El pensamiento cartesiano y la racionalidad científica inauguraron una época en que la evidencia se ha erigido como potencial de muestra de aquello que se supone verídico.
En el campo de la sexualidad no ha sido diferente, distintos autores (Laqueur, Sasz, Foucault, Di Segni, etc.) han investigado y mostrado que desde el siglo XVII y con mayor fuerza en el XVIII la sexualidad debió adscribir a ciertos patrones de normalidad. La normalidad era comprendida como aquello que no desestabilizara bajo ninguna excusa el orden político y económico establecido. La familia como núcleo central en el que se hacía regir todo el imperio de la ley en esa organización mínima de personas.Cuando usted discrimina a alguien por sus manifestaciones sexuales, y utiliza un discurso basado en la evidencia, no hace más que reproducir un discurso dominante que no entiende que respecto a la sexualidad lo evidente es lo político (como ejercicio de poder).
Es así que se puede entender la prohibición de la masturbación y de la homosexualidad, ambas penadas por la ley religiosa y laica. No se podía permitir la autonomía respecto a los placeres, éstos tenían que ser sometidos a los fines reproductivos, el gozo solitario o con otros fines, sólo podía invocar los peores augurios para una sociedad.
Entonces las fuerzas científicas y médicas se cuadraron con estas posturas, y tanto la masturbación como la homosexualidad eran en sí mismas una patología y acarrearían los peores males a quienes realizaban aquellas prácticas. Para que fueran patologías se necesitaban evidencias de los males que éstas provocaban, éstos conformaban grandes listas desde síntomas parecidos a los de cualquier adicción, hasta la criminalidad.
El homosexual como una peste era más proclive a crímenes debido a su degeneración, incluido en manuales psiquiátricos y enviado a campos de muerte, tortura, o en el más benevolente de los casos era expuesto al escarnio público.
En 1973 la comunidad científica saca la homosexualidad de los manuales diagnósticos. Pero ¿qué cambió?, lo curioso es que no cambiaron los homosexuales, sino que los discursos de poder. Hubo movimientos, militantes, activistas que denunciaron el sometimiento que ejerce el discurso científico de la objetividad, que utiliza la evidencia como metodología (tecnología) de la dominación y del mantenimiento del heterocentrismo. Los homosexuales, tuvieron que demostrar que son humanos, tal como se enjuició a los araucanos en Chile respecto a su humanidad hace más de 400 años ya.
Sin embargo, hoy en día la transexualidad se mantiene en los manuales diagnósticos, ésta sigue desafiando el orden establecido que conocemos respecto a la sexualidad.
En Chile, la discriminación sigue al amparo de la ley. Revise los argumentos basados en evidencia en contra del acuerdo de unión civil, que por lo demás muestra que hay derechos civiles diferentes para heterosexuales y para el resto (heteronormatividad).
Por tanto, cuando usted discrimina a alguien por sus manifestaciones sexuales, y utiliza un discurso basado en la evidencia, no hace más que reproducir un discurso dominante que no entiende que respecto a la sexualidad lo evidente es lo político (como ejercicio de poder).
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