«Deme pastillas para no soñar», así dice el estribillo de la conocida canción de Sabina y creo que es el canto que, lamentablemente, representa lo que nos pasa como sociedad. Por distintas razones hemos dejado de soñar, el discurso pragmático, centrado en el resultado material y de corto plazo, ha minado nuestra capacidad de imaginar grandes proyectos, ponernos metas desafiantes, buscar ir mas allá de lo obvio, fácil y alcanzable.
Por distintas razones nos han convencido que es mejor tener únicamente metas alcanzables y que el camino corto, el atajo, la ventaja mal habida, son las rutas al éxito, lo que trae reconocimiento y es admirado por el resto.
Día a día vemos que eso no es así. Para avanzar es imprescindible el esfuerzo, perseverar, aprender del error fecundo, tolerar la frustración y, en muchos casos, saber esperar. Seguramente la venta de pastillas para no soñar explica el desmedido crecimiento de farmacias.
¿Como recuperar entonces la capacidad de soñar? ¿Podremos encontrar un antídoto que elimine el efecto de las pastillas para no soñar? Creo que sí.
En primer lugar, hay que recuperar la construcción de proyectos colectivos, eso permite sentirse acompañado y dispuesto a enfrentar tareas que inicialmente aparecen muy difíciles o lejanas. La crisis de sueños colectivos, de desafíos compartidos, de proyectos aglutinadores hace que cada uno se repliegue a su sueño o proyecto individual, que naturalmente será de una envergadura distinta.
La recuperación de ese sueño colectivo pasa, inicialmente, por aprender del pasado, tener una mirada más optimista respecto del futuro y una mayor confianza en quienes comparten el camino con nosotros. También es necesario reconocer las debilidades propias, asumir maduramente que necesitamos de otros, que como dijo León Felipe, no basta con llegar primero, hay que llegar todos juntos y a tiempo.
La construcción de un sueño colectivo pasa también por el diálogo y el respeto, por la necesaria valoración del argumento por sobre la fuerza, por buscar la verdad en lo que el otro dice.
Parte de lo que mostraron las movilizaciones del año pasado tienen que ver con la convocatoria que aun tiene soñar con un país en que nadie es discriminado por su nivel socioeconómico o cultural y que busca construir una sociedad que reconoce el mérito y el esfuerzo, que está preparada para acoger a todos.
Los movimientos en Aysén y Pelequén apuntan en el mismo sentido, en la medida que existe un proyecto compartido, la energía se multiplica y el impacto es mucho mayor.
La actual sensación de fracaso y desconcierto se explica por que nos dijeron que esta carrera era individual, pero nos vamos dando cuenta que es una carrera colectiva, una caravana en la que nadie sobra y todos somos importantes.
Vaya entonces y consiga su jarabe para volver a soñar, está hecho a base de confianza y respeto, es genérico, no tiene contraindicaciones, puede ser consumido sin precaución y de preferencia debe ser guardado al alcance de los niños.
——–
Foto: Lucas Ninno / Licencia CC
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad