¿Somos todos iguales antes las ley?, la respuesta es simple no, y si bien, en años anteriores se intentó igualarnos y terminar las diferencias entre bastardos e hijos reconocidos, hoy existen los “bastardos sexuales”. Aquellos que no tenemos los mismos derechos. Mantenemos relaciones ilegitimas, sin historia, sin derechos ni sucesión, el estado goza de su derecho a la bastardía.
La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1879, emanada desde los tumultuosos días de la Revolución Francesa, en su artículo primero señala “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”.Poco más tarde en Chile la Constitución de 1833, señala en su art. “12. La Constitución asegura a todos los habitantes de la República:1º La igualdad ante la ley.”. Posteriormente se confirmará en las constituciones de 1925 y 1980. Siendo consecuente con la Declaración universal de Derechos Humanos, no obstante lo anterior, aquí estamos exigiendo derechos e igualdad ante la ley.
Hablar de matrimonio hoy en día, irrita a conservadores y fanáticos religiosos. Para algunos movimientos homosexuales nunca ha sido un tema cómodo, desde la década de los noventa se ha señalado con claridad que el matrimonio no es el punto central, el punto clave es el principio de igualdad ante la ley. Últimamente las organizaciones de la diversidad sexual (LGTBI) han entrado de lleno en el escenario político, social y cultural, exponiendo sus planteamientos en todos los ámbitos de la vida, al punto que se hace difícil construir discursos y plataformas programáticas; dejando fuera la variable, diversidad sexual, entendida tanto en el sentido estrecho, (GLTTTBI) como amplio, la enorme variabilidad que tiene el comportamiento sexual humano. Así, hemos penetrado y vaginado todo, es imposible entender esta sociedad sin un homosexual o transexual apuntado con el dedo la injusticia.
El matrimonio igualitario no está exento de polémicas, fuera del ambiente de la diversidad sexual y dentro del mismo, porque, pareciera ser que está fuera nuestra única lucha, pues para algunas organizaciones pareciera ser que es su única lucha, olvidando prioridades como la educación, salud, inserción laboral, violencia en parejas LGTBI.
Sin embargo, deseo exponer acerca de las posibilidades políticas sociales que abre el matrimonio igualitario. ¿Somos todos iguales antes las ley?, la respuesta es simple no, y si bien, en años anteriores se intentó igualarnos y terminar las diferencias entre bastardos e hijos reconocidos, hoy existen los “bastardos sexuales”. Aquellos que no tenemos los mismos derechos. Mantenemos relaciones ilegitimas, sin historia, sin derechos ni sucesión, el estado goza de su derecho a la bastardía.
El 14 de octubre de 1998.Santiago –(EFE)– El presidente chileno, Eduardo Frei, promulgó el martes, tras cinco años de trámite, una ley que termina en Chile con la figura discriminatoria de hijos «ilegítimos», a los que se les niegan derechos civiles y sociales desde hace 140 años. Señala el presidente: «Se ha dejado detrás una situación casi vergonzosa (…). A partir de hoy todos los niños chilenos serán iguales», proclamó Frei al firmar el texto legislativo en una ceremonia en el Patio de los Naranjos del palacio presidencial de La Moneda, a la que asistieron más de un centenar de escolares, así como ministros y dirigentes políticos. «Con esta ley ya no habrá hijos de primera o de segunda categoría. Hemos sido capaces de superar desigualdades y discriminaciones del pasado», subrayó el mandatario. Añadió que ésta es «la reforma más importante al código civil chileno, sólo comparable a la que originó la ley de matrimonio, hace ya más de 100 años».
Conscientes de esta realidad, se exige igualdad de derechos, que si bien sabemos es una utopía, el intentar acercarnos a ella es un deber social. El matrimonio igualitario construye discurso, pero también destruye otro, afectando directamente a la sociedad, dependerá de cada uno como perciba estos cambios. Pero los derechos no se negocian. La molestia al hablar de matrimonio puede ser entendida desde diversos puntos, algunos lo canalizan como la molestia a la iglesia.
Y como no; los datos arrojados por la investigación realizada en MUMS – CLAM y UCN, refieren que del total de los 300 encuestados el 69 % fue criado en la religión católica, el 10% fue criado bajo la religión evangélica . actualmente entre los mismos encuestados un 20% se define católico y un 3 % se define evangélico, el resto, es decir un 67% menciona no seguir ninguna religión y acá nos hacemos otra pregunta ¿Podemos terminar con nuestros valores de crianza, dejar los prejuicios y terminar con nuestra propia historia, podemos avanzar sin reconocer pasado? La respuesta parece casi obvia, no, por lo tanto lo ideal no es eliminar el pasado de nuestras vidas, sino más bien estar consciente de él y hacernos cargo.
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