calle y verme enfrentada a la burla ante una caída o algún tipo de eventualidad desafortunada que suele suceder a cualquier persona, es por ello que cada vez que salgo a la calle debo pedir a Dios que cuide mis pasos y evitarme este trance que mas bien no dolería por la caída o la eventualidad sino mas bien el traumatismo de ver las risas de las personas y sus señalamientos, solo Dios sabe lo que resultaría ser tan simple para cualquier persona que es salir a hacer un diligencia, lo que para nosotras es una odisea desde que damos el primer paso hacia la calle (el miedo, el temor los insultos, las malas miradas que hay que aguantar etc. , y es que es muy triste saber que tan solo para eso hay que sacar energías de mas para enfrentar decorosamente a la sociedad ciega y malvada.