Al pensar en el mural, la primera idea que se me viene no tiene que ver con un mural específico, ni un autor. Más bien se me viene un estilo singular que está definido por sus colores vistosos; formas que incluyen frecuentemente rostros con rasgos indígenas, manos, palomas, estrellas; sus lugares de instalación –poblaciones en su mayoría-; y consignas correspondientes a la lucha social. Me refiero a las creaciones de la Brigada Ramona Parra, que son reconocidas en su estilo a lo largo de todo el país. No me parece casual que al pensar en los murales, la primera idea, no sea un mural específico, como sí lo es en la pintura: autores y obras específicas se me vienen de inmediato de manera conjunta a la imaginación. No soy artista, ni menos experto en teoría del arte como para hacer una reflexión respecto de las especificidades del mural a lo largo de la historia, sin embargo me interesa esta distinción que realiza mi imaginación de forma automática o inconsciente. Creo que no es casual.
Uno no se puede comprar un mural y en general –salvo contadas ocasiones – se mantienen sujetos a los devenires que le depare la calle en la que fue hecho. Una excepción a esta regla es la que ha vivido el mural realizado por Roberto Matta “El Primer Gol del Pueblo Chileno” en conjunto con la Brigada Ramona Parra en tiempos de la Unidad Popular en la comuna de La Granja, que luego de un gran esfuerzo de rescate de la obra censurada con numerosas capas de pintura luego del Golpe de Estado, se encuentra desde el año 2008 recuperada casi en su totalidad para la vista de todos, y reinstalado en un centro cultural que lleva el nombre del pintor. Pero incluso este mural de alrededor de 24 metros de largo y 5 de ancho, se dispuso –originalmente- a un costado de la piscina municipal, al aire libre, como un acto de celebración que permitiría recordar para el futuro el primer aniversario del gobierno de Allende.
Este estilo singular ha sido capaz de construir un discurso, el que está en constante movimiento ya que es sensible a las luchas sociales de la época. Es la forma pictórica que la comunidad ha creado para escribir su historia, otorgando un sentido colectivo que trasciende al lenguaje escrito.
Este estilo singular ha sido capaz de construir un discurso, el que está en constante movimiento ya que es sensible a las luchas sociales de la época. Es la forma pictórica que la comunidad ha creado para escribir su historia, otorgando un sentido colectivo que trasciende al lenguaje escrito.
El mural es memoria popular, trastorna el tiempo lineal al que nos acostumbraron los libros de historia positivista de Frías Valenzuela y Villalobos en donde los hechos se suceden unos a otros en un relato en que no intervendría la pluma del autor porque de lo que se trata es de dar cuenta de hechos. La creación del mural no es así, no tiene nada que ver con esa linealidad más bien estéril, ni con una presumida objetividad: –tal como dijera Freud respecto de la fantasía- En la producción de un nuevo mural hay un acto de representación propiciado por un acontecimiento pasado que se desarrolla en un escenario presente, pero que proyecta un deseo colectivo para el futuro. Dicho esto, se entiende el esfuerzo desplegado en épocas de la dictadura por pintar de blanco los murales para que volvieran a su condición de solo murallas.
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