Esto es como la historia de los delfines. Esa que dice que todos sabemos que son inteligentes, pero todavía nadie lo ha podido demostrar.
Desde que Harald Beyer, ex ministro de Educación de Piñera destituido en 2013, asumiera como director del Centro de Estudios Públicos (CEP), múltiples han sido las voces que han cuestionado la subsecuente objetividad de la famosa encuesta de este think tank ligado a derecha criolla. La credibilidad de ese instrumento ideológico-cuantitativo que tantos asumen como verdad revelada, como aséptico werkén de la realidad de la hora puntual.
La encuesta CEP es un instrumento de poder, de su ejercicio y validación. Que así como declara medir realidades, también responde a la lógica de crearlas.
Pero hasta ahora, sólo han sido rumores. Interpretaciones. Para muchos, zancadillas malintencionadas de una izquierda paranoide, que cuando se queda sin argumentos recurre a la tesis del complot.
Fue el diario “La Tercera”, quizás con qué intención, la que develó lo que, en el fondo, ya muchos sabíamos: La CEP es un instrumento de poder, de su ejercicio y validación. Que así como declara medir realidades, también responde a la lógica de crearlas. Similar al rol que cumplen diariamente los medios. No son sólo la voz de la opinión pública, también la moldean de acuerdo a atrincheradas intenciones.
En el artículo “Las piezas del puzzle presidencial en 2015” del diario antes mencionado, se transparenta lo permeable de dicha encuesta tanto a la visión ideológica de sus impulsores como de terceros interesados. En un pequeño párrafo, visibiliza cómo los grupos de poder la interfieren. Y construyen así el país que les acomoda.
“No fue fácil para el senador RN Manuel José Ossandón entrar a la lista de evaluados en la CEP. Fue el ex presidente de RN Carlos Larraín quien a principios de año gestionó en una reunión con el director de la entidad, Harald Beyer, la inclusión del parlamentario” explican en la sección Reportajes del matutino del domingo último.
Y, acto seguido, aclara el medio que la gestión, movida, operación (llámele como quiera) tuvo sus frutos. En la segunda encuesta en que fue mencionado, el díscolo senador obtuvo un 43 % de valoración positiva.
No hay que tener postgrado en sociología o marketing político para saber que la CEP anterior, donde Ossandón fue nombrado por vez primera, algún efecto tuvo en el presente resultado. Y más aún en el entramado político-institucional de su sector donde se mueven las piezas con miras al 2017. Y qué decir de la tribuna que los medios le han dado en estos últimos días producto de su positivo desempeño.
Pero más allá de aquello -el ánimo de este artículo no es evaluar las opciones reales o simbólicas del ex alcalde de Puente Alto- es patente que la CEP no es neutra. Porta también la visión que cierta elite quiere construir sobre la realidad del país. Tal ha ocurrido siempre, lo tenemos claro. La realidad no es “un algo” que esté allá afuera, es una construcción de sentido colectiva.
Por ello una tarea esencial de quienes tienen una visión distinta, es ir desvistiendo de poder a quienes con una agenda determinada van infiltrando la percepción de la realidad. Aportar en tal rumbo.
Porque el problema no está allá. El problema está acá. En dar autoridad a un mensajero que en sí mismo es un mensaje. Al árbitro del partido que viste con la camiseta de uno de los equipos. Al mediador con intereses creados.
Hay que dejar de creer en los oráculos que al tiempo que predicen el futuro van trabajando para que éste se cumpla. En el fondo, no dar tanto crédito a quien hace trampa en las conclusiones que nos da.
Comentarios
18 de diciembre
No deja de ser interesante su análisis y certero, pero la idea de un «aséptico werkén» que seria aquel vocero que carece de compromiso, no deja de ser una expresión de poesía, que celebro ciertamente.
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